GUADALAJARA, JALISCO (19/AGO/2016).- Una escena de los “Simpsons”: en un basurero se ve una gran pila de casetes beta, una más de VHS y otro espacio vacío con el letrero “Reservado para los DVD”. Poco a poco, los formatos digitales han decaído en sus ventas frente a servicios de streaming, pero no a los niveles del Betamax y VHS, cuyos fabricantes ya abandonaron ese nicho de negocios.En julio pasado, la empresa Funai Electric anunció que dejaría de fabricar videocaseteras para VHS, siendo ellos los últimos productores de éstas (Panasonic se retiró de ese mercado en 2012). La decisión se tomó luego de que en 2015, Funai vendió sólo 750 mil, siendo que en su apogeo llegaron a comercializar hasta quince millones de piezas al año.¿El anuncio anterior puso en alerta a la sociedad e incrementó la demanda del servicio de transferencia de formatos analógicos en digitales? La realidad es que no. En Guadalajara existen varias empresas que prestan este tipo de servicios, pero éste sólo forma parte de un giro alterno que conjugan con otros servicios multimedia. Es decir, no se limitan al VHS, pues también trabajan carretes de ocho milímetros, Super8, Betamax, MiniDV, entre otros.¿A qué se debe que no exista más demanda? El ingeniero Jesús Castillo, de Koph Video, comenta a EL INFORMADOR que en su experiencia la gente suele no tener conocimiento de que se pueden transferir sus viejos videos y al no saberlo, no lo piden. Por ello él busca hacerse promoción de boca en boca y vía internet. Además, su trabajo incluye una limpieza de la imagen, y con base en la calidad de origen, el producto que entregan es en formato HD, con imágenes de 720x480 (pronto migrarán a 1080, para mayor resolución). Sobre los costos señala que por dos horas de grabación el precio de transferencia es de 300 pesos.Otras empresas vinculadas al mundo del video incorporan entre sus servicios la transferencia de estos formatos, pero no es su giro principal. Una de ellas es Eventos Muñoz, más especializados en fotografía y video de eventos (bodas, XV años, etc.). Su costo por transferencia es de 100 pesos por dos horas de grabación.VHS Vs LPLas nuevas tecnologías enfrentaron a lo analógico y lo digital. Para muchos nostálgicos, hay productos cuya presentación clásica sigue vigente: como la música en un LP.Es decir, la calidad es una diferencia para que la elección entre VHS y DVD (y ahora el streaming), no haya tenido el mismo fin que la disyuntiva entre un MP3 y un vinil. En 2007, el negocio del vinil repuntó, luego de quince años a la baja. Desde entonces sólo ha crecido hasta alcanzar, en 2014, 218 millones de dólares en ganancias a nivel mundial. Un renacimiento como éste se ve poco menos que imposible para los casetes VHS, pues su fidelidad no se acerca a lo que ofrecen los nuevos formatos.Para ello sería necesario que una tribu urbana adoptara su uso, como sucedió con el impulso que tuvieron los viniles de mano de los llamados hípsters. La actualidad que le resta al casete de VHS es la de transferencia: pasar su contenido a un nuevo formato más resistente, para luego trasladarse al basurero tecnológico que parodiaron los Simpsons.Auge y caída del VHSLa tecnología para grabar video en cintas magnetofónicas empezó en los cincuenta, siendo un impulso para la televisión. En esa década y la siguiente, los casetes y reproductores tuvieron precios exclusivos para el rubro profesional. En los setenta comenzó el auge de los casetes de video caseros. VHS y Betamax fueron los formatos que compitieron por ganar más espacios en las casas.El “Video Home System” (VHS) terminó quedándose con las mayores ventas.Los ochenta y el primer lustro de los noventa fueron sus años de esplendor. Las personas adquirieron no nada más las películas y series en el formato; también, nació la práctica de registrar los momentos especiales con las cámaras de video: fiestas de bodas, primeras comuniones, XV años... A pesar de que las ventas decayeron en el decenio comprendido entre 1997 y 2007, la gente no tiró de inmediato sus colecciones.Para el común de los mortales, deshacerse de un VHS de una película ochentera es una decisión fácil: si se puede conseguir en DVD o está en Netflix, ¿para qué guardarla? El problema viene cuando esa cinta de VHS lo que tiene son 45 minutos de una fiesta familiar de hace treinta años; puede que sea la única copia, y recordar es volver a vivir.Pero el tiempo no perdona: el polvo y la falta de uso generan que las videocaseteras no respondan como lo hicieron en antaño.