Rihanna ofrece show en Barcelona

BARCELONA, ESPAÑA (14/DIC/2011).- Alto voltaje sexual, mucho espectáculo y un público entregado son las principales características del concierto que ofreció Rihanna en Barcelona, el primero en esta ciudad y uno de los últimos de su gira "Loud", que la llevará mañana a Madrid.

La aparición en escena de la cantante caribeña fue grandiosa. Fuegos artificiales precedieron a las cuatro pantallas gigantes redondas que se abrieron para dejar entrar a Rihanna dentro de una cápsula transparente de la que salió cantando "Only Girl in The World", bailando sobre unos tacones amarillos y ataviada con una chaqueta azul eléctrico.

Ocho bailarines, nueve pantallas gigantes, una cinta transportadora sobre el escenario, mucho humo, vídeo-clips frenéticos, un espectacular juego de luces y una plataforma hidráulica arroparon a la reina de la sensualidad, que en el segundo tema se quitó la chaqueta para quedarse en bikini.

Tras un par de temas muy bailables, entre ellos "Shut up and drive", llegó el turno a los ritmos reagge de "Man down" y el primer cambio de atuendo.

En la segunda parte del espectáculo los bailarines se vistieron de negro y Rihanna hizo las delicias del público cuando ha aparecido con un body negro de estilo sadomasoquista y movió las caderas con las manos atadas con cuerdas y esposas.

La temperatura fue subiendo hasta llegar a su punto álgido cuando elegió a un hombre entre el público, lo lanzó sobre la plataforma hidráulica y bailó sobre el afortunado con movimientos de estrella porno.

Con otro cambio de vestuario se impuso la estética de guerra, con cañón sobre el escenario incluido.

Una nueva plataforma le permitió a la cantante de Barbados acercarse más al público y tocar la batería con más energía que aptitudes musicales.

Los presentes enloquecieron con "Live your life" y los gritos de "Barcelona! Are you ready?" que lanzaron la energética caribeña de 23 años.

El público agotó las localidades y en el Palau Sant Jordi se congregaron 18 mil espectadores, principalmente jóvenes y adolescentes, algunos rozando la infancia y acompañados de sus padres.

La mayor parte de los presentes pagaron 50 euros por el placer de bailar al ritmo de Rihanna a una distancia prudencial del escenario, pero algunos llegaron a desembolsar 400 euros por una entrada que les dio derecho a ver el espectáculo desde el lateral del escenario, un lote de productos y saludar personalmente a la cantante.