Domingo, 28 de Abril 2024
Entretenimiento | Che, el argentino

Kinetoscopio

De nuevo el Che

Por: EL INFORMADOR

Hace unos años Diarios de una motocicleta ofreció una visión hagiográfica de la figura legendaria de Ernesto Guevara durante su época de juventud en la que se conformaron su conciencia social e ideales políticos. Aquella insípida interpretación del personaje se redujo a mostrarlo como un mozalbete pasmado por la injusticia, y la bondad, que descubría en su camino por Latinoamérica. Todas las comparaciones son odiosas, pero Che, el argentino es una película superior que no se rinde al deseo de exaltar una imagen popular o de agradar con simplicidades a un público. La distancia entre las dos la impone sobre todo la interpretación que hace Benicio Del Toro quien, al lado de los tics a que recurrió un actor tan limitado como Gael García Bernal, ofrece una recreación que se resiste a infundir encanto en el personaje y, sorpresivamente, le inyecta un grado de fiereza bastante original.  También el realizador Steven Soderbergh, un cineasta que no rehuye con facilidad de la experimentación, opta por abordar la biografía con una idea cinematográfica distinta a lo que el género acostumbra. En vez de tomar de cerca el rostro y los gestos del actor, para inducir con la proximidad la cooperación emotiva del espectador, lo contempla con alguna distancia, y eso, de modo regular, resta peso dramático al protagonista pues lo convierte tan solo en un elemento más dentro de la composición visual de las escenas.  El Che Guevara es un héroe popular complicado y enigmático. Como tal, la trama no lo disecciona sino que lo muestra como uno de los diversos engranes que se articulan para llevar a cabo la revolución cubana. El primer vistazo que tenemos del personaje es como un conjunto de piezas de rompecabezas. La escena corresponde a la preparación de una entrevista para la televisión y transcurre en 1964 durante su visita a Nueva York para hablar en la sede de la ONU. Primero se escuchan solo las voces que piden una prueba del micrófono, luego en cortes rápidos se dejan ver detalles en blanco y negro del hombre; su puro, las botas militares, las barbas erizadas, la mirada irrefrenable.

Esa intención estructural de proporcionar al espectador elementos que debe acomodar en algún esquema para dar sentido a lo que se presenta, es una característica formal que domina toda la película, y la vuelve fascinante y problemática. De uno a otro segmento se puede pasar de imágenes monocromáticas a imágenes a colores, de una determinada fecha a otra sin que se siga necesariamente un orden progresivo, de escenas de ficción a retazos de documentales. Amalgama de materiales que además parece desprenderse en todo momento de romanticismos, didactismos, y parlamentos oratorios. Así la película termina siendo una reseña histórica ingeniosa –en qué otra cinta se había visto que de inicio se diera una explicación sin palabras de la geografía cubana-, y un retrato desapasionado de las agitaciones de un revolucionario inmerso en su propia épica.

Che, el argentino (Che), EUA, 2007; Dirección: Steven Soderbergh; Guión: Peter Buchman; Actuaciónes: Benicio Del Toro, Demián Bichir, Rodrigo Santoro.

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