Amy Winehouse es una reina en decadencia

ESTADOS UNIDOS.- Amy Winehouse posee una fuerza interpretativa que pocos artistas pueden alcanzar. Su voz se funde en las raíces del soul mientras pasea por los caminos de pop y el funk. Su aspecto estrafalario y cabello alborotado hacen que sea imposible ignorar su presencia y aun cuando la música que interpreta no es la más comercial, se ha convertido en una de las artistas que mejor venden en los últimos años.

Y con todo esto a favor, Amy Jade Winehouse ha tirado por la borda todo el capital ganado. Dicen que un artista completo debe equilibrar su vida personal con la profesional, pero en el caso de Amy esto parece imposible. Metida en una cantidad incontable de problemas y rodeada por amigos que la han traicionado a la primera oportunidad, su nombre comienza a ser poco frecuente en las listas musicales pero muy común en la prensa amarillista, que se ha dado un festín con sus desgracias.

El antiguo lema de la música, “drogas, sexo y roncanrol” se ha convertido en la fórmula de las pesadillas de Amy Winehouse.

Camino a la perdición

La vida “normal” de Amy Winehouse no difiere mucho de su etapa como “famosa”. Criada en el seno de una familia judía, la joven Amy tenía un talento casi natural para la música que la llevó a formar bandas que no prosperaban. Pero al tiempo que exploraba su faceta artística comenzaban los problemas. Fue considerada incapaz de adaptarse a las escuelas a donde iba e incluso la expulsaron de una de teatro por hacerse un piercing en la nariz.

Su álbum debut, en 2003 se llamó Frank y fue editado sólo en Inglaterra, donde fue un suceso comercial. Sin embargo, su incapacidad para manejar la fama comenzó a hacer estragos en su vida. Con una rutina diaria que incluía varias horas en centros nocturnos, llegó el disco Back to black en 2006. Y entonces comenzó su caída, como si su éxito musical fuera inversamente proporcional con sus escándalos personales.

Fuera de los Grammy

Back to black es una radiografía perfecta del alma de Amy. Oscuro y atormentado, la voz de Winehouse esconde una luz de dulzura envuelta en un mar de incertidumbres. No había necesidad de buscar mensajes ocultos cuando una canción se llama Rehab (rehabilitación): La cantante necesitada ayuda.

Sus constantes problemas con la ley, posesión de drogas y peleas callejeras la boletinaron como un escándalo andante, el tipo de persona que ningún país quería tener en su territorio, tal como sucedió con Estados Unidos.

Durante los premios Grammy de 2007, el país de las barras y las estrellas, basado en el pasado de consumo de drogas de la cantante, le negó la visa para asistir a la premiación.
Aun en esta condición, la británica terminó ganando en cinco de las seis categorías en que las que fue nominada. Pero este brillo en su carrera terminó siendo un tímido lucero ante las penumbras que se avecinaban.

Su esposo, Blake Fielder-Civil, señalado como una mala influencia para la cantante, terminó en prisión por golpear y tratar de sobornar al dueño de un bar a donde asistía con la artista.

Posteriormente, Amy cayó en una serie de desórdenes alimenticios y drogas por la supuesta detención de su marido, que desembocaría en un sonado divorcio. Blake terminó aceptando que se alejaba de ella para salvarle la vida.

Ya sola, Amy no ha dado muestras de mejorar. Tras largas estadías en clínicas de rehabilitación e incluso islas paradisiacas, la cantante sigue metiéndose en problemas, y recientemente fue captada saliendo de un “antro” con polvo blanco en la nariz, lo que implicaría que ha vuelto a consumir droga.

Mientras el circo de desgracias sigue a su alrededor, el soul británico parece resignado a la pérdida de su reina.

La frase:
“No tengo miedo a parecer vulnerable. Escribo sobre cosas que no puedo superar y luego las canto para dejarlas atrás”.
Amy Winehouse, cantante