Vamos al cine

Primero el ser y luego su diversión, que aunque necesaria, en momentos críticos pasa a segundo plano. Las salas de proyección cinematográfica hacen un alto en el camino, acatando disposiciones preventivas en bien de la salud. Pero la función habrá de continuar.

Este año serán sólo 360 días de función y no el número total de los días naturales, los que accionen los proyectores; pero lo importante será redimir las pérdidas con ímpetu de servicio fortalecido en la programación y cuanto tiene el Cine en la penumbra de audiencia colectiva.

La vida continúa y el Cine también, como ha sido durante más de un siglo. Este tropiezo contiene el valor de la solidaridad y la reflexión respecto al servicio y sus atributos, distintivos y cualitativos entre los que cuenta la difusión cultural global.
El tiempo en su transcurrir establece nuevas experiencias que atrae el Cine imitando espacios de la vida misma; la crisis es uno de ellos. Seguramente creativos realizadores están trabajando en el o los guiones de cintas que demuestren, una vez más, la fraternidad en la adversidad.

Estamos ante la oportunidad de difundir, con las herramientas del Cine en la globalidad, el mensaje de unidad de la población con las autoridades, dando a conocer el “otro lado de la moneda” en momentos difíciles y por añadidura exponer valores de la sociedad, que también libra la lucha por superar los avatares de economía e inseguridad.

Este es el momento de proyectar por medio del Cine, que ¡sí se puede! encontrar la luz al final del túnel. El Cine tiene la capacidad de crear la conciencia colectiva, dentro y fuera del país. El nombre de México, a través de los medios, está en boca del mundo; esta es la oportunidad de posicionar la fortaleza para superar el infortunio. Imaginación y creatividad son las herramientas para logarlo.
Dios nos guarde de la discordia.

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