Martes, 23 de Abril 2024

Un nuevo hallazgo arqueológico en Egipto

Por: María Palomar

Un nuevo hallazgo arqueológico en Egipto

Un nuevo hallazgo arqueológico en Egipto

Entre el oasis de Siwa y el lago del mismo nombre, en el remoto desierto occidental de Egipto y a unos 300 kilómetros de la costa mediterránea, los arqueólogos descubrieron muy recientemente las ruinas de un templo de la época grecorromana.* El oasis de Siwa es famoso porque se cuenta que fue ahí donde un oráculo reveló a Alejandro Magno que era el legítimo faraón de Egipto. Según las autoridades culturales, a primera vista se trataría de un edificio construido entre el siglo II AC y el siglo III DC, pero la fecha y otros datos, como la extensión total del templo y lo que pueda haber en derredor, probablemente se precisarán a medida que continúen los trabajos arqueológicos. También se han descubierto fragmentos de vasijas, monedas y tres esculturas: una cabeza de  hombre, de inspiración griega, y dos leones.

Sigue sorprendiendo que salgan a la luz en nuestra época más y más vestigios desconocidos de las civilizaciones antiguas. Pero hay que tomar en cuenta la densidad histórica de ciertas regiones, los avances en la ciencias auxiliares de la arqueología y también, en el caso de Egipto, que a lo largo de muchos siglos el desierto no era tan extenso ni tan total: para el Imperio romano, el norte de África fue el granero más importante, pero con el tiempo la desertificación absoluta de enormes áreas acabó con numerosos asentamientos, incluso algunos muy significativos.

Según Heródoto (484-425 AC), el rey persa Cambises, hijo de Ciro el Grande, fue el primero que mandó tropas para atacar el oasis de siwa en 525 AC. Pretendía destruir el templo de Amón, pues sus sacerdotes se habían rehusado a legitimarlo como rey de Egipto, pero el ataque falló. Dos siglos más tarde, Alejandro Magno estuvo ahí, en 332 AC, antes de emprender su conquista de Persia. Él sí logró ser confirmado como faraón e “hijo de Zeus”, la deidad griega equivalente del egipcio Amón. Tras la muerte de Alejandro, el trono egipcio quedó en manos de uno de sus generales el primer Ptolomeo, cuya dinastía gobernó por 275 años, hasta la conquista romana; los romanos dominaron el país desde el año 30 AC hasta el 395 DC.

A lo largo de la época grecorromana prevaleció el culto a los dioses egipcios, y también se siguieron construyendo templos con el modelo tradicional, aunque ya con las nuevas influencias. Aunque quedan pocas ruinas de esa época, son muy importantes, como el templo de Edfu, en la ribera occidental del Nilo, que presenta los rasgos comunes a los templos egipcios pero también un programa decorativo de inspiración griega. Ésta se puede apreciar en el uso de relieves que dieron menor rigidez a la representación antropomorfa, particularmente de los personajes femeninos. También se dio un renovado énfasis al retrato, que puede atribuirse tanto a las influencias del mundo clásico como a la tradición escultórica del antiguo Egipto.

Los egiptólogos de todo el mundo no dejan de asombrarse, pues aunque consideran que mucho se sabe de esa civilización, siempre resulta que hay mucho más por descubrir.

DR

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