'Everest', emociones congeladas

GUADALAJARA, JALISCO (17/SEP/2015).- A veces la realidad supera por mucho a la ficción. Puede ser más sorprendente, puede ser más cruel. Así queda expuesto en el largometraje “Everest”, cinta que lleva a la pantalla grande el drama de un grupo de alpinistas en 1996, quienes quedaron mortalmente atrapados en esa montaña durante una tormenta, con pocas posibilidades de escapar y altas probabilidades de morir.

La cinta, bajo la dirección de Baltasar Komákur, cuenta con un elenco de lujo, donde sobresalen nombres como los de Jason Clarke, Josh Brolin, John Hawkes, Robin Wright, Michael Kelly, Sam Worthington, Keira Knightley, Emily Watson y Jake Gyllenhaal.

La cantidad de figuras no es extraña, si se toma en cuenta la calidad del guión, basado en uno de los dramas humanos que se robaron la atención de la prensa a finales del siglo pasado. Ocho alpinistas fallecieron durante la tormenta, entre estadounidenses, hindúes, japoneses y neozelandeses.

Josh Brolin fue uno de los que se tomó más en serio el papel del doctor Beck Weathers, uno de los sobrevivientes del grupo de alpinistas, quien pese a las severas lesiones sufridas logró recomponer su vida y ahora se dedica a dar discursos motivaciones.

Si la historia demandaba seriedad, no fue menos el rodaje, que se realizó en escenarios de Italia, Nepal e Islandia, siempre bajo condiciones que Brolin calificó como “extremas”. La experiencia, agrega en entrevista, lo cambió profundamente a nivel físico y mental.

—¿Cómo fue el rodaje de “Everest”?

—Lo que ven en pantalla no se compara a toda la adrenalina que implicó el rodaje. Es una trama con mucho impacto, con muchos momentos que te quitan el aliento, desde el guión que escribió John Krakauer, basado en una historia real. A eso se suma una motivación personal que tuve.

—¿Cuál?

—Meses antes de comenzar el rodaje hablé con un amigo mío, Dean Poulter —quien falleció hace unos meses—, quien era un experto en la escalada y una autoridad en esa comunidad. Le presté el guión y le pregunté si le parecía una buena idea hacerla, y él me  dijo “absolutamente, tienes qué rodarla”. Pero con el paso de los días, el rodaje comenzó a volverse una experiencia muy visceral, muy extrema. Todos en el elenco y equipo de producción nos volvimos una comunidad, muy unidos. Nos amamos y nos hartamos los unos de los otros (risas).

—¿En qué sentido se volvió visceral el rodaje?

—La historia demandaba jugar con muchas emociones. Al comienzo jamás te lo imaginas, tiendes a pensar de forma romántica en el rodaje, que todo saldrá bien, que mientras no estés rodando estarás en tu cuarto de hotel o en el camper cómodamente. Aquí no fue así. Todos sufrimos lo mismo, con el tiempo, las inclemencias. Para sacar lo mejor o peor de nosotros y retratarlo.

—¿Y cuál fue el resultado?

—Tienes a cuadro a actores que se pasaron 12 horas en las montañas, trabajando, sin comer. Luego bajábamos a un pueblo a cenar, y no había nada más. Nada más que convivir entre nosotros, ir a comer juntos, ir a misa juntos. Fue convertirnos, en el mejor sentido, en una familia que sufría en las inclemencias. Fue un rodaje memorable, porque todo ese sufrimiento, toda la tensión, es real.

—Tuviste la oportunidad de conocer al Beck Weathers real, en quien se basaron para tu personaje. ¿Cómo fue?

—Es un gran hombre. No creo que haya mucha gente cómo él. Cuando le preguntas cómo está, tienes qué tomar en cuenta que el tipo perdió la mitad de un brazo, los dedos del otro, parte de su nariz y tiene marcas de heridas por hielo en la piel. Pero lo miras a los ojos y él te dirá que está bien. No lo vas a sacar de eso.

No pudo escalar más, y ahora se dedica a pilotear jets. ¿Qué lo motiva a ser como es? No lo sé. Es algo que no se puede duplicar con una actuación.

SABER MÁS

Sus mejores películas

•  The Goonies (1985)
•  Mimic (1997)
•  Grindhouse (2007)
•  No country for Old Men (2007)
•  Temple de acero (2010)
•  Guardianes de la Galaxia (2014)