Escasos los cambios culturales en Estados Unidos tras 11-S

NUEVA YORK (08/SEP/2011).- Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos (11-S), muchos aseguraban que el mundo ya nunca volvería a ser el mismo, sin embargo, observadores y críticos cuestionan esa noción y anotan que los efectos de ese hecho en la cultura son escasos.  

Es verdad que la llamada 'Guerra contra el terror' fue inaugurada en Estados Unidos y el mundo, y que palabras como 'jihadista' y 'waterboarding' (tortura por ahogamiento) se integraron al léxico de las discusiones políticas, pero ninguna tendencia estética se creó o despareció a consecuencia del 11-S, como muchos esperaban.  

Meses después de la masacre en que murieron casi tres mil personas en Estados Unidos, el escritor Don DeLillo afirmó en su libro 'El hombre que cae' que el 11-S transformaría 'la manera en que pensamos y actuamos, momento a momento, semana a semana', probablemente durante años.  

El diagnóstico de uno de los escritores más brillantes de su generación –autor de obras como 'Ruido Blanco' y 'Submundo'– parecía sentar el tono de lo que sucedería con la percepción que los estadounidenses tenían del mundo y, en consecuencia, con los productos culturales de ese país.  

Otros observadores y analistas expresaron que el 11-S forzaría la eliminación de la ironía en los referentes culturales estadounidenses, así como el marcado narcisismo que caracterizó la década de los 90 e incluso el individualismo y la envidia propias de la posmodernidad.  

Una década después, sin embargo, es difícil comprobar un cambio cultural significativo como consecuencia del 11-S.  

Los álbumes de los músicos Bruce Springsteen y Neil Young a propósito del evento suenan ahora un tanto melodramáticos y sentimentales, en tanto que docenas de otros trabajos musicales y literarios parecen las obras de oportunistas ávidos por aprovechar la tragedia.  

Incluso dos de las grandes novelas sobre el evento y sobre lo que sucedió luego de éste 'Sábado', del británico Ian McEwan, y 'Extremadamente fuerte e increíblemente cerca', del neoyorquino Jonathan Safran Foer, han sido calificadas como obras inmersas en la tendencia 'retro' que marcó la cultura en la última década.  

El crítico literario del diario The New York Times, Michiko Kakutami, ha dicho que 'varias novelas prominentes que abordan el 11-S se han inspirado mucho en clásicos del pasado', entre las que destaca las de Foer y McEwan.  

La falta de obras artísticas que reflejen la profunda transformación cultural anunciada por DeLillo quizá se deba a que es demasiado pronto para que un creador reflexione y cree sobre un evento tan reciente y tan traumático.  

Otros observadores dudan de que alguna vez se produzca una obra que contenga claras características derivadas del 11-S, simplemente porque Estados Unidos ha superado ya en buena medida sus heridas.  

'Pese a aquellos tempranos diagnósticos, la cultura de Estados Unidos sigue tan indefinida e incuantificable como hace 10 años. Esto no es malo. La bendición y maldición de la existencia humana es que la gente puede acostumbrarse casi a lo que sea', afirmó el semanario británico 'The Economist'.