* Ya empezó...

Bien dicen que “genio y figura...”.

Ricardo La Volpe lleva dos semanas reinstalado en el puente de mando del Atlas.
Su equipo ya ganó un partido --al Atlante, como el burro que tocó la flauta, pero eso es lo de menos...-- y empató el otro, como visitante del América. Si esta noche vence a los “Pumas”, es probable que los fatalistas, que en las primeras jornadas ya se tomaban las medidas de largo y ancho, para que el ataúd no les apretara, ahora empiecen a tomárselas de la circunferencia del cráneo... para la corona.

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Al margen de que en las dos jornadas más recientes ya no ha perdido ese equipo que en las cuatro primeras no ganaba, su técnico ya comenzó con sus características peroratas. Molesto --hasta donde alcanza a entenderse, porque cuando el pensamiento de alguien es confuso, difícilmente su lenguaje consigue ser claro-- porque el América les empató y porque le expulsaron a Marioni en los minutos finales del encuentro del miércoles, Ricardo arremetió... contra sus propios dirigentes.

Según La Volpe, hasta donde puede ponerse en cristiano su pluscuamcantinflesco galimatías (Cantinflas, junto a él, pasaría por aventajado discípulo de Demóstenes), las funciones de los directivos consisten en “hablar ante ustedes (los periodistas) y estar cerca de allá (la Federación), mostrar videos (de los lances discutibles de los partidos), y decirles ‘mira: esto es lo que está pasando’... Hay que estar en el negocio (...); no sólo es viajar y ver los partidos; que hablen con Aarón Padilla (el presidente de la Comisión de Arbitraje), que los inviten a comer, y así...; no hay de otra: así de fácil...”.

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Puesto que las declaraciones (“A buen entendedor, pocas palabras”) no ameritan mayores comentarios --decir, si acaso, que retratan a su autor de cuerpo entero--, será mejor recordar una anécdota...

En los tiempos del Guadalajara “Campeonísimo”, los rayados dispensaban sus mejores deferencias a Arturo Yamasaki, a la sazón uno de los mejores silbantes que ejercían en el futbol mexicano... Un día que el “Chino” les pitaba y las “Chivas” andaban con la brújula perdida --cosa rara, por cierto--, sus jugadores insistían:

--Arturo, márcanos un penalty...

La enésima vez que se lo dijeron, mientras el equipo seguía sin dar pie con bola --literalmente--, Arturo les contestó:

--Con mucho gusto se los marco... en cuanto lleguen al área contraria.