Cultura | Arquitectura para niños hay poca El espacio para los niños debe diseñarse: Javier Díaz El autor del edificio que alberga el Museo Trompo Mágico, concebido bajo los parámetros de la arquitectura para infantes, lamenta que en la ciudad sólo haya adecuaciones Por: EL INFORMADOR 28 de abril de 2012 - 03:03 hs El edificio del museo tiene 12 mil metros cuadrados y fue inaugurado en 2003. / GUADALAJARA, JALISCO (28/ABR/2012).- Arquitectura para niños hay poca. Los profesionistas y peor aún, pedagogos y especialistas en temas infantiles, la han entendido como mobiliario chiquito, y esto es un error ya que en las escuelas, museos y parques “se forman ciudadanos”, por tanto “el tamaño sí importa”. Esto lo comenta Javier Díaz Reynoso, autor del edificio del Museo Trompo Mágico, el único espacio diseñado ex profeso para niños en esta ciudad, y uno de los muy pocos en todo el país, además de El Papalote en la Ciudad de México, de Ricardo Legorreta, que en sí es una adaptación. “Obviamente lo que más hay son escuelas, tanto en obra como en literatura –dice Reynoso-, y sobre todo son los españoles los que han escrito más pero se centran principalmente en la pedagogía y no en la arquitectura”. Así, han sido los ibéricos quienes han categorizado o delimitado estos públicos en primaria preescolar, primaria menor, primaria mayor “y luego vienen los chicos de secundaria que es otra etapa de la vida, y entonces los de prepa, para conformar el programa infantil-juvenil que visto desde la arquitectura, está muy poco trabajado”. Por tanto, es una generalidad absoluta la que lo ha entendido como una cuestión de muebles pequeños o baños y lavabos chaparros, pero lo que sí está claro es que se divide en tres ramas “lo que es recreación, lo cultural y lo educativo”. Las magias del Trompo Mágico Otros museos destinados al público infantil, como el Globo Museo del Niño, son edificios ya construidos posteriormente adaptados a los niños. “Lo vistes, lo ambientas, es ameno, alegre, y funciona, ya que además trae un programa educativo”. O en su caso el capitalino Papalote que se adecuó en las instalaciones de una nave industrial abandonada y que al igual, fueron vestidas y complementadas con equipamientos, pero que obtuvo un programa subsecuentemente. “Lo ideal es que todo estuviera al mismo tiempo, debiera ser un trabajo conjunto entre educador, arquitecto y museógrafo, pero parece que lo más común es que no se den en la simultaneidad”, subraya Díaz Reynoso. “A nosotros nos pasó –reconoce refiriéndose al Trompo-, yo supuse un montón de cosas por lo que nos dijeron, pero cuando lo hice, no había proyecto educativo ni estaba un equipo de museógrafos. Vinieron después”. El cliente más difícil Basándose en la asesoría de consultores, este arquitecto hizo en su mente “el escenario, sabiendo que en arquitectura para niños, y en particular en museos, el edificio no es la voz cantante, lo que importa es lo que suceda dentro”. Con una década transcurrida y un éxito alcanzado por parte de la institución museística que ha recibido ya a tres millones de visitantes, el autor del proyecto tiene claro que “el edificio, que es el recipiente, ayuda y colabora para lo educativo: qué van hacer ahí, qué experiencias van a tener y qué se van a llevar, lo cual es la información que los arquitectos tomamos para traducirla en cómo va a influir esto en ellos”. Por eso, partiendo de que “el niño es el cliente más difícil”, Díaz Reynoso cuenta que aprendió tres cosas básicas para la arquitectura infantil. “La primera es que el edificio no debe ser amenazante o intimidante”, y por todo lo contrario, este debe acoger a los chiquitos desde su entrada, pero sin restarle su carácter institucional. Para ello, la segunda básica es que “debe tener connotaciones de casa, por eso en el Trompo está el patio por lo de ‘el patio de mi casa’, o materiales con los que ellos tienen contacto y no los de una fábrica o los de un edificio de gobierno como canteras y mármoles”. Y la tercera es la sencillez. “Que el niño no se confunda o desoriente porque le puede dar miedo. Entonces estamos hablando de pocos elementos, claros y sencillos donde él se pueda orientar. Eso explica el esquema circular del Trompo, salgo al patio y desde ahí veo todo, escojo mi rumbo pero siempre llego al patio o salgo de él, un elemento que concentra toda la oferta”. Pero hacer un programa así tampoco fue simple porque “también les gusta divertirse y uno de los divertimentos es esconderse, entonces ¿cómo le das variedad sin que se pierdan?”. Apegado a la sencillez, la respuesta estuvo en dejarle claro al chiquito, en todo momento, “qué tiene a la izquierda, qué tiene a la derecha, qué tiene al frente y qué tiene detrás, y que si se llegara a perder, le fuera muy fácil encontrar un elemento por el que ya había pasado”. La influencia de los espacios En otros casos, en los cuales también tiene experiencia Javier Díaz Reynoso, la variedad también es muy importante. “Hay muchos niños a los que mandan llamar a sus padres que porque estos necesitan ir al psicólogo porque se aburren muy pronto, y de lo que no se han dado cuenta (los pedagogos) es de que no se trata de que el niño tenga problemas o le falte algún químico en el cerebro sino de que supera la escuela”. Para el experto lo que estas personitas necesitan es variedad en la arquitectura. “Ellos se pueden entretener con una chapa, con el piso o con el techo”. Resalta la cruda verdad de que los planteles escolares gubernamentales –pese a ser dignos y seguros- responden “a la máxima capacidad con el mínimo dinero”, mientras que la mayoría de los privados adecuan para los niños fincas donde han pintando personajes infantiles en sus muros. Seguir la nueva pedagogía que establece formatos circulares de clase, con aulas abiertas y un cuidado en el uso de colores para no sobre estimular al estudiando son algunas de sus sugerencias de este experto, entre las que también está ser congruente con el nombre de “jardín de niños” e incluir áreas verdes en dichos planteles. Igualmente el uso de materiales blandos y respecto a la escala, poner las cosas a su altura. “Lo de los muebles chiquitos tiene sentido, pero hay que cuidar todo lo demás: que la arquitectura se adapte a ellos y no ellos a la arquitectura, porque en esto el tamaño sí importa. Algunos de los problemas que tenemos son cosas no resueltas en la infancia y muchas de las soluciones están ahí, hay que invertir en darles instalaciones a los niños porque lo que estamos formando son ciudadanos”, señala el arquitecto, quien actualmente hace varios proyectos enfocados a los niños de Jalisco, para el Gobierno del Estado. PARA SABERUn círculo para crecer El Museo Trompo Mágico, inaugurado en 2003, fue diseñado por el arquitecto Javier Díaz Reynoso quien ganó el concurso a nivel nacional con su propuesta hace diez años. El edificio cuenta con 12 mil metros cuadrados construidos y responde a una arquitectura circular rodeada de áreas verdes. Temas Patrimonio Trompo mágico Arquitectura Lee También ¿Qué día es la Romería 2025 en Guadalajara? 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