Orozco, el retrato de un humanista

GUADALAJARA, JALISCO.- En cada una de las imágenes que adornan la Capilla Mayor del ICC se cuenta un fragmento de la historia de México y de la humanidad.

Específicamente, la catarsis como experiencia en la vida de los hombres es uno de los temas de interés para José Clemente Orozco, autor de los 57 frescos plasmados en los muros del Instituto Cultural Cabañas (ICC). En éstos el artista cuenta la historia del hombre americano desde la época preshipánica hasta la Colonia.

Uno de los personajes que mejor conoce la obra del pintor jalisciense es Eliseo Mijangos, quien no sólo ha estudiado los murales de Orozco, sino que los ha restaurado.

El trabajo de Orozco, en especial en la cúpula de la Capilla Mayor, es calificado como grandioso, porque se realizó en un espacio cerrado. “No podía construir un andamio para que se fuera desarmando con cada tarea, él tenía cubierto el casquete y trabajó con un andamio pequeño hasta llegar a la parte superior de la cúpula”, cuenta Mijangos.

José Clemente Orozco llegó a Guadalajara en 1937 y durante dos años dedicó sus esfuerzos a plasmar su ideología en las paredes del ICC. “Cuando él pudo ver su obra fue cuando se quitaron todos los andamios y encontró que había logrado una obra extraordinaria. Obviamente, trabajó con la idea preconcebida”, expresa el especialista.

Eliseo Mijangos, responsable de la restauración de El hombre de fuego, explica que sólo un genio pudo haber logrado dicha obra, porque es imposible durante los trabajos tener una visión del fresco completo. “Cuando uno está ahí se ve diferente, porque son espacios de color que no tienen ni pies ni manos; ahí hay un descontrol de uno. Solamente Orozco lo pudo haber hecho”, afirma categórico.

Como restaurador, señala que es imprescindible un respeto absoluto por el original y “tocar con mucho cuidado las partes que se han dañado. Tenemos una obra en un muy buen estado, pero ya necesita un trabajo de restauración”.

Orozco dejó algunos proyectos en la Ciudad de México para regresar al Estado que le vio nacer y dejar huella de su talento en los frescos del Paraninfo de la Universidad de Guadalajara (UdeG), del Palacio de Gobierno de Jalisco y del ICC.  

Sus murales están realizados en una técnica definida como “difícil” por el también docente de la Universidad de Guadalajara. Orozco trabajó por secciones cada unas de sus piezas como si se trataran de enormes piezas de un rompecabezas.

El genio

José Clemente Orozco nació en Zapotlán, la actual Ciudad Guzmán, en 1833. Estudió en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, en la Ciudad de México, la misma en la que dio clases el arquitecto del ICC Manuel Tolsá.

“La pintura mural que está en el Cabañas es para que se lea como un gran libro. Toda la gente que entra se dará cuenta de lo que pasó con el pueblo mexicano”, comenta Eliseo Mijangos.

El jalisciense perteneció a la generación de muralistas y es contemporáneo de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Mijangos expresa que todavía hay mucho qué decir del trabajo de Orozco. “Es un artista que pensó en hacer justicia, porque le molestaba el pasar del hombre sobre el hombre”.

A pesar de sus bocetos, en la ejecución es diferente. “Era un pintor que se modificaba a diario y el empleo de los colores era lo más importante”.
Orozco falleció en la Ciudad de México en 1949.

EL INFORMADOR/ Mayra Torres de la O

Bicentenario
Magna muestra

El Instituto Cultural Cabañas celebra en 2010 200 años de historia con una magna exposición del pintor jalisciense José Clemente Orozco, que se inaugurará el próximo 24 de marzo.

La directora del recinto, María Inés Torres, explica que el gran acontecimiento es la exposición de 440 obras de Orozco. “Es la primera vez que Jalisco gesta un proyecto para que de aquí vaya a la Ciudad de México”, expresa.
En los próximos meses, se recibirá también la obra de Fernando Botero, Marcos Raya, Martín Ramírez y Martha Pacheco.

Dato
“El hombre de fuego”

El restaurador de la obra de Orozco explica que El hombre de fuego es una representación del dios griego Prometeo, aunque no fue concebido así. El espectador, al mirar, no siente que está plasmado en una cúpula, gracias a un escorzo donde el primer plano son los pies.