Obsesión por Tijuana

GUADALAJARA, JALISCO.- Heriberto Yépez, una voz crítica y por lo tanto polémica de la literatura y el periodismo mexicanos, está de visita en la FIL con su nuevo libro, Al otro lado (Planeta), inspirado en el “crimen desorganizado” que vive su natal -odiada y adorada- Tijuana.

Para Yépez, Tijuana “no es un tema, es una obsesión, es mi realidad cotidiana imposible de pasar por alto. Hace como seis semanas salí a la calle y vi unos tambos azules, muy raros; después me enteré que adentro había personas disolviéndose en ácido. Una ciudad así de violenta te obliga a repensar qué es el ser humano, qué es el mexicano”.

Víctima, como todos los tijuanenses, del “crimen desorganizado” -al desarticularse el cártel de Tijuana y convertirse en “tribus armadas, drogadísimas”-, en su ciudad, o al menos como él lo percibe, “escribir no es un pasatiempo, porque vives en el contexto de la violencia permanentemente”.

Añade que “en Tijuana no hay motivo literario, sino rabia e impotencia. La verdad es que en parte escribí este libro para calmar mis nervios, pero también porque me siento responsable de decir lo que ocurre ahora, porque antes la violencia en Tijuana era como una leyenda negra, había algo de mito fomentado por los medios. Pero desde hace pocos años, los medios se quedaron cortos, por ejemplo veo López Dóriga y no veo reflejada Tijuana”.

La familia de Heriberto Yépez vive en Estados Unidos, situación que el escritor no ha querido imitar, pese al ambiente de hostilidad que vive como periodista. Para él, dejar Tijuana sería “una derrota, como darle el triunfo al crimen. No quiero huir de la ciudad que amo, me sentiría exiliado”.

Al otro lado cuenta la historia de Tiburón, un pollero adicto al “phoco” (droga fabricada con residuos de cocaína, veneno para ratas y polvo de los cerros del Paso) que proviene de una familia de traficantes de personas y quiere desplazar a su hermano en el negocio.