A primera vista se antoja irreal. A nuestros ojos llegan las imágenes de montañas que parecen haber sido recortadas con tijeras y valles con un verdor casi perfecto. Luce como la escenografía de una película y la mente se niega a creer que es así de forma natural. Pero lo es. Es realmente un paraíso en la Tierra. Son los montes Dolomitas.Bello horizonte de la región italiana del Trentino-Alto Adigio (Norte), los Dolomitas han sido llamados por los viajeros como la “cara amable de los Alpes”. ¿La razón? Sus valles, amplios y espléndidos se abren hacia el Sur, por lo que son más cálidos.Esta zona, además, representa el encuentro de dos culturas muy diferentes: La Mediterránea y la del Tirol. El mejor reflejo de este curioso “mix” lo podemos ver en las personas que viven en las bivacchi, típicas cabañitas de monte donde se sirve exquisita comida para los turistas y esquiadores que se aventuran por la región.Comenzamos esta nota asegurando que hay algo irreal en Dolomitas, y en hay un poco de verdad en eso. ¿No te sorprendería saber, por ejemplo, que las montañas son en realidad arrecifes? Los macizos rocosos que adornan el valle emergieron del fondo del Mediterráneo, como lo descubrió el geólogo francés Déodat de Dolomieu. Las crestas son un gigantesco arrecife de coral que se ha desgastado por miles de años y ahora lucen majestuosas, muy, pero muy lejos de lugar de su “nacimiento”.Dejando de lado las historias geológicas, Dolomitas cuenta con varias ciudades que son una delicia para todo viajero que quiera conocer algo de Italia que no sea el eje Roma-Venecia-Milán. Una buena opción para comenzar es Trento, con su espectacular catedral dedicada a San Virgilio y su torre almenada, donde se celebró el Concilio de Trento, punto de partida de la Contrarreforma de la Iglesia Católica y por ende, escenario clave en la historia europea.Siete kilómetros al Norte de Trento se encuentra Cembra, una comarca que ha producido vino desde el siglo IV a.C. Las vides crecen en terrazas escalonadas, dando una vista idílica de la campiña italiana. Muy cerca se encuentran también las Pirámides de Segonzano, unos curiosos pilares rocosos, de hasta 30 metros de altura, que han sido esculpidos por la erosión.Un tanto más al Sur, puedes conocer Cavalese. ¿La mejor forma de describirla? Parece que la sacaron de un cuento medieval. Casitas con techo de teja, balcones de madera y grandes aleros inclinados. En invierno se pinta de blanco, mientras que en primavera y verano los campos aleñados lucen morados con las gencianas creciendo a placer.Para quienes gustan de los escenarios montañosos más que de los pueblos, entonces el mejor lugar para disfrutar de Dolomitas es Canazei, localidad vacacional desde la que parten los remontes que permiten la práctica de esquí o montañismo, según la temporada. El mejor mirador de la ruta es Col di Rossi, a dos mil 280 metros de altitud. Por cierto, el pico más alto de las Dolomitas es la Marmolada, con 3 mil 343 metros. Dicho todo lo anterior, ¿cómo llegar? La opción es volar a Bolzano (vía Roma). Desde Venecia o Milán hay conexión en autopista que dura dos horas. El verano es un buen momento para viajar, pues aumenta la frecuencia de los viajes en autobús, y ya en Alto-Adigio se venden abonos para ahorrar en la entrada a museos y uso de funiculares.LOS SABORESLa cocina italiana es una maravilla, pero esta región tiene algunos platillos muy particulares, con una alta influencia alemana. El mejor ejemplo es el exquisito deutscher kaffe y la sachertorte, o en otras palabras, café y pastel de chocolate estilo alemán. Los vinos de la región también son codiciados por los amantes de la bohemia y el buen vivir.
