Jueves, 25 de Abril 2024

Panteones, el último eslabón de la pandemia

Sepultureros y trabajadores de crematorios en Ciudad de México luchan por mantener el ritmo mientras el país registra cada vez más muertes por coronavirus

Por: AP

Conductores de servicios funerarios llegan al panteón San Nicolás Tolentino, en Iztapalapa, Ciudad de México. AP/M. Ugarte

Conductores de servicios funerarios llegan al panteón San Nicolás Tolentino, en Iztapalapa, Ciudad de México. AP/M. Ugarte

Un trabajador en el crematorio del San Nicolás Tolentino. AP/M. Ugarte

Un trabajador en el crematorio del San Nicolás Tolentino. AP/M. Ugarte

Un hombre cuyo familiar murió de coronaviturs sostiene una urna mientras espera en el crematorio. AP/M. Ugarte

Un hombre cuyo familiar murió de coronaviturs sostiene una urna mientras espera en el crematorio. AP/M. Ugarte

El músico Victor Dzib Cima, de 70, toca su acordión en el panteón, donde ha trabajado a cambio de propinas por 22 años. AP/M. Ugarte

El músico Victor Dzib Cima, de 70, toca su acordión en el panteón, donde ha trabajado a cambio de propinas por 22 años. AP/M. Ugarte

Humo sale del crematorio en el San Nicolás Tolentino. AP/M. Ugarte

Humo sale del crematorio en el San Nicolás Tolentino. AP/M. Ugarte

Sepultureros y trabajadores de crematorios en México luchan por mantener el ritmo mientras el país registra cada vez más muertes por coronavirus y al mismo tiempo se alivian gradualmente algunas restricciones para contener la propagación de la enfermedad.

Trabajadores en el cementerio municipal San Lorenzo Tezonco en el oriente de Ciudad de México dijeron durante entrevistas que han enterrado más cuerpos en las últimas semanas que lo que jamás habían visto antes.

Antonio García dijo que actualmente cava entre 15 y 20 tumbas al día, y ha enterrado a más de 500 víctimas de coronavirus.

El cementerio San Lorenzo Tezonco, en Iztapalapa. AP/M. Ugarte

Su agotado colega, Melvin Sanuario, se limpia tierra del rostro. "En cada una de ellas nos demoramos más de una hora", dijo.

El trabajo es física y emocionalmente agotador, y los trabajadores constantemente tienen temor de infectarse. Se vuelve incluso peor cuando tienen que usar trajes de plástico blanco anticontaminantes que sellan el calor y sudor cuando bajan los ataúdes y tapan las tumbas.

Melvin Sanuario luego de excavar una tumba por una hora. AP/M. Ugarte

"Entre el calor y la tierra que nos sofocan. Sepultamos los féretros aún con miedo al contagio. Tenemos familia que proteger", dijo García.

"Es una labor no reconocida del panteonero", agregó. "Al contrario, recibimos maltratos, somos los olvidados, los héroes anónimos. El último eslabón de esta pandemia".

Esta sección del panteón se ha destinado a víctimas de COVID-19. AP/M. Ugarte

Mientras los dos hablan, una carroza llega con otra víctima de COVID-19. Son fáciles de distinguir porque los ataúdes están envueltos en plástico transparente y son llevados a una sección especial del cementerio para entierros por coronavirus.

Los mismos trabajadores cargan los ataúdes, un trabajo que en el pasado podían hacer los dolientes. Pero bajo las reglas especiales para contener la propagación de la pandemia, sólo se permite que dos familiares acompañen al féretro a la tumba.

Los entierros ya no son como eran antes; ahora duran apenas unos 15 minutos.

AP/M. Ugarte

No hay bandas, música, ni llantos; sólo el inusual silencio, el ruido de las palas golpeando la tierra seca, que es levantada por el viento.

IM
 

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