Domingo, 26 de Mayo 2024
Economía | El IAJ trabaja para que aprendan a producir con visión empresarial

La innovación puede salvar el oficio del artesano

El IAJ trabaja para que aprendan a producir con visión empresarial

Por: EL INFORMADOR

El artesano Gabriel Tavares elaboró un 'Nacimiento Azteca', en el que María y José son representados por dos indígenas. EL INFORMADOR / M. Vargas

El artesano Gabriel Tavares elaboró un 'Nacimiento Azteca', en el que María y José son representados por dos indígenas. EL INFORMADOR / M. Vargas

GUADALAJARA, JALISCO (12/DIC/2014).- En los pasillos del mercado de San Pedro Tlaquepaque y en los comercios de Tonalá se mezclan los nacimientos chinos entre los artesanales.

El precio los hace atractivos para los clientes. Un nacimiento de un metro 20 centímetros de resina se oferta en dos mil 500 pesos.

Uno de barro tradicional puede costar hasta 40 mil pesos.

Ante la imposibilidad de poder competir en estas condiciones, el artesano Esteban Caudillo dejó de producir figuras de barro hace ocho años para dedicarse al yeso y continuar con el oficio.

El tonalteca señaló que sus gastos de operación crecieron desde que los obligan a usar gas en los hornos en lugar de leña para no contaminar y sus productos ya no pueden tener un precio competitivo.

Aparte, los nacimientos de barro requieren un trabajo más minucioso, de un mayor costo que el cliente ya no está dispuesto a pagar.

En un día se pueden hacer 20 juegos de nacimiento de yeso, mientras que el mismo número de piezas de barro necesitarán una semana para estar listos.

Facilismo

Para mantenerse vigente, el artesano de Jalisco deberá reinventarse y empezar a “jugar” con las técnicas y materiales a su alcance, señaló el director del Instituto de la Artesanía Jalisciense (IAJ), Camilo Salvador Ramírez. Consideró, además, que este oficio cayó en la inmediatez y el conformismo.

“El artesano se va por la vía fácil, ya no quiere aprender el oficio completo, agarra una pieza, le pinta unos ojitos y la lleva al mercado. Se gana unos pesos y ahí se queda, se conforma, cuando antes era el artesano de cepa, de tradición, que necesitaban 20 años para aprender un oficio y desarrollar sus habilidades desde elaborar sus pinceles de pelo de gato, ésa parte es la que se ha perdido y ha bajado la calidad”.

El director del IAJ señaló que en Tlaquepaque, considerada la “tierra de los moneros”, el problema es de tal magnitud, que de 300 artesanos que ejecutaban con “maestría” el nacimiento quedan menos de 10. El resto ofrece producción de “mala calidad”.

Nuevos modelos productivos

Para volver a posicionar los nacimientos y la artesanía en general de Jalisco, el Centro de Innovación del IAJ ya trabaja con los artesanos para que aprendan a producir en serie, con visión empresarial, pero también para que trabajen nuevos materiales y su oferta sea innovadora.

El titular de esta dependencia explicó que primero detectarán quiénes tienen ese potencial, después los capacitarán para que utilicen más materiales y empiecen a “innovar”.

“Tienen que entender que innovar es jugar con el barro, el vidrio”.

El funcionario indicó que los artesanos también deberán aprender a detectar sus nichos de mercado, cómo vender y darle el justo valor económico a su producción.

Este año, dijo, comenzaron con asesorías para que se dieran de alta ante el Servicio de Administración Tributaria ( SAT) y pudieran recibir apoyos a fondo perdido, de 10 a 20 mil pesos para comprar herramienta y materia prima.

Ramírez afirmó que el próximo año tendrán un nuevo programa para que los artesanos puedan acceder a una cantidad mayor, de hasta 135 mil pesos a fondo perdido y se reinventen con visión empresarial.

EN PROCESO DE CAMBIO

María y José son representados por dos indígenas. Los Reyes Magos, que desde oriente emprendieron su viaje para llegar a Belén, en este nacimiento de “vidrio estirado” son un caballero azteca, El Jaguar y un inca. El pastor es un yaqui y en lugar de borregos hay venados. El gallo, el buey y la mula son sustituidos por un águila, un jaguar y una pantera.

La obra del artesano Gabriel Tavares denominada “Nacimiento Azteca”, es una iniciativa innovadora que sobresale entre los nacimientos de resina, que han invadido el mercado mexicano y que provienen principalmente de China e India.

Gabriel Tavares consideró que el reto no es sólo presentar propuestas innovadoras de alta calidad para posicionar nuevamente a la artesanía del Estado, sino también hacerlo con precios competitivos.

“El panorama para la artesanía es triste, más que nada por la competencia de los chinos. Nosotros no podemos sacar nada sin que ellos lo traigan con el tiempo, mucho más económico. Cada vez son menos los artesanos que se dedican a hacer nacimientos”.

El alfarero indicó que es necesario crear cooperativas de artesanos para comprar material en grandes volúmenes y poder bajar los costos de producción.

José de Jesús Cortés Ortega es otro artesano, quien desde hace cinco años migró gran parte de su producción a la resina, material que es más demandado por sus clientes porque se puede lavar y no se despostilla.

Este joven, que es la cuarta generación de artesanos de su familia, tiene su tienda de artesanía sacra en la avenida Tonaltecas, del municipio de Tonalá y a escasos metros también la competencia.

En su establecimiento todavía ofrece pequeños nacimientos de barro, de diseño modernista y de yeso tradicional, pero la mayoría de las piezas que exhibe son de resina.

José de Jesús aclaró que los nacimientos hechos en Tonalá, aun cuando son de resina, tienen mejor calidad que los importados porque los hacen de forma artesanal, con moldes, son pintados a mano y todavía no utilizan sistemas de inyección. Esa diferencia también se marca en el precio.

“El otro día fui a un supermercado y venden a 20 pesos la pieza.  Aquí la doy en 35 pesos, y ni así compito. El barro está más difícil, ya sólo lo trabajo por tradición porque es mucho el trabajo y es mal pagado. Un nacimiento pequeño de 14 piezas lo vendo a 200 pesos y la gente no lo quiere pagar. El que se lo lleva, viene del extranjero”.

Miguel Ángel Hernández vendió hace cinco años su último nacimiento de barro gigante.

Ese trabajo tenía un valor de 40 mil pesos, pero tuvo que aceptar 22 mil pesos por éste para que no se quedara. Desde entonces dejó de producirlos y no ha vuelto a tener un pedido de este tipo de piezas.

El artesano aseguró que no sólo bajó la demanda de nacimientos y que la artesanía en general está en crisis.

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