Guadalajara lo va a extrañar

GUADALAJARA, JALISCO (16/MAY/2012).- Podría decirse que el escritor Carlos Fuentes, quien ayer falleció a los 83 años, fue amigo de Guadalajara, gracias a dos actividades: la Feria Internacional del Libro (FIL)  y la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, iniciativa de la que es fundador, junto con el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.

El autor de La silla del águila visitó la ciudad para participar en estos dos foros, de la Universidad de Guadalajara, en al menos 23 ocasiones desde la década de los años noventa hasta 2009, cuando presentó su libro Adán en Edén en la FIL, que tuvo como invitada de honor a la ciudad de Los Angeles.

Entonces, Fuentes comentó que Adán en Edén es “un conjunto de elementos de horror y humor, son una mezcla de géneros que en la literatura se llama la pequeña historia, que son noticias de prensa que sirven de inspiración para hacer una novela”.

Los pasillos del encuentro literario fueron recorridos en 14 ocasiones por Carlos Fuentes, quien fue considerado un invitado regular a la feria.

El escritor, que también es autor de ensayos, obras de teatro y un libreto de ópera, no sólo presentó sus entregas literarias, sino que inauguró el ciclo Mil jóvenes con… en 1997, cuyo fin es que  “los estudiantes de bachillerato se encuentren con distinguidos escritores para dialogar, discutir, compartir y disfrutar juntos sus experiencias y lecturas”.

En esa primera edición, Carlos Fuentes estuvo ante un auditorio abarrotado, donde los asistentes terminaron sentados en las alfombras o de pie.

En 2010 prometió asistir, pero no llegó debido a una complicación de salud. La cancelación ocurrió unos días antes del arranque del encuentro, en el cual participaría en un homenaje al periodista argentino Tomás Eloy Martínez y en la mesa La fuerza del español.

“La relación de Fuentes con los lectores en la FIL era increíble y fue siempre correspondido. Nunca olvidaremos aquella ocasión, cuando con motivo de sus 80 años organizamos una charla en la que mil jóvenes hablaban con él sobre Aura. Cuando los chicos le cantaron las mañanitas en el auditorio Juan Rulfo, Fuentes  no pudo contener las lágrimas. Fue siempre cálido y generoso con su público”, señaló en un comunicado Nubia Macías, directora de la FIL.

Un regaló de Carlos Fuentes, junto con Gabriel García Márquez, a la ciudad fue: la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, que se mantiene con el montó económico de las becas, entregadas a estos creadores eméritos por el Gobierno de México.

Este espacio, dedicado al autor de Rayuela, fue inaugurado el 12 de octubre de 1994 en el Paraninfo Enrique Díaz de León con la presencia de Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Aurora Bernárdez, viuda del narrador nacido en Bruselas y de padres argentinos.

Los pasillos de la FIL lo echarán de menos

Desde la fundación de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, el escritor de La región más transparente participó en nueve ocasiones como presentador y ponente, una de las conferencias fue Machado de la Mancha.

Raúl Padilla, presidente de la FIL, reconoció ayer en un comunicado que con la muerte del autor de Aura: “Perdemos a un gran escritor e intelectual, a una voz crítica indispensable para comprender nuestro presente, pasado y futuro, y también a un amigo muy cercano. Su fuerza creativa y profunda fe en la cultura se vieron siempre reflejadas en su participación en la Feria, y en la creación de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, que él impulsó y dirigía en nuestra casa de estudios, junto con Gabriel García Márquez”.

Para Carlos Fuentes, señala el comunicado,  la FIL fue siempre un espacio donde era posible acercarse a los jóvenes, que para él simbolizaban el futuro de este país y de la lectura. Consciente de su lugar como uno de los mayores escritores en nuestra lengua, impulsó siempre a nuevos creadores, alimentó los programas literarios y apadrinó la presencia de autores de todo el orbe en Guadalajara.

Figura indispensable en los salones y pasillos de la FIL, Carlos Fuentes fue un autor que privilegió la  relación con sus lectores, que suman miles. Era frecuente que hiciera largas firmas de autógrafos, en las que hablaba con la gente, “para saber qué piensan”, decía.

Carlos Fuentes fue una fuerza vital para las letras iberoamericanas. Su lucidez, agudeza, su increíble sentido del humor y sus extraordinarias dotes como orador, eran el sello de todas y cada una de sus apariciones públicas. Su voz se ha apagado en un momento crucial para México, pero resuena en las páginas de su obra, legado para sus lectores de todos los tiempos.