En una ceremonia cargada de emotividad, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara celebró el tradicional cambio de estafeta entre Barcelona —invitada de honor en 2025— e Italia, que asumirá este papel en 2026. Lo que pudo ser un acto protocolario se convirtió en una reflexión conjunta sobre el poder de la cultura, el papel de la literatura como puente entre geografías y el sentido profundo de continuidad que sostiene la feria del libro más grande del mundo hispanohablante.El Presidente de la FIL, José Trinidad Padilla López, abrió el acto con un mensaje que subrayó la intensidad del proceso que, durante un año entero, unió a Guadalajara y Barcelona. Evocó el intercambio simbólico de flores —las de Sant Jordi y las rosas tapatías— como imagen del diálogo mediterráneo que inundó Guadalajara durante nueve días de programación literaria, artística y cultural.La delegación barcelonesa, encabezada en el acto por Raquel Gil, despidió su participación recordando que llegaron “con las flores, con Mercè Rodoreda, con el cine, con su música y con más de 69 escritores”. Gil leyó el texto que inspiró el lema “Vindran les flors”, un guiño a la promesa de que la creatividad siempre vuelve. Subrayó que la ciudad catalana buscó mostrar su diversidad literaria y artística con humildad y ambición, y que la FIL les ofreció el mejor escenario posible para hacerlo.Entre anécdotas entrañables —como la recepción de un autor catalán con estudiantes vestidos de pijama en honor a una frase suya—, la representante barcelonesa destacó que la ciudad encontró en Guadalajara un público lector apasionado, capaz de convertir cada encuentro en una celebración.El relevo estuvo marcado por el mensaje de Filippo La Rosa, ministro plenipotenciario y encargado de la promoción cultural de Italia, quien delineó lo que su país espera ofrecer en 2026. La Rosa recordó que Italia ha sido, durante siglos, una cuna del pensamiento universal: patria de Dante, de Calvino, de Eco, de Leonardo y de Michelangelo; origen de bibliotecas, ciudades y monumentos que han forjado el imaginario cultural de Occidente. Subrayó que el libro tal cual lo conocemos —portátil, íntimo, de mano— fue también una invención italiana, gracias al veneciano Aldo Manuzio.El diplomático afirmó que la presencia italiana buscará mostrar un país en transformación constante, donde ciencia, arte y literatura dialogan para generar nuevas interpretaciones del mundo. El lema que encabezará la participación de 2026 —“El mundo nos habla como un gran libro”— surge de esa idea: la lectura como forma de comprender lo disperso, de unir lo que parece separado.Italia aprovechará su participación para celebrar efemérides fundamentales: los 800 años de San Francisco, los 200 años de Carlo Collodi y los 10 años de la muerte de Umberto Eco. No faltaron referencias literarias: desde El nombre de la rosa hasta las advertencias humorísticas sobre invitar —o no— a Pinocho a la feria.La Rosa sostuvo que la FIL es “una brújula que evita que los libros se pierdan”, un espacio donde lectores y obras se reencuentran. Leer, dijo, es un gesto transformador: “quien lee por placer vale por dos”.El intercambio de obsequios —una loseta de plata de Antoni Gaudí y el volumen Italia Maravillosa de Massimo Listri— simbolizó la continuidad del diálogo cultural entre ambos países. La FIL, que celebrará 40 años en 2026, se prepara para recibir a Italia en una edición que coincidirá con el aniversario 150 de relaciones diplomáticas entre México e Italia.Lo que quedó claro en el acto es que la FIL no solo cambia de invitado: renueva cada año el pacto de celebrar el pensamiento, la imaginación y la lectura como fuerza común. Barcelona se marcha con gratitud; Italia llega con la promesa de un país cuya historia cultural —rica, compleja y decisiva para el mundo— aspira a florecer en Guadalajara como un libro abierto.