Domingo, 05 de Mayo 2024
Cultura | Historiadora experta en arte proveniente de la Ciudad de México

Viviana Kuri: tamiz del arte

“Definitivamente el espectador es tu principal motivación a la hora de hacer una curaduría, explica la historiadora experta en arte

Por: EL INFORMADOR

Viviana Kuri, historiadora experta en arte.  /

Viviana Kuri, historiadora experta en arte. /

GUADALAJARA, JALISCO (06/MAR/2012).- Viviana Kuri llegó a Guadalajara hace tres años, donde ha continuado su quehacer profesional en el campo del arte contemporáneo. Actualmente está a cargo del programa educativo de la Oficina para Proyectos de Arte (OPA) y es parte del plantel docente en la licenciatura de Gestión Cultural del ITESO.

Es maestra en historia por la Universidad de Chicago, y ha sido curadora y promotora de diversos proyectos de arte contemporáneo. Coordinó y co-curó proyectos de intervenciones artísticas en sitios de patrimonio cultural en enlace con la UNESCO y el INAH.

Es miembro del International Council of Monuments and Sites (ICOMOS) y del Patronato de Arte Contemporáneo (PAC), mismo que coordinó hasta 2008. Ha sido editora y coautora en diversas publicaciones y actualmente colabora en las revistas de arte Código y La Tempestad.

Ver más allá de lo evidente


“No tengo una idea predeterminada de los artistas con los que me gusta trabajar. Simplemente me tiene que interesar su trabajo por diferentes razones. Digamos que tiene que haber algo más allá de lo evidente: que me transmita una experiencia, una impresión intelectual, estética, e incluso emocional, entre más profunda o compleja mejor.

Me interesa trabajar con artistas que, además de tener una postura, tengan referencias históricas y diálogos con otros artistas y con otros momentos de la historia del arte.

También hay una parte poco seria en el sentido que las piezas pueden ser meramente ocurrencias y no hay algo sólido detrás en el caso de alguien que se dice artista, aunque lo mismo también puede pasar con alguien que quiere hace una curaduría. Y ahora es más común.

En Estados Unidos, por ejemplo, para que un artista esté sobre el camino sí tiene que haber hecho una carrera en arte, que su obra tenga una resonancia con obras anteriores, que esté dentro de una colección, que un crítico o un curador lo avale. Siempre es deseable que tengan una formación tanto teórica como técnica.

El espectador del arte contemporáneo

Definitivamente el espectador es tu principal motivación a la hora de hacer una curaduría, porque si la vas a hacer para que solamente tú la entiendas, pues mejor la encierras con llave y te quedas viéndola. El objetivo es que haya una comunicación y compartir un interés, un conocimiento y un punto de vista fundamentado con investigación, con elementos de la misma obra.

No tiene que ser una presentación didáctica o educativa. Tampoco se trata de educar, pero sí de que haya un respeto hacia el espectador y una conciencia de comunicación. Que las hojas de sala no sean inteligibles, como muchas veces pasa, que solamente las entiende el curador y sus tres amigos.

Y definitivamente también el espectador tiene que estar dispuesto a querer saber y querer cuestionarse: ¿Por qué le parece que es o no interesante? ¿Por qué parece que no es arte?, que se haga esas preguntas, pero que no se quede ahí, que lo investigue. Es muy diferente ver una naturaleza muerta decorativa a estar viendo una propuesta que sí exige más.

Desde luego, para empezar tiene que leer las cedulas, porque muchas veces ni lo hacemos, o ver el video completo. El arte contemporáneo sí exige un mayor compromiso del espectador y como curador hay que poner a su disposición todos los elementos.

Al principio, la historia

Cuando decidí estudiar historia nunca me imaginé en investigación a 100 por ciento. Me veía en algo mucho más con relación a la gente, algo como lo que hago ahora: trabajar con los artistas, con los museos y con los espacios al hacer una exposición.

Al regresar de la maestría en la Universidad de Chicago me llamaron del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde estuve trabajando aproximadamente 8 años. Fue una experiencia buenísima porque pude tener un conocimiento del país y del patrimonio que de otra manera es difícil tener. Sobre todo teniendo la oportunidad de participar del manejo de zonas arqueológicas y de sitios históricos, y trabajar con el patrimonio oral. Yo creo que el INAH es de las instancias federales más completas en el país. Fue una formación personal y cultural muy buena.

El rollo político siempre me dio mucha flojera, no me interesaban nada. Lo que me determinó a un camino más autentico hacia lo que quería hacer fue en la oficina de Patrimonio Mundial con Pancho López. Era una oficina que no existía, la hicimos nosotros, y ahí empezó el trabajo con los sitios de patrimonio mundial y con la Unesco. Nos encargábamos de toda la parte internacional del instituto.

Arte y patrimonio

Otros curadores como Guillermo Santamarina y Fernando Delmar habían iniciado un proyecto de intervenciones de artistas contemporáneos en sitios de patrimonio mundial, el cual yo retomé y fue importantísimo. Porque podemos hablar de patrimonio mundial reconocido por la Unesco y  son nada más palabras, suena como algo vacío. En cambio cuando el artista los vive y los comunica desde su punto de vista, les da otro sentido.

Es muy interesante y muy rico el contraste entre un sitio arqueológico y la propuesta de un artista contemporáneo: es reinterpretar el sitio,  darle otra lectura, mantenerlo vivo y darle otro significado aparte del histórico o el arqueológico.

Trabajamos con artistas como Gustavo Artigas en Tajín, Tomas Glassford en Monte Albán, Abraham Cruz-Villegas en la Sierra Gorda, Manuel Rocha en Campeche, Luciano Matus, Claudia Fernández, Gonzalo Lebrija, entre otros.

A veces teníamos muchos problemas porque el instituto está un poco detenido por una visión demasiado protectora del patrimonio. El consejo de arqueología era el que decidía y daba los permisos para las intervenciones, y de repente los proyectos les parecían un horror, no los entendían o se burlaban. Como que había una distancia muy grande entre la visión de algunos de los arqueólogos y lo que proponían los artistas. Pasó por ejemplo con artistas muy reconocidos como Teresa Margolles, quien representó a México en Venecia el año pasado.

Yo, por supuesto, me la pasaba peleándome con todos ellos. Sí es difícil y creo que es algo sintomático de lo que pasa en el país: que hay muchos puntos de vista y cada quien se aferra a su postura. Y no necesariamente unos u otros están mal, sino que son puntos de vista diferentes. Además, es algo que se hace en todo el mundo, no nada más con arte contemporáneo, sino también con otras disciplinas.

El camino de la curaduría


En ese ‘inter’ empecé a hacer curadurías independientes. Finalmente, para hacer una exposición tienes que trabajar con contenidos, y para eso mi formación de historiadora me ha servido muchísimo. Además, hay muy poca gente que es curador de formación. Para empezar, en México no hay la carrera de curaduría y lleva poco como especialidad en el extranjero.

Ahora se critica que la figura del curador ha tomado mucha importancia por sobre el artista, que se ha hecho un poco rockstar, pero yo creo que tiene una función como cualquier quehacer, que consiste en dar un discurso, ordenar, organizar el trabajo con los artistas, hacer la intermediación con la institución o el espacio. Y claro que también hay partes áridas como conseguir recursos, mediar entre lo que se quisiera y lo que se puede hacer, ya sea por los permisos o limitaciones de presupuesto.

A mí siempre lo que más me ha gustado es trabajar con el artista, darle mi punto de vista y enriquecer las cosas. De verdad me estimula y me emociona mucho poder tener una comunicación con ellos: oírlos, compartir su visión y ver una gama de otras posibilidades, otras interpretaciones y otras lecturas.

Guadalajara y DF

Llegué hace 3 años a Guadalajara por motivos personales. De México extraño la energía, que estén pasando muchas cosas todo el tiempo: en los museos, en los espacios, en las galerías. También hay muchos más apoyos del Estado, de la ciudad, de instituciones privadas. En número excede por mucho tanto en espacios físicos como en recursos.

Por otra parte también hay mucho ruido: de pronto puede pasar que estés mucho en el exterior y te falte hacer trabajo interno para hacer las cosas desde un lado honesto. Y aquí me parece que es un lugar muy bueno para trabajar investigaciones y proyectos personales, porque no te distraes tanto.

Guadalajara tiene una vida cultural importante, pero para lo que es y lo que ha sido en términos históricos, desde la Nueva Galicia hasta ahora como la segunda ciudad más importante del país, yo creo que sí tendría que haber una mayor oferta y de muy buena calidad.

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Ahora se critica que la figura del curador ha tomado mucha importancia por sobre el artista, que se ha hecho un poco rockstar, pero yo creo que tiene una función de intermediación "

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