Miércoles, 15 de Octubre 2025
Entretenimiento | Al maestro: Alfonso de Lara Gallardo.

MIRAR DISTINTO: Belleza cruel

“Bello es lo que brota de la necesidad anímica interior

Por: EL INFORMADOR

Una tarde de 1975 cuando el sol primaveral caía sin recato sobre el amplio y musical patio de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, mi querido y admirado maestro  Alfonso de Lara Gallardo me dio a conocer emocionado la obra de una de las más grandes artistas gráficas del sigo XX: Kathe Köllwitz, grabadora, escultora y dibujante alemana que había nacido en Konigsberg, en 1867, y muerto en Moritzgurgo, un 22 de abril de 1945 (fecha coincidente con el 22 de abril de 1992 cuando en el Barrio de Analco de la ciudad de Guadalajara, Jalisco , explotaron alcantarillas que contenían gasolina matando a un número incontable de personas -en su mayoría obreros  -y dejando a muchas más heridas y sin vivienda).

Kathe siempre confesó que más allá de su conciencia social en pro de la defensa de los desvalidos, su preferencia por la temática obrera estaba apoyada en la convicción de que la belleza estaba en los movimientos generosos del pueblo y no entre la gente burguesa que a ella le parecía insípida.

Como hija de padres ilustrados tuvo acceso a las Universidades de Munich y Berlín, donde se inscribió en la Escuela para Artistas  Femeninas. Muy joven, se casó con un médico militar quien trabajaba para el proletariado, lo que le permitiría estar en contacto directo con el dolor, la enfermedad, la prostitución, las necesidades prioritarias y la muerte de las mujeres más pobres. Siempre dijo que el hecho de representar continuamente en su obra las escenas de dolor, significaba para ella una válvula de escape que al mismo tiempo hacía que la vida le fuera más soportable.

Su visión de las miserables condiciones de vida de la masa obrera y su activismo político, fueron el tema central de sus primeras obras. Después otras imágenes igualmente sufrientes y bellas, poblarían sus dibujos, gráficas y esculturas.

En 1914 pierde a su hijo Peter Köllwitz quien fallece en combate. Esta tragedia unida a sus convicciones pacifistas que compartió con su marido, la animaron a manifestarse públicamente en contra del conflicto armado. Pese a la impopularidad que le supuso su oposición a la guerra, en 1919 fue nombrada miembro de la Academia Prusiana de las Artes y se convirtió en la primera mujer en ocupar una plaza en esa institución.

Junto a Albert Einstein, Arnold Zweig y otros escritores, suscribe un manifiesto para la creación de un frente unitario de comunistas y social demócratas, y en 1933 hace un llamado urgente para la formación de un frente obrero unitario en contra del Nacional Socialismo, lo que provocará que los nazis la obliguen a separase del cargo de directora de la clase maestra de artes gráficas de la Academia Prusiana de las Artes.

A los 50 años se describe como evolucionaria y no revolucionaria; pero de alguna manera el rol artístico que había jugado durante años, no le permitirá cambiar su línea iconográfica ni romper con la etiqueta de ser “la artista del proletariado y la revolución”.

El periodo entre 1937 y 1944 fue especialmente trágico para Köllwitz, pues a las continuas presiones del régimen nacionalsocialista se suman pérdidas irreparables: En 1940 muere  su esposo y en 1942 cae en el frente ruso, su nieto Peter.
 
Los bombardeos destruyen su estudio, perdiendo casi la totalidad de su obra. Este pesimismo vital se percibe en su última serie de grabados, Muerte (compuesta por ocho litografías).

Kathe muere el 22 de abril de 1945 en Moritzburgo, muy cerca de  Dresde.
En sus primeras épocas Köllwitz grabadora por excelencia, prefirió  la técnica del aguafuerte, la que utilizaría para “narrar” escenas que le preocupaban. Sin embargo a principios de siglo, comienza a dedicarse casi exclusivamente a la litografía, de la que dice en un diario con fecha de 1919: “Después de todo, considero la litografía como la única técnica aun posible para mí. Una técnica que casi no es ninguna, tan fácil es. Se restringe justamente a lo esencial”...

Es en este tiempo cuando la dibujante elimina lo secundario limitándose a pocas líneas indicativas que por su gran expresividad  gráfica, tomaban por lo general un carácter acusatorio y denunciante de la injusticia y la barbarie humana.

La artista vivía en una lucha continua por encontrar el medio propicio que le auxiliara en la expresión más clara de sus sentimientos. Siempre acepto que su misión artística estaría “al servicio” de la expresión del sufrimiento humano y esto lo constatamos en sus escritos:

“Sin duda, lo mío no es... arte puro. Pero arte al fin... Estoy de acuerdo con que mi arte tiene un objetivo.
Yo quiero obrar en este tiempo en que los hombres están tan desamparados y tan necesitados de ayuda”.

Con la idea de que el arte tiene un propósito, Kathe protesta contra las normas estéticas vigentes en el imperio alemán, dejando su fuerte influencia ideológica en la generación de los jóvenes artistas  comprometidos políticamente como: Otto Dix, George Grosz, y otros seguidores del realismo ácido que con los medios plásticos criticaban al sistema con la esperanza de un futuro menos imperfecto.

La obra de Kathe Köllwitz, toca las fibras más profundas del dolor humano, de la desesperanza y de la conciencia social. La gran artista sin poses ni artificios nos enseña a “ver al otro” a través de un lente dramáticamente bello y triste. Muy lejos esta Kathe de practicar “voluntarísticamente” el asombro, derrochando virtuosismo de forma narcisista utilizado temas aparatosos. Esta artista verdadera simplemente cumplió con una misión a la que se entregó en cuerpo y alma.

por: toni Guerra

Tapatío

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