Contemplaciones contra el tedio

I

La colección permanente del Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara tiene, entre sus joyas, una estupenda pintura que es, al mismo tiempo, un retrato irrepetible que encierra buena parte de lo que es la historia de las artes plásticas jaliscienses. Se trata de La ronda de don Rosendo, de Carmen Bordes, en donde están inmortalizados varios personajes que han dado lustre y brillo a nuestro Estado. La escena está localizada a las afueras del viejo cine Roxy y, entre otros, están el coleccionista Alejandro Gallo; los promotores culturales Francisco Barreda y Carlos Ashida; y pintores como Alejandro Colunga, Martha Pacheco, Juan Kraeppellin, Cornelio García o Miguel Ángel López Medina. Destaca en un primer plano, en la esquina inferior derecha, con copa en mano y alegre, don Rosendo, un señor de edad al que siempre se le veía en las inauguraciones de cualquier exposición. En el otro extremo, abajo, destaca la figura de Rogelio Flores, vestido con una especie de sudadera y un short empuñado algo que parece a un palo, y agachado, con una mirada de adivinanza, está Paco de la Peña. Un cuadro magnífico, lleno de nostalgia y fuerza.

II

También hay una fotografía, al parecer de la propia Carmen, en donde se encuentran pintores que ya se adelantaron en el camino o que todavía andan por aquí: Penélope Downes, Ramiro Torreblanca, Luis Valsoto, Marcos Huerta, Paul Nevin, Pilar Bordes o Roberto Márquez, entre otros. Una fotografía con casi una veintena de personajes, en lo que parece ser una tarde de camaradería, buena comida y proyectos futuros. Atrás de todos ellos, con sus eternos anteojos redondos, está nuevamente Paco de la Peña.

III

Una de las mejores noticias, sin duda alguna, que hemos tenido por estos días ha sido el nombramiento como director del Museo Regional de Guadalajara de este singular artista y promotor cultural, impulsor del coleccionismo en Guadalajara (¿sí existe?) y que ha golpeado el martillo en aproximadamente 700 subastas de arte a lo largo de casi tres décadas. Paco de la Peña no es ningún improvisado ni un advenedizo. Se trata no solo de un artista -porque también pinta y no sé cuántas cosas más hace- o promotor cultural, sino de un ciudadano, tapatío (1951), al que le importa el reconocimiento hacia los artistas, la revalorización de esa comunicación necesaria que debe existir entre el público y los creadores, y su apuesta porque esta Tapatilandia de todos nuestros dolores esté en el lugar que desde hace tiempo merece en la escena ya no nacional sino internacional. Y miren que por los pintores y artistas plásticos no ha quedado.

IV

En sus primeras declaraciones como director de este recinto, que depende del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Paco de la Peña ha transmitido optimismo, confianza y trabajo. Él mismo ha señalado que buscará que su dirección al frente del "museo más importante del Occidente de México" tenga el estilo de Paco de la Peña, esto es: que refleje lo que a él le ha inquietado y preocupado a lo largo de sus muchos años inmerso en los vericuetos y laberintos de la creación artística y de la promoción cultural. Además, ha insistido en que el objetivo principal es hacer de ese museo una referencia obligatoria y necesaria a la hora de hablar de arte en Guadalajara. Yo estoy seguro de que así será. Lo poco o mucho que sé de Paco de la Peña ha sido por su trabajo, ya sea como miembro del Seminario de Cultura Mexicana o como funcionario del entonces Departamento de Bellas Artes, entre otras actividades que ha desempeñado.

V

Enhorabuena por esta designación. Se comenta que había tres "gallos" para la dirección del Museo Regional (¡al que ya le hacía falta alguien con compromiso!): José María Muriá, Arturo Camacho y el propio Paco. Cualquiera era una excelente opción. Las cosas se dieron para que Paco de la Peña tome las riendas y, por lo que parece, la comunidad artística ha aplaudido esta decisión. Menuda tarea tendrán ahora los directores o responsables de áreas similares de otros foros e instituciones: alguien les puede hacer sombra, en el mejor sentido de la palabra, y eso lo agradeceremos todos, pues los beneficiados seremos todos aquellos que creemos que los artistas plásticos de Jalisco son de los mejores aquí y en China. Felicidades, Pacorro.

VI

Mañana se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, iniciativa impulsada a fines de 1995 por la UNESCO y puesta en práctica un año después. Será la oportunidad, una vez más, de ser testigos de maratones de lectura pública (tan necesarios en nuestro país) y discursos a favor del libro y la lectura. Pero, ¿es suficiente? Es bueno celebrar la fecha, sí, pero lamentablemente se llega a ese día con estadísticas sobre el índice de lectura a nivel nacional francamente decepcionantes. Ya lo dijo ayer, en el programa Señales de humo, el poeta Eduardo Milán: "lo que se necesita son programas más ambiciosos de educación". ¿A alguien la caerá el veinte?

VII

Dos aclaraciones: hace una semana señalé que fue en la antología Corazón de Palabras en donde Gustavo Sáinz recordaba una frase sobre la amistad de Robert Louis Stevenson. No; fue en la novela Compadre lobo. Y la otra es de hace tres semanas: la canción que cantaban Lupita Palomera y Fernando Fernández no se llama Un día crecido, sino Un río crecido. Sorry.

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