Lunes, 13 de Octubre 2025
Cultura | Exposición en Bellas Artes

El INBA revisa la obra de Saturnino Herrán

El pintor fue el más importante de su generación y su obra es considerada Monumento Artístico de la Nación

Por: SUN

Bellas Artes presenta Saturnino Herrán: instante subjetivo,que incluye 107 piezas de las distintas facetas del creador. ESPECIAL  /

Bellas Artes presenta Saturnino Herrán: instante subjetivo,que incluye 107 piezas de las distintas facetas del creador. ESPECIAL /

CIUDAD DE MÉXICO (28/DIC/2010).- A pesar de que sólo vivió 31 años, de que en vida únicamente recibió ocho mil pesos por sus obras y de que nunca tuvo una exposición individual, Saturnino Herrán fue el más importante artista de su generación y un creador que abrió nuevas perspectivas para el arte mexicano del siglo XX.

Su obra, declarada Monumento Artístico de la Nación, al igual que la de Remedios Varo, Frida Kahlo, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, José María Velasco y Gerardo Murillo “Dr. Atl”, es motivo de una gran exposición que presenta el Museo del Palacio de Bellas Artes, Saturnino Herrán: instante subjetivo, y que ha sido visitada por más de 70 mil personas.

Es una muestra que destaca las distintas facetas del pintor, en el conjunto de 107 piezas, entre óleos, dibujos, acuarelas, ilustraciones, proyectos de murales y fotografías. Una de estas últimas retrata el estudio del pintor en la calle Mesones, número 82, en la Ciudad de México, que fue lugar de encuentro y tertulia entre artistas y escritores como Ramón López Velarde, Federico Mariscal, Manuel Toussaint y Enrique Fernández Ledezma, entre otros.

El especialista Alfonso Pérez Romo destaca cómo la obra plástica de Herrán es la correspondiente visual de Suave Patria, el poema de López Velarde, su gran amigo y contertulio.

Entre 1908 y 1918 fueron los años más intensos y productivos para el artista, década que coincidió con los más duros momentos de la Revolución Mexicana, en los cuales su pintura miró lo que otros no habían visto.

Sobre la vigencia de la obra de Saturnino Herrán, la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Elisa García Barragán ha escrito: “Es uno de los pintores de mayor trascendencia en el arte contemporáneo de México. Se trata de un artista de innumerables facetas, anticipó muchos de los géneros pictóricos que siguieron a su obra. Su grandeza estriba no sólo en la perfección de su oficio, en su variado colorido, en el contenido costumbrista mexicano de su pintura, sino también en el interés y compromiso social que adquiere: su atención se detiene ante el trabajador, frente al pordiosero, ante aquellos que nadie, antes que él, se atrevió a trazar”.

De los libros al dibujo

Nacido en Aguascalientes en 1887, Saturnino Herrán creció bajo el influjo de la literatura. Su padre, José Herrán, inventor y literato, era el dueño de la única librería que por aquellos años había en su ciudad natal.

Siendo apenas un niño, Saturnino tuvo como maestros de dibujo a José Inés Tovilla y Severo Amador. Sus primeros trazos mostraban cualidades técnicas y adiestramiento.

Tras la muerte de su padre, en 1903, se trasladó con su madre a la Ciudad de México, al año siguiente ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde tomó cursos avanzados, en lugar de los de principiantes, y tuvo como maestros al catalán Antonio Fabrés y a los mexicanos Julio Ruelas, Germán Gedovius y el “Dr. Atl”, entre otros.

Con Fabrés, Herrán perfeccionó su obra como dibujante, en tanto que con Gedovius aprendió el oficio de pintar, según ha explicado el investigador Fausto Ramírez, quien destaca cómo el artista estuvo vinculado desde fechas tempranas a proyectos culturales como el Ateneo de la Juventud.
Entre 1907 y 1910, participó como dibujante de los trabajos arqueológicos de Teotihuacán; todavía como estudiante se incorporó como profesor de la Academia en 1909.

Un año después, el artista participó en una muestra colectiva, durante las fiestas de la Independencia de México. El título fue Exposición del Centenario, la más importante de arte mexicano durante las primeras décadas del siglo XX. Se hizo como respuesta de los artistas ante la insólita propuesta del gobierno de Porfirio Díaz de hacer y financiar una gran exhibición de pintura española en el contexto de la conmemoración. La muestra de los mexicanos fue todo un éxito y la obra de Herrán, relata Ramírez, “atrajo favorablemente la atención del público y la crítica”.

En medio de la guerra revolucionaria, el oriundo de Aguscalientes se concentró en pintar. Captó en sus dibujos el rostro de lo popular mexicano

Vida precaria

Su nieto, Saturnino Herrán Gudiño, quien es el curador de la muestra que presenta Bellas Artes, ha relatado que para mantenerse, el pintor “impartía clases en la Academia, diseñaba portadas e ilustraba libros. En vida no recibió más de ocho mil pesos por su obra, realizada entre 1908 y 1918”. Destaca que a diferencia de otros artistas de la época, Herrán no hizo obra comercial.

Ávido lector —su nieto y director de la Fundación Saturnino Herrán relata que acostumbraba leer a Edgar Allan Poe, Arthur Rimbaud, Anatole France y Charles Baudelaire—, el artista empleó su rigurosa formación académica para hacer pinturas, dibujos, grabados y viñetas, resolver diseños de portadas de revistas y hacer ilustraciones de textos de amigos, cronistas y poetas. Entre las diferentes publicaciones en las que participó con sus ilustraciones estuvo el diario El Universal; un ejemplo de esos trabajos se muestra en la exposición, se trata de la portada Fuego sagrado, del 14 de septiembre de 1917.

En 1914, año en que se casó con Rosario Arellano, inició también el proyecto de friso mural para el Teatro Nacional, hoy Palacio de Bellas Artes, una alegoría evocadora que recoge el mestizaje mexicano, fruto del mundo indígena y la cultura hispana.

El proyecto era hacer un tríptico titulado Nuestros dioses, que durante años Herrán se dedicó a perfeccionar y del que alcanzó a hacer una tercera parte. Sin embargo, en 1918 su salud se complicó por un padecimiento gástrico que le impedía digerir alimentos. Fue operado, pero falleció el 8 de octubre.

A un año de su muerte, tuvo lugar la muestra individual que en vida nunca pudo presentar el artista. Y tres años más tarde arrancaría de manera formal el movimiento muralista, que en la década anterior fue madurando, gracias, en buena medida a la obra del gran pintor Saturnino Herrán.
“La actitud renovadora y auténtica de Herrán —escribió Elisa García Barragán—, su originalidad a toda prueba, lo convierten en el punto de partida de nuevas corrientes en el arte mexicano; su producción, inserta en lo local, tiene una trascendencia que la aleja de lo folclórico y pintoresco para volverla definitivamente universal”.

La muestra Saturnino Herrán: instante subjetivo permanecerá en exhibición hasta el 16 de enero en el Museo del Palacio de Bellas Artes.

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