De las pampas a Porto Alegre

PORTO ALEGRE, BRASIL (25/JUN/2014).- Hay un lugar en Brasil, donde en las próximas horas, se va a hablar más español que portugués. Es Porto Alegre, la ciudad del Sur de Brasil, próxima a la frontera con Argentina, que se prepara para contener a los 80 mil seguidores de la selección “Albiceleste”, que hoy se medirá con Nigeria, en su último duelo de la fase de grupos.

Si acaso un cuarto de esos aficionados cuentan con entradas para el partido. Alrededor 30 mil ya están en la ciudad, situada a solo 700 kilómetros de la zona limítrofe con Argentina, informó Antonio Cándido, el portavoz del departamento de seguridad de Porto Alegre.

Muchos están durmiendo en los vehículos en los que se han traslado. Los bares y calles adyacentes al estadio Beira-Río están repletas con argentinos, pero por ahora no se han producidos incidentes violentes. “Han venido para divertirse”, dijo Cándido.

Previamente, el gobierno de Brasil informó que se había impedido la entrada al país a 32 hinchas argentinos con antecedentes violentos, conocidos como “barras bravas”, durante los primeros 12 días del torneo. Dos hinchas más del país vecino fueron identificados ya dentro de Brasil y obligados a abandonar el país en tres días.

El gobierno federal informó el martes que las acciones para negar la entrada al país a la hinchada violenta fueron posibles gracias a una cooperación entre los dos países sudamericanos, que intercambiaron información sobre argentinos con antecedentes de violencia en los estadios.

Cándido dijo los argentinos puede acampar en parques en el centro de la ciudad y que se planea instalar una segunda pantalla gigante para que unos 30 mil puedan ver el partido. El problema es que el sitio donde se encuentra el “fanfest” de la FIFA tiene un aforo para 20 mil. “Somos conscientes que se pueden dar problemas, pero estamos preparados para todo”, dijo el político.

EL DATO

Prometen portarse bien

Un aficionado argentino, José María Forcado, dijo que intentó comprar una entrada para el partido, pero le ofrecieron una que costaba casi mil dólares. “Vamos estar de fiesta todo el día, pero sin peleas”, remató. La promesa está en el aire.