Miércoles, 24 de Abril 2024
Internacional | Reinicia era de relaciones

China califica como un éxito la visita de Hu a Washington

Agencias del país asiático aseguran que la visita abre la posibilidad de un nuevo capítulo de cooperación bilateral

Por: EFE

El presidente chino Hu Jintao se despide en el Aeropuerto Internacional O´Hare antes volver a China. AP  /

El presidente chino Hu Jintao se despide en el Aeropuerto Internacional O´Hare antes volver a China. AP /

BEIJING, CHINA (24/ENE/2011).- Tras el regreso del presidente chino, Hu Jintao, a su país después de cuatro días de visita a Estados Unidos, la prensa oficial calificó unánimemente como un éxito el viaje sin mencionar las instancias que recibió a respetar los derechos humanos.

Para el diario “Global Times”, la visita de Hu abre un nuevo capítulo en las relaciones entre la primera y segunda potencia económica.

“Se considera en general que, en esta nueva era, China y Estados Unidos necesitan reforzar sus relaciones políticas y económicas”, señala el rotativo, subrayando que “durante la visita, los dos países acordaron construir una asociación cooperativa basada en el respeto y el beneficio mutuo”.

La agencia oficial de noticias Xinhua, publicó una breve nota tras el regreso del mandatario a su país explicando la agenda de la visita y los documentos firmados.

Y a continuación, un análisis con el que abren las principales cabeceras del país, como el oficial “China Daily”, que incluye las palabras del jefe de la diplomacia china, Yang Jiechi, a su regreso del viaje.

Según Yang, la visita de Hu a Estados Unidos “ha traído muchos frutos y abierto un nuevo capítulo en la cooperación entre ambos países”.

La última visita del mandatario chino, en calidad de líder de la segunda potencia económica y en plena recuperación económica global, ha sido distinta de la última que realizó en 2006, ya que debido a la dependencia económica mutua en esta ocasión Hu ha sido tratado con todos los honores, 21 salvas y cena de gala incluida a la que asistieron personalidades políticas, del espectáculo y empresarios.

El ministro de Asuntos Exteriores señaló que “los medios estadounidenses e internacionales han dado gran importancia a la visita y han hablado muy bien del viaje de Hu, calificándolo de histórico en un momento crucial y cuya importancia se ha manifestado en toda la pompa y la ceremonia ofrecida por el Gobierno estadounidense”.

La visita, prosiguió Yang, “ha logrado una gran influencia en todo el mundo”, y a continuación la catalogó como un “paso diplomático que ha obtenido abundantes frutos”.

China, en palabras de Yang, ha presentado una imagen de “paz, desarrollo, apertura y progreso” con la visita de Hu, frente a las críticas que recibe en el país norteamericano por mermar el mercado laboral con sus exportaciones o por sus violaciones de derechos.

Yang pasó de puntillas sobre el tema de los derechos humanos, uno de los más espinosos entre las dos potencias, mencionando únicamente que “algunas visibles diferencias permanecen en ciertos asuntos”.

Aunque el premio nobel de la Paz 2009, Barack Obama, evitó mencionar la situación de su sucesor en el galardón en 2010, el preso político chino Liu Xiaobo, en sus reuniones con el mandatario chino, Hu sí tuvo que responder a críticas por el encarcelamiento de Liu y otros disidentes en su comparecencia ante el Congreso.

Junto con este aspecto, la prensa china evita mencionar también las manifestaciones que se produjeron frente a la Casa Blanca en favor de los derechos humanos en China y la independencia del Tíbet mientras se reunían los dos mandatarios.

ANÁLISIS
Estados Unidos vigila su patio trasero
Soledad Gallego-Díaz


La creciente presencia de China en América Latina es objeto de vigilancia permanente por parte de Estados Unidos, que no quiere ver disminuida su “relación privilegiada” con la región ni que ésta se sacuda su histórica dependencia comercial y económica, algo que todavía se mantiene con fuerza. Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial de los países latinoamericanos y su principal conexión “cultural”, y es difícil que eso pueda cambiar a corto o medio plazo, pero la nueva presencia china como importante agente económico mundial puede reequilibrar fuerzas en lo que Washington ha considerado siempre su “patio trasero” y eso genera una cierta inquietud, cuando no abierto malestar, en los sectores más conservadores de la política norteamericana.

Quizás por eso, China, que ha multiplicado su comercio con la zona en los últimos años de manera exponencial, en búsqueda de las ansiadas materias primas que exige su propio crecimiento económico, se mueve en América Latina con extremada prudencia, evitando cualquier gesto que pueda irritar o provocar una confrontación con Washington.

“No es cierto que Estados Unidos perciba la presencia china en América Latina como una amenaza. Creemos, por el contrario, que puede beneficiar a sus economías y ayudar a la creación de empleo en el área”, aseguró el secretario de Estado adjunto para Asuntos Americanos, Arturo Valenzuela, durante una reciente visita a Beijing. Valenzuela puso de relieve que América Latina en su conjunto solo representa por ahora 5% del comercio total de China, mientras que la relación comercial de Estados Unidos en esa misma área ronda 40 por ciento. “Hay, pues, mucho espacio para que esa relación crezca”. De hecho, el aumento del comercio de China con América Latina ha ayudado a estabilizar esas economías y a sostener el desarrollo de esos países, algo que beneficia también a Washington.

El desembarco económico chino en América Latina ha coincidido con una relativa pérdida de interés por parte de Washington, volcado, a raíz del S-11, en la lucha antiterrorista y en las guerras de Iraq y de Afganistán. Ese relativo bajón en la intensidad de las relaciones, denunciado siempre como un peligro por los sectores más conservadores de ambos lados, no significa que la Casa Blanca o el Congreso hayan dejado de estar muy atentos a lo que ocurre en la vida latinoamericana. Beijing parece ser plenamente consciente de ello e insiste en que su interés es exclusivamente comercial, sin ninguna connotación ideológica ni, por supuesto, militar. De hecho, sigue siendo Rusia la que mantiene acuerdos de cooperación militar o venta de armas en la zona, mientras que China se mantiene escrupulosamente alejada de ese campo.

La zona donde se pueden producir mayores roces es, según la mayoría de los especialistas, en la relacionada con las reservas de petróleo. China supone más de 40% del crecimiento de la demanda mundial de energía y busca en América Latina no sólo soya o cobre, sino también acuerdos que le garanticen el suministro de petróleo o inversiones que le faciliten el acceso a reservas actuales o potenciales. Estados Unidos, que ha frustrado ya alguna maniobra de Beijing para controlar alguna empresa norteamericana del sector, mira atentamente sus progresos, sobre todo en Brasil o en Argentina.

El tercer lado del triángulo, América Latina, no oculta su entusiasmo por la irrupción de China como socio comercial. Es cierto que algunas voces critican que la región exporte casi exclusivamente materias primas mientras que importa manufacturas (el salario medio chino es aproximadamente un cuarto del salario medio latinoamericano), pero también es verdad que ese problema (y la consiguiente dificultad para competir con China dentro del propio mercado de Estados Unidos) afecta sobre todo, por el momento, a México y a América Central.

La mayoría de los países de Sudamérica piensan, por el contrario, que el crecimiento económico de China ha sido su mejor tabla de salvación frente a la última crisis y que puede ser su mejor ayuda para seguir sosteniendo su desarrollo y un progresivo reequilibrio de influencias. China se ha convertido, de la noche a la mañana, en el principal socio comercial de varios países latinoamericanos.

Es, por ejemplo, el punto de destino de entre 20% y el 15% de las exportaciones de Chile o Perú o de 13% o 14% de las exportaciones brasileñas o argentinas. Nada parece impedir que esa relación siga viento en popa en los próximos años.

Lo que queda

Durante su visita de cuatro días a Washington y Chicago, el presidente chino Hu Jintao se reunió con su homólogo estadounidense, Barack Obama, y con el vicepresidente Joseph Biden, entre otros altos funcionarios, además de visitar inversiones chinas y un Instituto Confucio de enseñanza del mandarín para apoyar las aportaciones chinas a la economía y la cultura de Estados Unidos.

 Así como también cerró varios contratos con el mandatario estadounidense por un valor de 45 mil millones de dólares, incluida la compra china de 200 aviones Boeing.

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