Lunes, 02 de Diciembre 2024
Entretenimiento | Zara Phillips, nieta de Isabel II, se casó hoy en Edimburgo con un jugador de rugby

Otra boda real del año sin cámaras de televisión, ni multitudes

Los Windsor celebran ‘la otra boda real’

Por: EFE

Zara Phillips y su marido Mike Tindall optaron por una ceremonia discreta. AFP  /

Zara Phillips y su marido Mike Tindall optaron por una ceremonia discreta. AFP /

LONDRES, REINO UNIDO (30/JUL/2011).- Sin cámaras de televisión, sin dignatarios extranjeros ni grandes multitudes, Zara Phillips, nieta de Isabel II, se casó hoy en Edimburgo con un jugador de rugby protagonizando la segunda, aunque muy diferente, boda real del año en el Reino Unido.

El enlace de la hija de la princesa Ana volvió a congregar a la Familia Real británica al completo, pero no tuvo nada que ver ni en dimensión ni repercusión pública con la espectacular boda del príncipe Guillermo y Catalina, el pasado 29 de abril.

La campechana Zara Phillips, reputada amazona de 30 años, y su marido, Mike Tindall, de 32, optaron por una ceremonia discreta, a puerta cerrada, en la pequeña iglesia de Canongate Kirk de Edimburgo, muy lejos de la grandiosa Abadía de Westminster donde se casaron los Duques de Cambridge.

La novia, con velo y tiara, eligió un vestido de seda color marfil diseñado por un habitual de la familia, Stewart Parvin, conocido por ser el responsable de los coloridos e identificables vestidos de su abuela, Isabel II.

Mike Tindall, un corpulento jugador de rugby de nariz aplastada y más de cien kilos de peso, no vistió, como se esperaba, la tradicional falda escocesa y optó por un clásico chaqué.

Se trataba de un acto privado, pero unos cientos de personas esperaron horas en los alrededores de la iglesia para ver de cerca a los 300 invitados entre los que se encontraba el príncipe Carlos y su esposa, Camilla, y el príncipe Enrique.

Entre los asistentes también hubo bastantes caras conocidas del mundo del deporte como los jugadores de rugby Jonny Wilkinson y Ben Youngs, la medallista Amy Williams o el veterano corredor de F1 Jackie Stewart.

Algo que chocaba con la ausencia de políticos o dignatarios extranjeros.

Pero sin duda, los que más entusiasmo generaron entre los curiosos fueron el príncipe Guillermo y su mujer Catalina Middleton, que llegó con un traje y un sombrero color crema de Jane Troughton, y su invariable sonrisa.

La reina de Inglaterra, Isabel II, con un vestido color rosa, no quiso perderse la ocasión de celebrar junto a su marido, el duque de Edimburgo, el primer enlace de un miembro de los Windsor en Escocia desde que la madre de la novia se casara por segunda vez allí hace 20 años.

La relación de la princesa Ana con los escoceses, no muy monárquicos, ha sido siempre muy estrecha, tanto es así que ella es uno de los miembros de la Familia Real más queridos en esta región. Y con la boda de su hija allí, el vínculo se afianza.

Muchas fueron las diferencias de esta boda con el mediático enlace de Guillermo y Catalina, seguido por dos mil millones de personas a través de televisión y que supuso unos gastos en seguridad de más de 15 millones de libras (unos 17 millones de euros).

Uno de los gastos más abultados de la boda de hoy será la donación de 40 mil libras (unos 46 mil euros) que ha hecho la Reina al palacio de Holyroodhouse, donde se celebró el banquete, y que ha tenido que cancelar sus visitas al público durante cinco días.

El alquiler de la iglesia ascendió a 300 libras (unos 342 euros), más otras 75 libras (unos 86 euros) que costó contratar al organista.

Los recién casados fueron presentados en 2003 por el príncipe Enrique en un bar de Sydney (Australia), mientras celebraban la victoria en esa ciudad de la selección inglesa de Rugby, de la que el novio era capitán.

Durante sus ocho años de noviazgo, Zara y Mike han mantenido un perfil público bastante bajo, aunque ella es una de las caras más habituales de la prensa del corazón.

La siempre rebelde e inconformista Zara Phillips excampeona mundial de saltos ecuestres, anunció hoy que mantendrá su nombre de soltera y no adoptará el apellido de su marido, como marca la tradición británica, lo que supone una decisión sin precedentes para una mujer de la Familia Real.

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