Escultura jalisciense al rescate

GUADALAJARA, JALISCO (07/MAY/2015).- No hay urbanismo que vele por las esculturas que se instalan en el país, destaca la curadora María Estela Duarte Sánchez al considerar que Guadalajara es otra de las ciudades mexicanas que representan un riesgo para las obras ante las modificaciones que se realizan en espacios públicos y que obligan a retirar o movilizar las esculturas que adornan el paisaje.

Recientemente, con la construcción de la Línea 3 del Tren Ligero tapatío, esculturas como “El charro”, que se mantenía de pie en la glorieta del mismo nombre, fueron removidas para la instalación del transporte terrestre, y aunque se asegura que las piezas serán reubicadas, Duarte Sánchez, advierte sobre los daños totales o parciales que estas obras pueden sufrir si no les brinda un seguimiento de protección hasta su nuevo punto de ubicación.

Esto lo comentó como referencia al descuido que el legado escultórico mexicano tiene, luego de presentar la exposición y homenaje que se rendirá a dos exponentes jaliscienses, Rosa y Fidencio Castillo, a partir de hoy en el Museo de las Artes (Musa), de la Universidad de Guadalajara.

“No respetamos. No hay urbanismo en buena medida en todo el territorio nacional. No hay alguien que defienda la parte de intereses culturales y estéticos”, refirió al recordar casos específicos como el del monumento a “La Raza” en Ciudad de México, que quedó en medio de vías de tránsito vehicular disminuyendo su visibilidad, pues este tipo de modificaciones al entorno “le quitan la identidad al espacio, a la escultura”.

Ser rescatadas por los museos es una de las posibilidades que la especialista ve como pronta solución para que las esculturas no sean abandonadas al ser retiradas de su lugar de origen, pues es preferible que un recinto cultural las mantenga protegidas en un bodega o como parte de su colección permanente.

Enfatizó que este problema es tan solo uno de los tantos que enfrentan los escultores mexicanos, pero que se sigue en la lucha por lograr un equilibrio para que las obras lleguen a espacios públicos con apoyo gubernamental y que se incremente la venta de las piezas en el mercado del arte: “El artista es un ser humano que tiene que vivir y vender su obra. Lo ideal es tener un punto de encuentro entre su reconocimiento cultural y el económico. Difícilmente lo logramos, hay artistas que venden mucho y no van a entrar a un museo nunca porque la obra no es tan buena, no tiene tantos valores o no ha tenido suerte”.

En honor a los grandes

Con 84 piezas —legado de los hermanos Rosa y Fidencio Castillo, maestros jaliscienses del cincel y originarios del municipio de Guachinango—, entre esculturas y archivo gráfico, se inaugura hoy “De la Esmeralda a La Alameda”, exhibición que permanecerá en el Musa hasta el 16 de agosto.

La muestra, cuya curaduría estuvo a cargo de María Estela Duarte Sánchez (con apoyo del Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, del INBA), presenta una retrospectiva y evolución técnica que los jaliscienses marcaron en su quehacer escultórico durante el siglo XX.

“El aporte de Jalisco a la historia del arte nacional generalmente se va hacia la pintura, pero qué pasa con los escultores. Estos jaliscienses, que aunque se van a radicar a Ciudad de México, son los que registran esta parte importante de la escultura en México a lo largo del siglo XX”, destacó Maribel Arteaga, directora del Museo.

Además de dividir las obras de Rosa y Fidencio Castillo en cuatro núcleos temáticos y evolutivos, se añade un apartado para albergar obras representativas de 21 escultores contemporáneos.