Cultura | A principios del siglo XX, Adolphe Appia propuso incorporar la luz dentro de la escenografía Luis Francisco González Tom, una vida creando atmósferas El técnico cuenta sobre la complejidad y el significado de las luces dentro de una puesta en escena Por: EL INFORMADOR 14 de abril de 2009 - 02:05 hs CIUDAD DE MÉXICO.- En el foro La Gruta, del Centro Cultural Helénico, en la Ciudad de México, dos hombres mueven reflectores, preparan la iluminación para la función de Tom Pain, caminan y se suben en una escalera, hacen pruebas en las zonas de luz, mientras en el escenario hay un gran cubo de hielo que será utilizado durante la función. Luis Francisco González, alias "Tom", pregunta sobre nuestra presencia en el lugar y el interés por hablar con él. La visita es para conocer más sobre su oficio, a qué se dedica y lo que ocurre detrás del escenario. Pero, lo que sucede detrás de bambalinas, se ha modificado a través de la historia del teatro. La iluminación se ha convertido en todo un arte, aunque al principio fue considerada como un accesorio. Con el paso del tiempo, la luz se volvería parte de la esencia teatral. Ahora es el elemento principal que da pauta para los cambios de escena, actos y movimientos de los actores. "Tom" reconoce la complejidad de su trinchera teatral y el significado que tiene para una obra el manejo de luces, ya que éste permite recrear el ambiente necesario. Comenta que "cuando empiezas en el teatro, no reflexionas sobre las dimensiones de la luz. Tú ves que ponen un foco y ya, pero al cabo del tiempo te vas dando cuenta que cada parte de la iluminación tiene un significado y cómo ayuda a la función". De las plazas de las polis griegas a los espectáculos multimedia La iluminación tiene una larga historia. En un principio, las obras teatrales eran al aire libre, pero con la llegada de la vanguardia italiana se planteó realizar puestas en foros cerrados y se tuvo que recurrir a antorchas y cirios para iluminar los nuevos recintos teatrales. A principios del siglo XX, Adolphe Appia propuso incorporar la luz dentro de la escenografía como un elemento que proveyera el ambiente o atmósfera necesaria para la representación. Según Edward Wright, la iluminación selecciona y acentúa las cualidades emocionales y psicológicas de los personajes. Por tal razón, se necesitan conocer los sentimientos humanos y las necesidades específicas del libreto, la flexibilidad y limitaciones de los instrumentos y tener imaginación creadora. De ahí la importancia de la relación entre los técnicos del teatro y el director de iluminación de la obra para definir la cantidad, distribución y color de la luz. Como dijera Wright: "El técnico en electricidad pinta con luz el escenario y, al hacerlo, crea una atmósfera de misterio, desastre inminente, calor o frío. Nos indica el momento del día, la estación del año o cualquier cosa". Teatrero de segunda generación Al terminar de enfocar las luces de La Gruta, entran al foro las encargadas de limpieza para dar los últimos toques tras el trabajo de los técnicos. "Tom" nos lleva a la cabina del teatro, un pequeño y angosto cuarto tras proscenio lleno de cables, con algunas sillas y una banca forrada de peluche rojo intenso para las visitas. Al frente hay una consola y una ventana que le permite ver la totalidad del recinto. Él muestra su tablero de luces con el cual puede iluminar el foro en segundos, pero no siempre fue tan sencillo. Durante el Renacimiento, la iluminación se realizaba con candilejas que se colocaban detrás de bambalinas y en los bastidores laterales, y se aplicaba el sistema de reducción de la luz, que consistía en cilindros que descendían sobre las velas para atenuar la intensidad u obscurecer el escenario. Ya durante la época de la Revolución Industrial, en París comenzó a utilizarse gas en la iluminación, con lo que se logró el aumento o disminución de la intensidad de la luz con mayor rapidez. En la actualidad, las consolas de luz permiten programar los cambios de iluminación, explica "Tom", mientras se sienta a hablar sobre su profesión y sus experiencias en el teatro. Al conversar, se entusiasma, demuestra su pasión y entrega a su trabajo. Teatrero de segunda generación, recuerda las primeras veces que vio una función y cómo heredó el interés y amor por el teatro de su padre, quien por casi 30 años trabajó como técnico de audio en diversos foros. "Mi padre me llevaba cuando yo era muy chiquito, a los cinco o seis años iba a ver las matinés acompañado por mis primos. Desde entonces él me decía "Tom", porque nací el día de Santo Tomás y ahora todos me llaman así", cuenta. Desde que llegó al Centro Cultural Helénico ha pasado por varios puestos logrando conocer diversas ramas de la producción teatral, ya sea la utilería, el audio y actualmente la iluminación. Pero fue la creación del juego de color sobre el escenario lo que lo atrapó: utilizar los distintos tipos de reflectores y saber cómo aplicar la intensidad de un fresnelite, un lecco o un par 64 en un foro tan flexible escénicamente y tan reducido de altura como La Gruta, ha sido un reto. "De los cuatro lados podemos poner la butacas, de acuerdo a lo que nos pida el director y el tipo de espectáculo, y se monta el escenario en cualquier posición", explica. A diferencia de la mayoría de los teatros que tienen alturas de 12 metros, La Gruta -con apenas cuatro metros– ocasiona que los técnicos del foro tengan que realizar diferentes adecuaciones para lograr un buen tiro de luz. Utilizan filtros para matizar las sombras; recurren, a veces, "a recorrerse unas varas hacia atrás para que no quede la luz cenital". Durante los últimos 10 años, "Tom" ha sido jefe de iluminación en La Gruta. En ese tiempo ha visto los cambios y modernización del equipo y mobiliario. Le agrada que este foro sea pequeño, ya que permite una relación íntima y cercana entre actores y público. Anhelos y admiraciones Admite que cuando va a ver algún espectáculo o concierto, no se fija en los artistas. "Observo la iluminación, cómo lo habrán hecho, cuánto tiempo se tardaron en el montaje y veo las consolas de iluminación más modernas y digitalizadas. Me gustaría aprender a manejar esos equipos. Tengo curiosidad de conocer por dentro el Auditorio Nacional, porque es un recinto impresionante". Admira el trabajo de los escenógrafos e iluminadores Antonio Nava, Gabriel Pascal y Phillipe Amand. El 5 de mayo de 2007 fue un día importante para "Tom", quien junto con Angelina Peláez y Humberto Leyva develaron la placa conmemorativa de la obra De insomnios y medianoche, de Édgar Chías, que dirigió Martín Acosta. El acto fue un reconocimiento a la labor de los técnicos, quienes cada función hacen que "el teatro suceda". Los aplausos son un enorme aliciente para él, quien gusta de recomendar las obras que disfruta. "Para mí es muy gratificante que venga mi familia a ver un espectáculo, porque en cada obra no solo pongo mucha responsabilidad, sino todo el corazón". Temas Artes Escénicas Teatro Lee También La OFJ presenta un viaje musical entre Japón y Francia Todo lo que debes saber para ganar un Ariel Los mejores eventos de entretenimiento del 13 al 19 de junio de 2025 Johanna Murillo debuta como protagonista en 'Ceremonia' filmada en el Teatro Degollado Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones