Viernes, 17 de Octubre 2025
Internacional | Ciudadanos expresan disconformidad con el ''voto castigo”

Correctivos, insuficientes para tranquilizar Europa

Los ajustes que se realizan a partir de la crisis griega impactan desfavorablemente en gobiernos de izquierda y de derecha

Por: EL INFORMADOR

Policías antidisturbios intentan sofocar una protesta por el plan anticrisis del Gobierno socialista. EFE  /

Policías antidisturbios intentan sofocar una protesta por el plan anticrisis del Gobierno socialista. EFE /

GUADALAJARA, JALISCO (21/JUN/2010).- Grecia, 5 de mayo. Al menos tres personas mueren durante las multitudinarias movilizaciones que sacudieron Atenas en protesta por el plan de austeridad anunciado por el Gobierno, para obtener un rescate financiero de la comunidad internacional.

España, 8 de junio. Funcionarios públicos españoles van a huelga y se manifiestan contra el plan de austeridad del Gobierno socialista, que incluye recortes salariales en ese sector, para disminuir el déficit local.
Alemania e Italia, 12 de junio. Miles de manifestantes marchan por las calles de Berlín, Stuttgart y Roma, a modo de protesta por los paquetes de medidas que impulsa la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro italiano Silvio Berlusconi.

Las cuatro postales reflejan la desesperación de los habitantes de Europa que ya no pueden con la carga de una crisis que endilgan a sus gobiernos. Las alzas en productos básicos y la aplicación de nuevos impuestos, aunados los recortes en los gastos sociales, impactan directamente en los bolsillos del europeo, empleado o desempleado.

Es el fenómeno que le toca vivir a la Eurozona como efecto de una crisis global que tuvo su origen en Estados Unidos, y la que Europa no supo frenar a tiempo.
Ahora, los dirigentes, sin importar sus ideologías, pagan un costo político, de acuerdo el resultado que arroja una comparación de resultados electorales, sondeos de opinión pública, indicadores y cifras de economía de instituciones europeas.

Brown, el primero


El 6 de mayo le tocó al Parido Laborista en Inglaterra. El primer ministro Gordon Brown tuvo que renunciar cuatro días después. Los ingleses se sintieron defraudados con el relevo del carismático Tony Blair.
El 14 y 21 de marzo, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, recibió una advertencia de los electores. La izquierda ganó los dos comicios regionales, lo que promete para 2012 unas elecciones generales complicadas para el mandatario galo, que busca un segundo mandato. Su popularidad está en 35%, y 9.5% de la fuerza laboral no tiene trabajo. Un cóctel explosivo.

El 12 de junio, el gobernante Partido Democristiano del primer ministro Jan Peter Balkenende fue relegado a la cuarta fuerza en Holanda.

En España, al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, lo apoya sólo 37% de los electores, mientras que en Italia, el premier Silvio Berlusconi toca fondo en su popularidad, con 41 por ciento.
En ambas naciones los parados representan 20.5% y 9 por ciento.

En Alemania, la coalición de la canciller Angela Merkel da los primeros visos de debilitamiento, mientras que en Portugal, el primer ministro socialista José Sócrates dobla las manos para contar con el apoyo de la oposición conservadora para implementar un programa de ajuste del gasto público.
Grecia, la punta del iceberg de la crisis económica del Viejo Continente, se cuece aparte. El socialista Yorgos Papandreu recibió en noviembre de 2009 un país en ruinas, hundido por la mala administración, el despilfarro y la corrupción de tres gobiernos anteriores. El primer ministro quedó atado de manos por el draconiano paquete de ajuste interno, condicionante para recibir un rescate de 110 mil millones de euros.

¿Y la izquierda?

Las elecciones de la Eurocámara de hace un año confirmaron la hegemonía de la derecha en el mayor Parlamento del mundo (formado por 27 países). Los conservadores y varios partidos nacionalistas, de extrema derecha, euroescépticos y también los verdes arrasaron con los escaños. Significó el derrumbe socialista.
Sin embargo, surge la interrogante de por qué las izquierdas no capitalizan las derrotas económicas de sus opositores en los gobiernos.

Más de dos años de crisis financiera y económica con las secuelas de fuerte crecimiento del desempleo y amenazas para el Estado de Bienestar Social de sus gobernados pusieron de relieve el fracaso de las políticas conservadoras neoliberales.

Pero este cambio de escenario, paradójicamente, no se traduce en ventaja para la centro-izquierda. Los electores europeos siguen sin confiar en los socialdemócratas, cuyo declive en los gobiernos e instituciones de la Unión Europea (UE) es constante, aunque con excepciones.
Una respuesta a este fenómeno la tiene Ramón Jáuregui, secretario general de los socialistas españoles en la Eurocámara.

Considera que uno de los problemas más serios es que “la izquierda sigue dando respuestas en clave nacional cuando los problemas del mundo se gobiernan en mesas internacionales” como el G-20. “Y ahí, la izquierda se pierde porque sólo ofrece una mirada nacional”.
La historia de 2010 en Europa está por escribirse, con más números rojos que hace un año. Tal vez ese color sugiera algo para las izquierdas.

GRECIA


La historia del engaño data desde 1999. Las irregularidades contables de Grecia se conocían desde que accedió al euro, en época de Gobierno del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK).
La corrupción y el tráfico de influencias políticas excedieron la capacidad de los gobernantes del PASOK (1999-2004), Nueva Democracia (2004-2009) y de nuevo el PASOK que dirige el actual primer ministro Yorgos Papandreu.

En 2009 distintas agencias de medición de riesgo comenzaron a revisar a la baja el rating de la deuda de Grecia.

Llegó 2010 y el primer ministro hizo público el dato de que las cuentas del Gobierno de Nueva Democracia de los años 2008 y 2009 no reflejaban la realidad: el déficit era mucho más abultado de lo que las cifras oficiales habían indicado hasta el momento (12.7% del PIB frente a 7 por ciento). La Comisión Europea (CE) reaccionó y puso bajo supervisión las cuentas griegas.

En marzo se adoptó el primer paquete de medidas que consistieron en el recorte del gasto público y el aumento de impuestos especiales y del IVA.

Pero en abril la situación fue insostenible cuando el bono griego descendió al nivel del “bono basura”.
Fue necesario el rescate (132 mil millones de dólares) del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE), a cambio de un paquete de medidas de austeridad más rigurosas que aumentaron el descontento de los griegos.

Durante los recientes tres meses los principales sindicatos convocaron a cinco huelgas generales con  participación masiva de los afectados. El martes 29 será la sexta. Reacciones que tienen que ver con los notables sacrificios económicos que las medidas traen aparejadas para los helénicos.

El programa de Yorgos Papandreu se hizo añicos en apenas siete meses de mandato. Proponía contener el déficit, contemplaba un mayor gasto en inversión pública, aumentos salariales en la administración pública, aumento en las pensiones, luchar contra el desempleo y apoyar al pequeño comercio.

Las inconformidades de la población no cesan y para el 29 de junio está programada una nueva huelga general.

ESPAÑA

Cuando José Luis Rodríguez Zapatero, candidato y líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ganó las elecciones del 14 de marzo de 2004, una de sus banderas de campaña había sido el mantener el equilibrio presupuestario para evitar sobresaltos económicos.

Tras ganar también los comicios de 2008, Rodríguez Zapatero afirmó que sus prioridades serían la lucha por la desaceleración económica y acordar con el Partido Popular (PP) y con los demás grupos la política antiterrorista, la reforma constitucional y la renovación de la justicia.

Hoy, ese crédito político está agotado. Los vaivenes empezaron a hacer mella en el partido en el Gobierno, a grado tal que en enero de 2010, el PP ya se ubicaba con 43.6% en las preferencias, por 38.5% del PSOE.
Agobiado por la crisis mundial, el presidente del Gobierno español se vio forzado a hacer ajustes dolorosos que tienen incidencia en la clase trabajadora, en especial los 2.6 millones de empleados del Estado, a quienes les redujo 5% el salario y les congeló las pensiones.

Estas medidas antipopulares, aunado a los cinco millones de españoles sin empleo, le acarrearon críticas y huelgas nacionales, y según la más reciente encuesta, el PSOE registró un nuevo descenso en la popularidad, al ubicarse en 37.2%, mientras que el PP cosecha puntos del disgusto de los ciudadanos y ahora su popularidad es de 45.1 por ciento.

La brecha entre ambos partidos crece en favor de la oposición, liderada por el gallego Mariano Rajoy, quien en dos ocasiones ha perdido en los comicios contra Rodríguez Zapatero.

Y más ahora que el jefe del Gobierno decretó la reforma laboral, que fue rechazada por los sindicatos, y no bien recibida por los patrones.

ALEMANIA


La primera economía de Europa, dirigida por la canciller Angela Merkel, presidenta de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), resintió los efectos de la crisis global en 2008, con una etapa de recesión los trimestres segundo y tercero de ese año, con impactos de 0.4 y 0.5% de su PIB, respectivamente.

Para 2009 la economía germana sufrió una contracción de 2.25%, la que fue su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial (SGM), ya que sus exportaciones se desplomaron, aceptó el Gobierno de Merkel.
Empero, Alemania es puntal en la Zona Euro y presiona al grupo de los 27 para que los países se disciplinen en sus gastos para evitar situaciones como la de Grecia.

La Alemania gobernada por Merkel desde noviembre de 2005, que ya registra un repunte económico mínimo, anunció un paquete de recortes para ahorrar 60 mil millones de dólares hasta 2016, medida que no gustó al opositor Partido Socialdemócrata, pues afectará a quienes menos pueden defenderse y no recae “sobre los causantes de la crisis financiera”, refiriéndose a los especuladores.

También los sindicatos manifestaron su desagrado con los planes oficiales.
A ese descontento hay que agregar la renuncia el 31 de mayo el presidente Horst Koehler, quien fue criticado por opinar que pudieran ser necesarios despliegues militares “para defender nuestros intereses, por ejemplo, rutas de comercio”, lo que fue tomado por muchos como una referencia a la impopular misión alemana en Afganistán.

Los ajustes económicos, por demás impopulares, podrían cobrar factura posterior a Merkel, quien en 2009 fue reelecta como canciller. Ya el sábado 12 de junio hubo protestas por el recorte a los servicios sociales, tanto en Berlín como en Stuttgart.

ITALIA


La polémica es un sello distintivo de los gobiernos del primer ministro Silvio Berlusconi. El revuelo que levantó la ley Alfano es sólo ejemplo, porque establece que los cuatro mayores dirigentes del Estado, el presidente de la República, el primer ministro y los presidentes de la Cámara de Diputados y el Senado, no pueden ser juzgados por ningún delito no relacionado con su cargo mientras permanezcan en el Gobierno. Asimismo, la oposición acusa a Berlusconi de mantener tratos con la mafia calabresa. También pesan sobre él señalamientos por escándalos sexuales.

Para Berlusconi no es un momento fácil. La crisis económica le obligó a pedirles a los italianos apretarse el cinturón. El congelamiento de los salarios de los más de tres millones de empleados públicos a partir de este año y hasta 2013; el aumento de 60 a 65 años de la edad de jubilación de las mujeres, y la creación de un impuesto de 10 euros a los turistas que se alojen en Roma, iniciativa que provocó encendidas protestas de la federación de hoteleros, son algunos de los ajustes que despertaron inconformidades.

Las medidas significaron un abrupto cambio de posición en el seno del Gobierno de Berlusconi. que en los recientes dos años se caracterizó por las previsiones optimistas y la reiterada negación de la existencia de una crisis económica. Para abril, el desempleo llegó a 14 millones de italianos en edad productiva.

La imagen de “Il Cavalieri” está a la baja. Este nuevo periodo lo inició el 8 de mayo de 2008 y su popularidad estaba en 62%. Dos años después, apenas 41% de los italianos le tiene confianza.

INGLATERRA


El nuevo Partido Laborista, el de la tercera posición, apareció en Inglaterra en 1997 con la llegada del carismático primer ministro Tony Blair, como la nueva panacea para un país que clamaba por mejores servicios de salud, educación y una economía estable.

Por años todo marchó bien, incluso Inglaterra logró estándares de vida mejores que Francia y Alemania hacia 2005.

Pero en 2007 el laborismo hizo un movimiento que a la postre no resultó. Gordon Brown pidió que Tony Blair, cuya imagen se desplomó por la invasión a Iraq, dejara el liderato del partido y el Gobierno para él asumirlo.

El 10 de mayo de 2010 Brown dimitió como primer ministro luego de que los laboristas perdieran las elecciones cuatro días antes. Durante su gestión, de casi tres años, Inglaterra salió apenas de la recesión y fue absorbida por la crisis global, a lo que se sumó un fuerte gasto público que salió a la luz pública una vez que el nuevo primer ministro, el conservador David Cameron, tomó su cargo.

Las cifras de la crisis inglesa desnudan el porqué del cambio de rumbo, después de 13 años de laborismo. El déficit público es de 213 mil millones de dólares, y Cameron prepara a los ingleses para medidas de emergencia, que son necesarias para reducir un déficit de presupuesto cercano a 11% del PIB.

FRANCIA


El 18 de febrero de 2009 el presidente francés, Nicolas Sarkozy, propuso una serie de medidas sociales por tres mil 180 millones de dólares financiadas por el Estado para hacer frente a los efectos de la crisis económica. El jefe del Estado galo estableció cuatro objetivos: el empleo, la justicia, la protección de los hogares más modestos de la clase media y el diálogo social.

Para beneplácito de Sarkozy, la economía francesa frenó su caída y el Producto Interno Bruto (PIB) entre abril y junio registró un alza de 0.3% en comparación con el trimestre anterior.
Sin embargo, la última encuesta (23 de abril) sobre la popularidad de Sarkozy revela su realidad. Sólo 35% de los franceses tiene una opinión positiva de él.

El 10% de la fuerza laboral no tiene empleo, y para colmo de males, el sábado 12 de junio anunció un recorte en el gasto público por 54 mil millones de dólares, presionado por las políticas de la UE.

Pese a que Francia es la nación europea que mejor sorteó la crisis global, los ciudadanos cobraron con voto de castigo en las elecciones regionales del 14 y 21 de marzo. La izquierda fue la vencedora sobre el partido en el poder, la conservadora Unión por un Movimiento Popular. A Sarkozy todavía le quedan dos años para corregir el rumbo.

PORTUGAL


Una de las acciones más drásticas del Gobierno de Lisboa para afrontar su crisis económica fue cuando el 13 de mayo el primer ministro socialista, José Sócrates, anunció una reducción generalizada del gasto público, el recorte de 5% en los salarios de altos cargos y políticos, un aumento del impuesto de la renta entre 1% y 1.5%, y otro del IVA, que sube de 20% a 21 por ciento.

Pero en esta decisión contó con el apoyo de la oposición, representada por el conservador Pedro Passos Coelho.

El plan de austeridad esperado por la UE y los mercados internacionales está encaminado a bajar este año el déficit de las cuentas públicas de 9.4% en que se situó en diciembre de 2009 hasta 7.3 por ciento.

Las nuevas medidas económicas del Gobierno del socialdemócrata Sócrates (premier desde el 12 de marzo de 2005) siguen a las anunciadas en los recientes dos meses, que incluían congelación de salarios y reducción de personal en la Administración, suspensión de obras públicas, nuevos peajes en las autopistas, impuestos a las rentas más altas y plusvalías de bolsa y venta de empresas del Estado.

Passos Coelho condicionó su apoyo al Gobierno y destacó la creación de una comisión independiente de seguimiento presupuestario que, por primera vez, fiscalizará el ahorro estatal.

HOLANDA


Tras ocho años de Gobierno del Partido Demócrata Cristiano, con el primer ministro Jan Peter Balkenende al frente, Holanda tuvo su inesperada renuncia en febrero, motivada por las presiones parlamentarias para sacar de Afganistán a las tropas enroladas en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Pero la crisis económica y la necesidad de restaurar la prosperidad del país también fueron factores que los candidatos a la Legislatura palparon en sus campañas.

La gestión de Balkenende se ha caracterizado por sus constantes divisiones, y tuvo que reformar su gabinete en tres ocasiones.

Las elecciones del 9 de junio confirmaron el cansancio del electorado hacia los democristianos de Balkenende, que ahora serán la cuarta fuerza, y prefieren apoyar al líder del VDD, Mark Rutte, quien ganó 31 escaños, por 30 del Partido Laborista encabezado por Job Cohen.

Rutte ha propuesto restaurar la solvencia de las finanzas públicas con un ahorro drástico que supone recortar el gasto público 47 mil millones de dólares en cuatro años, pues el actual déficit presupuestario de Holanda es de 6.6% del PIB.

Lo que sigue para Rutte es buscar una alianza para formar Gobierno, pues no alcanzó la mayoría parlamentaria en los comicios recientes. El laborista Job Cohen ya dijo que rechaza una eventual coalición.

HUNGRÍA


Hungría, uno de los países más afectados por la actual crisis económica, recibió en octubre de 2008 un préstamo de 24 mil millones de dólares del FMI, la UE y el Banco Mundial (BM), a fin de evitar la inminente bancarrota.

Budapest, que mantiene al florín como su moneda, al igual que Grecia engañó con su información económica, según el vocero del premier magiar Péter Szíjjártó.

“El anterior Gobierno de Hungría falseó los datos”, pero aclaró que Hungría aún no está así, en la bancarrota, como el Gobierno de Atenas.

El flamante jefe del Gobierno húngaro, Viktor Orban, quien el 29 de mayo asumió el poder, presentó el ocho de junio pasado un programa de medidas tendientes a limitar el déficit público, lo que parece dar más garantías a los inversores sobre la salud presupuestaria de ese país.

El déficit húngaro en 2009 fue de 4% del PIB, que es bajo en comparación con 6.8% de la UE, 11.2% de España y 13.6% de Grecia, según Eurostat.

Pese a los ajustes obligados, el primer ministro Viktor Orban tiene margen para intentar cumplir sus promesas de campaña que son claras, pero difíciles: “reconstruir el país” y sacarlo de las ruinas en las que, asegura, lo dejaron los socialistas.

REPÚBLICA DE IRLANDA

Al final de los 90, la República de Irlanda vivió un boom económico que le permitió alcanzar el mayor crecimiento de la zona euro. Hoy, sus bonos son los más riesgosos y su Producto Interno Bruto (PIB) podría caer 10 por ciento.

Irlanda fue el primer país de Europa en entrar en recesión, casi duplicó el desempleo en 2009 (de 4.7% pasó a 8.3%) y el déficit público podría alcanzar 12% del PIB si el Gobierno no reduce su nivel de gasto.
El primer ministro Brian Cowen, del partido liberal Fianna Fáil, con dos años al frente del Gobierno de Dublín, ya aplicó ajustes, pero no tendrá más remedio que recurrir al financiamiento para sostener el paquete de ayuda, que se calcula en 19 mil millones de dólares.

Pero hay algo más: el rescate de los bancos es mucho más costoso que en otros países, ya que el esquema que garantiza la deuda en poder de estas entidades es igual a 11 veces el tamaño de la economía irlandesa. La reacción de los habitantes se manifestó con una mega protesta de 100 mil personas en la capital.

La alianza gubernamental de los liberales con el Partido Verde y los Demócratas Progresistas está endeble.

Testimonio

Zapatero va por el camino correcto

Gustavo Adolfo Taborda, empleado en Barcelona

Gustavo Adolfo Taborda trabaja en una tienda de conveniencia en Pineda de Mar, provincia de Barcelona. Es un hispano-argentino acostumbrado a las frecuentes crisis que durante 40 años le ha tocado vivir en su país de origen.

“Un trabajador que ha nacido y vivido toda su vida en España no está acostumbrado a este tipo de situaciones. Hasta hace poco era común que trabajara con muy poco esfuerzo y que exigiera mucho de su patrón, sin preocuparse por la continuidad laboral, pues sabía que si lo despedían, a la vuelta de la esquina conseguiría otro trabajo, incluso mejor”.

“Lo que nos toca vivir ahora en España es una retracción del mercado laboral internacional, que paga sobre todo la gente con escasa formación profesional, los inmigrantes sin papeles, los mayores de 50 años y jóvenes sin experiencia que aspiran a ingresar a ciertos trabajos”.

Gustavo afirma que “a los nativos” les cuesta bajar sus pretensiones laborales, salir a “patear la calle”, a dejar currículos, apuntarse en páginas web buscadoras de empleo o inscribirse en las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) y “aceptar lo primero que salga”.

De acuerdo con la percepción de Taborda, siempre será más fácil apuntarse en el Instituto Nacional del Empleo (INEM) en busca del subsidio al que aportan todos los que trabajan en blanco.

“El Gobierno ha propuesto una serie de reformas, en las que se flexibiliza y abarata el despido sobre todo para empresas en la que están con problemas de hacer frente a sus pagos con proveedores, que a decir de Rodríguez Zapatero es para animar a los empresarios a convertir los contratos temporales en fijos, cuyo principal inconveniente es, justamente, el alto coste del despido”.

“Si bien el paro ha descendido, todavía sigue siendo elevado: más de cuatro millones de personas, casi 20 % de la población activa y algo menos de 10 % de la población total de España, que está en el orden de los 47 millones. Estos datos alimentan, obviamente, los reclamos de la Unión General de Trabajadores (UGT) y de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CCOO) que derivará en el tercer paro general de la democracia española”.

Empero, Gustavo cree que las medidas que adopta Zapatero terminarán, finalmente, no sólo por reactivar empleo en España, sino por hacer más sólido el vínculo laboral entre trabajador y empresa.
 
La opción de Zapatero es la mejor para el país, dice el trabajador, puesto que está dando respuestas correctas a una crisis internacional, que empezó en Estados Unidos y no en España, precisamente.

Peor, dice, son las respuestas que desde la derecha ofrece Mariano Rajoy.

La reforma laboral, decretada recientemente por el Gobierno español, terminará por impactar al país, en beneficio directo de trabajadores y patrones

Análisis

Un sueño posible

Sara Núñez de Prado Clavell

Algunos cuentos se hacen realidad. Otros sirven para entender esa realidad. Es fácil comprender que si de un saco lleno sacamos contenido sin reponer nunca, éste terminará vacío. Si añadimos la incapacidad de hacer un análisis real de la posibilidad de endeudamiento que se tiene y la característica humana de siempre ver lo que falta y nunca lo que se posee, tendríamos una visión aproximada de la crisis, ya que eso es parte de lo que ha pasado con el modelo del bienestar actual.

Nuestros estados cada vez ofrecen mayores y mejores coberturas porque los derechos sociales lo exigen. Cuando las cuentas no salen, se pide prestado alegremente y cuando llega el vencimiento si no podemos pagar renegociamos la deuda.

Mientras, el ciudadano obtiene rebajas de impuestos y un dinero cada vez más barato para poder consumir más para que las economías crezcan. Un día, el sistema cae. ¿Qué ha pasado? ¿Qué hicimos mal?

A partir de ese momento saltan voces gritando que el actual modelo económico no funciona, que el capitalismo está pereciendo y que Europa fracasó con su estado del bienestar. El alarmismo y la demagogia son libres, pero el análisis debe imponerse sobre la necedad.

Nuestro modelo económico está en crisis, pero éste no es su final, entre otras razones porque no existe recambio efectivo. Se requieren  reformas estructurales que lo adapten a los nuevos contextos y que impongan al modelo una flexibilidad que no ha tenido.

Por ejemplo, sería necesario que los sistemas públicos de pensiones se combinasen con fórmulas privadas y soluciones creativas que atemperen el hecho de que nuestra pirámide de población se ha invertido y que cada vez hay menos jóvenes.

Igualmente sería ineludible una reforma laboral que permita flexibilidad a la hora de contratar y despedir, pero que a la vez configure un mercado dinámico en el que ser despedido no sea un drama, sino una oportunidad para cambiar de trabajo. Y como éstas, otras cuestiones de revisión urgente como las reformas fiscales y la imposición de controles financieros.

En definitiva, el sistema ni ha muerto ni hay que asesinarlo, aunque sí reformarlo. Exige el esfuerzo conjunto, la generosidad ciudadana suficiente como para ceder parte de lo ganado y el compromiso de los poderes públicos y agentes sociales de que lo que se ofrece no se dilapidará por la estupidez e incapacidad de algunos de los tristes gobiernos que ahora nos dirigen.

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