Jornada gris en Venecia

VENECIA, ITALIA (07/SEP/2010).- A cuenta gotas. Por allí se ve a la española Paz Vega. Un poco después a Joaquín Phonix. Pero en general, las figuras y los momentos glamourosos han sido escasos en la edición número 67 de la Muestra de Cine de Venecia, que concluye el próximo sábado, tras haber presentado sobre todo obras de autor, experimentales e intimistas.

Agobiada por la lluvia y la incomodidad por las dificultades que han generado las obras para la reconstrucción de un nuevo Palacio del Cine, sin poder alojar a los grandes divos en el legendario Hotel des Bains, donde Luchino Visconti rodó Muerte en Venecia, La Mostra no brilla este año por su glamour.

Al contrario de las últimas ediciones, el prestigioso certamen veneciano no ha contado con las super producciones estadounidenses, las cuales utilizaban como plataforma de lanzamiento en Europa el encanto de la ciudad de los canales.

Pese a que el festival se inauguró con el filme Black Swan (El cisne negro) del célebre director estadounidense Darren Aronofsky con la actriz Natalie Portman en el papel de una ambiciosa bailarina de danza clásica, la llegada de estrellas internacionales ha sido escasa.
A excepción de Vincent Cassel y Catherine Deneuve, han resaltado más las ausencias: Gerard Depardieu y Robert De Niro, entre otras.

Tiempo de cambios

Muchos serán los personajes clave que abandonden La Mostra en pro de nuevos proyectos. La rivalidad con el otro gran festival europeo de Cannes (Francia) quedó prácticamente enterrada, mientras el director del certamen, Marco Muller, confirmó que se retira al término de la edición de 2011 para producir filmes.

Por la pasarela del Lido, bajo viento o lluvias excepcionales para esta temporada del año, han desfilado sobre todo personalidades italianas y autores relativamente desconocidos para el gran público internacional, aunque poseedores de un indudable talento.

De las 15 –sobre un total de 24– películas en concurso presentadas hasta ahora, faltando cuatro días para la clausura, brilla el cine no comercial, realizado por directores que no llegan a los 50 años y que experimentan con planos y secuencias lentas.

Es el caso de Post Mortem del chileno Pablo Larraín y de Essentials Killing, del polaco Jerzy Skolimowski, así como de El foso del chino Wang Bing, proyectadas las dos últimas ayer lunes.

La muerte, el vacío, la soledad, la injusticia son los temas de la cinta china, que denuncia una de las páginas más atroces de la historia de la revolución comunista china.

Ambientado en 1960, en un campo de trabajos forzados en el desierto chino de Gobi, donde se enderezan las “desviaciones hacia la derecha”, el filme describe con fuerza el horror: mantenidos en circunstancias inhumanas bajo tierra, los detenidos llegan al canibalismo y a comer ratones.

Wang Bing, nacido en 1967, reconoció que se trata de “un trabajo de memoria más que de denuncia. Lo importante es hablar de ese pasado”, añadió.
La película fue rodada en territorio de China sin autorización oficial y probablemente no llegará a ser divulgada.
Agencias

Por cierto
La película mexicano-canadiense Verano de Goliat, así como el corto brasileño O mundo é belo y el anglo-ecuatoriano Indefatigable, cerraron el lunes la presencia latinoamericana en la sección Horizontes del Festival Internacional de Cine de Venecia.

Estos tres títulos fueron presentados como los últimos de una serie de siete producciones latinoamericanas que han estado presentes dentro de esa sección paralela del certamen, que entregará sus propios premios el último día de La Mostra, el próximo sábado.