Inauguran exposición de Lempicka y Contreras en el Cabañas

GUADALAJARA, JALISCO (31/AGO/2012)- Recargada en lo que parece ser un abrigo, una mujer de mirada perdida y cabello recogido luce un vestido, en grises y blancos, que deja entrever sus piernas delgadas. Al fondo, y a su izquierda, edificios rectangulares destacan, pero no tanto como sus labios rojos. La composición es una mezcla entre seducción y elegancia. Se trata del retrato de la señora Allan Bott, serigrafía intervenida de la destacada pintora polaca Tamara de Lempicka (1898-1980). La obra es parte de una treintena de piezas que constituyen la exposición, Un encuentro de dos culturas, inaugurada la noche de este jueves en el Hospicio Cabañas, por su compañero de muestra, el escultor Víctor Manuel Contreras (Atoyac, 1947).         

Luego de una conferencia en la que Contreras narrara su encuentro con Lempicka en París, que devino en amistad y “una relación maternal”, el artista jalisciense se trasladó de la Sala Montenegro a las salas 1, 2 y 3 Norte, para junto con el secretario de Cultura de Jalisco, Alejandro Cravioto, dar por inaugurada la exposición que estará disponible al público hasta el 21 de octubre.

En una primera sala aguarda la obra de Tamara. Serigrafía, óleo en tela, lápiz sobre papel; desnudos de mujeres, un San Juan Bautista lánguido, flores, caballos; pequeños y medianos formatos es lo que se puede admirar sobre las paredes blancas del espacio.   

Tamara de Lempicka es destacada exponente del art déco. Estudió arte en la Academia de San Petersburgo, en Rusia. Después de comenzada la Segunda Guerra Mundial, viajó a París, ciudad que influiría en su vocación creativa.  

Por otra parte, en las dos siguientes áreas, 17 piezas escultóricas de Contreras, en materiales como bronce y plata, están distribuidas.   

“Extraordinaria obra y magnífica exposición. Gracias, maestro Contreras, por llenar el mundo de arte”, se lee en el libro de visitas de la sala 3 Norte.

Jóvenes, señores y personas de la tercera edad recorrieron la exposición con curiosidad. Unos sacaron sus lentes para apreciar mejor las piezas, otros se acercaron a los cuadros para observar los detalles, otros más tocaron las esculturas para sentir sus formas. Muchos se detuvieron en la obra que está nada más entrar: Andrómeda, en serigrafía. “¡Ve nada más!”; “¡impresionante!”; “¡qué paleta!”, exclamaron algunos al admirar a la mujer desnuda, de labios rojos y carnosos, con las manos encadenadas. Luz, volumen, formas.

EL INFORMADOR / MIRIAM PADILLA