Martes, 23 de Abril 2024

Los Pueblitos, la perla de La Barranca

Por: Mario Castillo / Dr. José Silva Rebora

Espectacular. La vista desde los árboles de ciruelos es la mejor para apreciar parte de este pequeño poblado.

Espectacular. La vista desde los árboles de ciruelos es la mejor para apreciar parte de este pequeño poblado.

Descanso. Los atardeceres invitan a relajarse en este lugar, con la mejor vista para despedir el Sol.

Descanso. Los atardeceres invitan a relajarse en este lugar, con la mejor vista para despedir el Sol.

Los Pueblitos, la perla de La Barranca

Los Pueblitos, la perla de La Barranca

“El Salto”. Cascada monumental que se aprecia a pesar de la neblina.

“El Salto”. Cascada monumental que se aprecia a pesar de la neblina.

El potrero. La vista imponente sólo se aprecia desde este lugar.

El potrero. La vista imponente sólo se aprecia desde este lugar.

Árbol de corazón. Prueba de que la naturaleza se abre paso, convive y es latente. Tras tomar esta foto descubrimos su hermosa ramificación en la piedra, de ahí el nombre.

Árbol de corazón. Prueba de que la naturaleza se abre paso, convive y es latente. Tras tomar esta foto descubrimos su hermosa ramificación en la piedra, de ahí el nombre.

Producción. Uno de los quesos más ricos que hemos probado los fabrican de forma artesanal en Los Pueblitos. Imelda y Luis son los encargados de crear este manjar para acompañar cualquier platillo.

Producción. Uno de los quesos más ricos que hemos probado los fabrican de forma artesanal en Los Pueblitos. Imelda y Luis son los encargados de crear este manjar para acompañar cualquier platillo.

Calidez. Los habitantes de Los Pueblitos son muy amables y saben disfrutar de la belleza natural que los rodea. En la imagen, Luis lleva leche tras la ordeña para fabricar los quesos.

Calidez. Los habitantes de Los Pueblitos son muy amables y saben disfrutar de la belleza natural que los rodea. En la imagen, Luis lleva leche tras la ordeña para fabricar los quesos.

Senderos. Los caminos se multiplican a placer en Los Pueblitos, un sitio que no nos deja de sorprender.

Senderos. Los caminos se multiplican a placer en Los Pueblitos, un sitio que no nos deja de sorprender.

En abandono. Algunas casas se sostienen prácticamente sin el mantenimiento adecuado, pero no por ello dejan de ser casi unas ruinas con belleza.

En abandono. Algunas casas se sostienen prácticamente sin el mantenimiento adecuado, pero no por ello dejan de ser casi unas ruinas con belleza.

Impecable. Apreciamos que en nuestra visita el pueblo siempre estuvo limpio.

Impecable. Apreciamos que en nuestra visita el pueblo siempre estuvo limpio.

Fe. El templo de la Virgen del Refugio es el epicentro de la comunidad.

Fe. El templo de la Virgen del Refugio es el epicentro de la comunidad.

La calle se estrecha en la última curva antes de llegar... dejando ver al dar la vuelta, el horizonte marcado por las siluetas de los riscos de la barranca y, en un primer plano, un caserío medio camuflado por las copas de los árboles y  las huertas de mango y ciruela amarilla que llenarán de olores el pueblo justo antes de que empiece a llover y dé inicio la cosecha.

No se percibe mayor alboroto que el de un niño que corre cruzando la única calle asfaltada que atraviesa el lugar... dos perros de raza por definir, algunos pollos y gallinas que caminan sueltos de aquí para allá, picando el piso de tierra al borde del asfalto.

Los Pueblitos, su nombre no cabe dentro de la palabra “pueblo”. Aunque tampoco se le puede llamar “rancho”. Se queda flotando entre estas dos definiciones...  Quiero pensar que por eso lo nombraron así.

Enclavado en el corazón de San Cristóbal de la Barranca, a unos 60 kilómetros al Norte de la capital del Estado de Jalisco, encontramos esta pequeña comunidad compuesta por aproximadamente 350 habitantes, que se mantienen a pesar de la fuerte atracción que provoca en los jóvenes la búsqueda de oportunidades en la ciudad y la tentación de emigrar al “Norte” en busca de una vida mejor, para abrazar el gusto y el amor por “su tierra”.

La belleza natural del lugar sólo puede ser apreciada y disfrutada cuando se visita y se recorre la zona. Los Pueblitos está aproximadamente a 350 metros por debajo de la altitud media de Guadalajara, ofrece un clima templado en el invierno, con temperaturas que oscilan entre los 8 grados centígrados al amanecer y los 27 grados a medio día, aun cuando ésta puede elevarse hasta los 37 grados en el verano, el viento que corre a lo largo del cañón de la barranca, refresca agradablemente el ambiente.

La producción del “mango de la barranca” y la ciruela amarilla fue durante muchos años la principal actividad comercial de los habitantes de Los Pueblitos. Sin embargo, a pesar de que siguen cuidando y manteniendo sus huertas, el precio tan castigado en el mercado de estos productos, ha obligado a la población a buscar otras maneras de ganarse la vida, el cultivo de árboles de ornato y  la ganadería, en pequeñas escalas.

La producción de quesos frescos y otros productos lácteos también forma parte de su economía. Pero desgraciadamente no es suficiente para elevar el nivel de vida de estas personas honradas y con ganas de trabajar.

La vida y su color

Los Pueblitos es tan tranquilo que nos damos cuenta cómo un becerro no deja de mugir los dos días y la noche que pasamos en el lugar, haciendo eco en la desconexión personal que nos permite apreciar el ascenso de las nubes desde primera hora, sin el molesto sonido del celular.

En los alrededores de la población conocimos rutas casi vírgenes para explorar, una oportunidad de oro para que sus pobladores puedan crear senderos e invitar a los ávidos exploradores citadinos a que los visiten. Por ejemplo, en el rancho de “El Potrero”, una enorme pared de varios cientos de metros se eleva a nuestra mirada, por supuesto que es un sitio que algunos escaladores aprovechan y lo toman como un reto, pero más personas podrían adentrarse si contaran con los servicios básicos para realizar esta actividad, al mismo tiempo que en este espacio la vista es hermosa y el amanecer o atardecer son dignos de ver desde su meseta, la cual levanta la mano como opción para acampar.

Al seguir nuestro camino fuimos a visitar la cascada de “El Salto”, cuya niebla no nos permitió apreciarla bien a temprana hora, por lo que decidimos sortear enormes piedras y maleza para llegar a su base y desde ahí apreciar su majestuosidad. Y en la búsqueda de más sitios con agua, nuestro joven guía “Tavo” nos llevó hasta “Totonilco”, una pequeña cascada a la que tuvimos que llegar descendiendo entre otras enormes piedras y con la necesidad de crear caminos casi por primera vez. Al llegar, volteamos la mirada hacia arriba y el tapiz no es azul, sino verde por los frondosos árboles de mango que dominan el lugar; abajo, la sombra y el riachuelo refresca los pies mientras el sonido de la cascada cristalina nos relaja.

Además de apreciar su enorme belleza natural, Los Pueblitos sirve de punto medio para ir y venir de sitios como un monasterio que se edifica a las orillas de la barranca (y se puede ver desde las alturas del pueblo), así como el ojo de agua que rellena “el tanque del martes”, que según nos cuenta “Tavo” lo nombraron así porque de chiquillos todos iban a bañarse en la pileta ese día. Más adelante, por difíciles caminos de terracería no aptos para cualquier vehículo, existe un pueblo fantasma, el cual quisimos explorar pero el temporal no nos dejó llegar.

Otro aspecto que me gustaría destacar es la calidez de los habitantes, quienes nos recibieron muy bien, y de quienes vimos que prácticamente viven de lo que producen (como la cosecha de guamúchil, milpas, mangos, ciruelas entre otros huertos). Ejemplo de su hospitalidad son las noches de cine que organizan los fines de semana, principalmente para los niños, afuera del bonito templo a la Virgen del Refugio, cuyo tiempo es aprovechado por los adultos para ponerse al día y relajarse tras un día de trabajo en el campo.

El anfitrión de nuestra visita fue el Doctor José Silva, quien nos dios hospedaje en su casa llamada “El mismo cielo”, nada lejano a la realidad por su vista, donde Silvia Avelar y su hija nos prepararon deliciosa comida muy jalisciense como lo fue la carne en su jugo para darnos la bienvenida, entre otros platillos como enchiladadas bañadas con crema -de esa de rancho tan deliciosa-, que nos mantuvo con pilas para los recorridos. Tampoco olvidamos a Imelda y Luis, cuyos quesos frescos son los mejores que he probado en años, vale la pena buscarlos, tienen su tiendita justo a un costado del templo.

Por último, Don Ramón Avelar, cronista de la población (por llamarlo de algún modo), tiene toda la vida viviendo ahí, o cuando menos desde que se acuerda, dice, y es quien conoce mejor que nadie la historia y las razones por las que Los Pueblitos se adueñaron del mejor lugar de toda la barranca para asentarse.

Los invito a visitar este mágico lugar, con un espíritu de aventura y apoyo a comunidad, para así fortalecer y ayudar a su permanencia y evitar su desaparición.

TOMA NOTA

Un día en este paraíso

Para llegar se toma la carretera a Tesistán hasta el entronque con la vía que lleva a la carretera a Colotlán, luego de unos 15 kilómetros hay que estar atentos al anuncio que nos indica tomar hacia la izquierda a Los Pueblitos. El camino es de difícil acceso en tramos por ser una zona de deslaves, con una combinación de asfalto y terracería. En total, se hace una hora y 45 minutos, si tomamos como referencia la salida desde el Centro de Guadalajara. En el sitio puede disfrutarse en un día completo, ya que no hay hoteles ni zonas definidas para el camping, por lo que en un futuro se espera contar con más servicios según la afluencia de visitantes.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones