Cultura | Entre la aportación humana al complejo, destacan dos templos romanos Villa Gregoriana: un rincón celestial en el Valle del Infierno Bosques, manantiales y cascadas se encuentran en el conocido 'Valle del Infierno' Por: EFE 6 de noviembre de 2009 - 08:41 hs ROMA ITALIA.- La Villa Gregoriana de Tívoli es un rincón celestial entre bosques, manantiales y cascadas en el conocido como "Valle del Infierno", a poco más de 20 kilómetros del bullicio de Roma. Quizás la menos conocida de las tres villas de Tívoli y ciertamente menos frecuentada por los turistas que la Villa Adriana y la Villa D'Este, Villa Gregoriana constituye uno de los más altos ejemplos de jardín romántico. En realidad, más que un jardín, la Villa Gregoriana es un camino a través del espeso bosque que cubre la ladera del monte en el que se encuentra Tívoli, y donde el curso del río Aniene, tributario del Tíber, sufre un desnivel de más de 150 metros. Un lugar muy sugerente para los poetas del Romanticismo, lleno de oscuros bosques, cascadas majestuosas y ruinas abandonadas, que lo convirtieron en etapa obligada del "Grand Tour" que los ingleses hacían por Europa en el siglo XIX. Por ello, en 1835, el papa Gregorio XII manda colocar en este lugar un parque que integrara el privilegiado paisaje natural del lugar y el arte. Ese mismo año, el enésimo aluvión del Aniene había vuelto a inundar el centro de Tívoli, y el Pontífice decidió poner fin a estos desastres desviando el curso del río con dos conductos subterráneos que alejaban las aguas de la ciudad y hacían confluir en dos las cuatro cascadas anteriormente existentes. A raíz de estos trabajos, surgió Villa Gregoriana, que tomó su nombre del papa que la vio nacer. Entre la aportación humana al complejo, destacan dos templos romanos, del siglo I a.C., dedicados a Tiburno y a la Sibila Albunea. Éste último, confundido durante siglos con un templo a Vesta por su aspecto circular (similar al templo de esta deidad en el Foro Romano), se ha convertido en imagen de la villa. En la otra ladera, se encuentran los restos de la villa de Manlio Vopisco, del siglo II d.C. Pero sin duda lo que más cautiva la imaginación del espectador es la gran cascada, un salto de 130 metros entre bosques que inunda el Valle del Infierno con un ruido atronador. La segunda cascada, cuyas aguas se recogen en un lago llamado Pélago en el fondo del valle, también fue modificada por la mano humana, ya que en 1669 fue reformada por el hermano de Gian Lorenzo Bernini, Luigi, por lo que lleva el nombre de la gran familia de escultores y arquitectos. Después, una serie de grutas naturales y ninfeos artificiales jalonan el recorrido: la Gruta de las Sirenas, la Gruta de Neptuno y el Ninfeo Belvedere. Unas maravillas naturales que se unen a la frondosa vegetación y al sonido del continuo correr de cascadas y riachuelos para hacer de esta villa un rincón mágico en las afueras de la capital italiana. Temas Historia Naturaleza Lee También El juego por el que Ohtani hizo recordar al histórico Babe Ruth Las leyendas más conocidas del Panteón de Belén en Guadalajara Bosque de maple en Jalisco, el otoño más espectacular de México está aquí La conquista qué no termina Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones