* “Noche triste”

Fue, la del miércoles, una “noche triste” --menos que la de Pedro de Alvarado durante la Conquista, pero de todos modos...-- por partida doble.

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Por una parte, al margen de la derrota que tuvo como corolario, la experiencia del “amistoso” contra Chile, en plena marcha del campeonato mexicano, en plena marcha de la eliminatoria mundialista, en plena marcha de las competencias en Europa --lo que cancelaba la posibilidad de convocar a los “europeos” del “Tri”--, ante un sinodal que  no era la gran cosa y que, además, también llegaba a la cita con un cuadro alternativo, por no decir que de medio pelo, dio la razón a los críticos: no quedó claro cuál pudiera ser el beneficio de dicho encuentro.

A cambio de recibir un puñado de dólares, explotando el sentimiento crónico de nostalgia de los mexicanos desterrados en Los Ángeles --por no decir, de plano, que prostituyendo a la Selección--, la única relativa utilidad del experimento consistió en ver, vestidos de verde, a media docena de futbolistas que, en circunstancias normales, nada tendrían que hacer en el equipo nacional. Sin embargo, considerando que una ensalada de jugadores que nunca han alineado juntos, difícilmente puede funcionar en la cancha como un equipo propiamente dicho, lo más probable es que el invento, para los propios convocados, haya resultado frustrante.

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Acá, mientras tanto, el Guadalajara volvía a mostrar el cobre...

Ante un cuadro alternativo del Atlético Paranaense --de antemano se sabía por qué el Campeonato Brasileño es absolutamente prioritario y la Copa Sudamericana pasa a ser irrelevante para los atleticanos--, las “Chivas” exhibían impúdicamente sus carencias y generaban la frustración de sus legiones de simpatizantes... justamente en vísperas del “Clásico” ante el Atlas.

Las pifias de Sergio Rodríguez, que se retrataron en el marcador y estropearon el pronóstico favorable al “Rebaño Sagrado”, de ninguna manera deben ser motivo para cargarle tinta a un prospecto de portero --que juega porque de momento no hay más cera que la que arde--... pero sí para ubicar a quienes, a raíz de su primer lance como arquero emergente, cuando le detuvo un penalty a Sabah en el primer partido del campeonato, ya proclamaban a los cuatro vientos que el muchacho era un gigante del marco.

El tiempo --supremo juez--, ha puesto las cosas en su sitio. Como siempre.