Cultura | Artes plásticas La rebeldía está en la belleza: Iñaki Beorlegui El pintor trabaja varias series, una llamada Realidad nacional, que muestra como personajes a candidatos y diputados Por: EL INFORMADOR 29 de enero de 2012 - 02:08 hs Iñaki Beorlegui en su estudio, en la colonia Americana, en Guadalajara. / GUADALAJARA, JALISCO (29/ENE/2012).- A primera vista es un hombre tranquilo y popular en la colonia Americana. Personas detienen su paso o interrumpen su charla para saludar al pintor Iñaki Beorlegui (Ciudad de México, 1964), quien encaja en la definición de artista, propuesta por el precursor de la abstracción Wasily Kandisky: “sordo a las enseñanzas y los deseos de su tiempo”. Su más reciente trabajo plástico aborda la feminidad y la realidad nacional. Beorlegui dice en entrevista que una premisa muy importante en su vida es que la belleza es el camino para la revolución, ya que hoy se vive en una exaltación de lo grotesco. En su casa-estudio domina la belleza de sus cuadros y el aroma a pintura; también hay desorden en sus cosas, el cual es una clave sólo descifrada por el artista que con el mínimo esfuerzo encuentra todo lo que busca en cuestión de segundos. Hay obra por todos lados, colgada en los muros, recargada en las paredes, en sus caballetes, frente a su computadora y en su habitación; la mayoría de las piezas son de su autoría y otras son creación de sus dos hijas. Iñaki habla de su nuevo trabajo, una serie de retratos a mujeres jóvenes, mientras pinta un plato con peces, que alude al pasaje bíblico de la multiplicación de los panes. Relata que elige a las mujeres por su belleza. A algunas de que las retrata las conoce, a otras no, pero las aborda en la calle. La prueba para que ellas se conviertan en un personaje de sus cuadros es una entrevista, donde la única condición es decir la verdad porque, señala el pintor, se da cuenta de las mentiras y entonces el retrato no funciona, pues la intención es que las respuestas permitan hacer un perfil psicológico para elegir un objeto, cuya sombra es proyectada en el rostro de las seleccionadas. Esta serie ya está integrada por varias piezas y seguirá creciendo porque es una inquietud de Beorlegui, quien ha expuesto en diversos espacios de la ciudad desde los años 90, como el Museo de Arte de Zapopan, en el Ex Convento del Carmen, en el Museo Regional de Guadalajara, por mencionar algunos. De formación autodidacta, Iñaki decidió dedicarse a la pintura después de independizarse de su familia a los 19 años, cuando comenzó a trabajar en una escuela de educación especial. Ahí encontró su gusto por el arte. Desde entonces es un artista disciplinado y celoso de su tiempo, pero no se encierra, sale a tomarse un café o una cerveza en La estación de Lulio, a donde el día que no llega, hace falta algo. Ahora, Beorlegui dice estar en una etapa de sobrevivencia porque el mercado del arte está en crisis, sin embargo, él sigue con su trabajo y prepara la serie titulada Realidad nacional. Además, planea exponer en el extranjero varios cuadros sobre la figura de Coatlicue –la diosa azteca de la vida y la muerte -, proyecto que contará con el apoyo de la Secretaría de Relaciones Exteriores. — ¿Por qué le interesa plasmar la situación que vive el país? — Porque es imposible abstraerse de ella, sin embargo, creo y es una premisa muy importante en mi vida: que la manera de ser revolucionario o contestatario es a través de la belleza. Es bien fácil hablar de lo jodido, de los descabezados, de la violencia, bla, bla, bla, bla… Y sin llegar a ese optimismo exacerbado de la new age y de los felizólogos, sí creo que la forma contemporánea, para como están las cosas, es que para ser rebelde hay que volver a llamar la atención sobre lo bello, y lo bello que nos sigue rodeando todo el tiempo. — ¿Hay un desequilibrio ahora entre lo bello y grotesco? — Cada época se va exacerbando en sí misma, de tal manera en que llega el momento de la ruptura, que hace que se reinterpreten valores de una u otra época. Pienso que es más fácil, por la forma en la que estamos educados, hablar de los defectos que de las cualidades, cuando te peleas no lo haces diciendo ‘hay que bonita sonrisa tienes’. — ¿Cuándo se definió como artista? — Fue como a los 22 años, entonces trabajaba con niños. También tenía inclinaciones por el teatro y la literatura, siempre he leído mucho; pero por el tipo de trabajo con los niños había que modelar y dibujar, eso comenzó a jalarme hasta que en 1986, me condicionaron el trabajo, y decidí hacer una carrera como pintor. Al principio podía ser pintor o escultor o escultor o pintor, pero luego me di cuenta de que si quieres ser bueno, tienes que darle mucho tiempo, así que me clave más en pintar porque era lo más práctico en un principio, siempre es más fácil pintar y dibujar. Ahora a la mejor ya tengo la práctica y la experiencia para que si me clavo un par de años en la escultura no afecte mi proceso como pintor, incluso puede enriquecerme la tercera dimensión de la escultura. Tampoco, hice grabado porque para ser un buen grabador hay que dedicarle tantas horas como a pintar o dibujar. Celaba mucho el tiempo de la pintura. Tenía horas del día que debía dibujar y pintar, cuando había otra actividad que me las robaba, normalmente, la eliminaba como el grabado. — Al principio, ¿tuvo una revelación estética? — Hace muchos años tuve una experiencia muy bonita con Ignacio Díaz Morales, por medio de un amigo muy cercano, fue a visitarme a mi taller. Yo quería una opinión sobre mi trabajo y don Nacho lo vio y me preguntó que por qué pintaba, y ya le conté, le dije quería seguir trabajando para poder desarrollar mi lenguaje, bla, bla, bla… Y el viejito me respondió algo que nunca se me va a olvidar y que tardé en entender: ‘Quítese de mamadas joven, nada de lenguajes propios ni nada de ésas cosas. Usted póngase a chambear, va por buen camino, nomás sígale y no ande con discursos que no le corresponde’. En ese momento no lo entendí… Había una época en que llegabas a mi taller, y de no ser que porque eran míos los cuadros eran diferentes en 180 grados, pero era una época de autoformación, que yo necesitaba y quería experimentar. Entonces, se valoraba ese lenguaje propio, el estilo. Tenemos un creador en la ciudad, que es pintor, eventualmente esculpe y hace grabado, que tiene 40 años haciendo lo mismo, no voy a decir quién es porque es muy fácil. Ves una obra de él de los años sesenta o setenta y ves una obra de 2011 y es exactamente lo mismo. Me provocaba conflicto ver mi trabajo y decir: ‘tú no tienes lenguaje propio, no tienes un estilo, tienes 500 estilos’. Un día, lo platiqué con un hermano menor que tengo, que siempre me asienta, y me dijo: ‘si tu estilo es no tener estilo’. Su comentario me quitó un gran peso de encima y dejé de buscar un estilo. Con el tiempo te das cuenta que el estilo no está en el lenguaje que utilizas, sino en la forma, simple y sencillamente, como aplicas las cosas. — ¿La forma es la que lo distingue? — Claro. Yo nunca firmó por adelante mis cuadros, pero la gente que conoce mi trabajo sabe si un cuadro es mío o no. — ¿Por qué no firma por enfrente sus piezas? — Me parece que la firma estorba, no tiene nada que ver con la imagen, siempre firmo por atrás, no se va un cuadro sin firma, pero va atrás. Me parece horrible, ¿no te has fijado como muchas veces estorba la firma? Luego la calidad del pintor es proporcional al tamaño de su firma. ¿Te has fijado? Fíjate en eso: entre más malo es pintor, más grande es la firma, entre más bueno es el pintor, más sutil la firma. — ¿Cómo sería una fotografía de su adolescencia? — Sería borrosa… Llegué a Guadalajara de 14 años, me trajeron, y venía de la Ciudad de México. La dinámica era muy diferente a la de Guadalajara y llegué a un barrio con muchas pretensiones, que es Providencia, en aquel entonces era aburridísimo. Me fugué del barrio, a los 19 años, y nunca volví. — Por su gesto, ¿parece que era peor? — Sí es peor. México como gran ciudad tiene una dinámica de mayor apertura para muchas cosas. En primer lugar, llegué a una escuela de hombre y nunca había estado en una escuela así, venía de una mixta. Llegué a Guadalajara en 1978 a una escuela con puros batos con una morbosidad en la cuestión sexual impresionante y con una dificultad para relacionarse con las chavas, y las chavas tapatías entonces, las de mi edad, eran más bien cerradas. Aquí te tienen que presentar a la gente 10 veces. — ¿Y cómo sería su fotografía ahora? — Quitando la dificultad propia del comercio del trabajo, que me da una flojera espantosa y sin embargo se tiene que hacer, mi fotografía es muy privilegiada, hago lo que yo quiero y pinto lo que quiero. Estoy muy contento con mi vida. FRASE"Es bien fácil hablar de lo jodido, de los descabezados, de la violencia, bla, bla, bla, bla… Y sin llegar a ese optimismo exacerbado de la new age y de los felizólogos, sí creo que la forma contemporánea, para como están las cosas, es que para ser rebelde hay que volver a llamar la atención sobre lo bello "Iñaki Beorlegui, pintor EL DATODe coleccionistas La obra de Iñaki Beorlegui la compran diversos coleccionistas, nacionales y extranjeros, gracias a lo cual vive de su arte. Su obra también forma parte de colecciones públicas, como las de los museos locales: Regional de Jalisco, y de Arte de Zapopan. También hay trabajo de él en el Museo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Temas Pintura Artes Visuales Lee También El Festín de los Muñecos cumple 20 años; anuncian el cierre de un ciclo Cantos de tierra y exilio: Illapu vuelve a Guadalajara Un octubre artístico para celebrar los 31 años del MUSA Guadalajara: la ciudad que respira arte Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones