Jueves, 11 de Diciembre 2025

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

¿Warner bailará con el más feo?

Por: Arturo Garibay

¿Warner bailará con el más feo?

¿Warner bailará con el más feo?

Tremendo novelón se ha armado desde el anuncio del pasado 5 de diciembre. Aquel día supimos que Warner había aceptado la oferta formal de Netflix para vender la compañía, incluyendo sus estudios de cine, sus estudios de televisión, su catálogo fílmico, de series, de gaming, HBO, HBO Max... todo, menos CNN, TNT Sports y los sellos de Discovery. El cierre de la venta (es decir, la parte donde se ejecuta el pago, cuando ya hay dinero de por medio y se da el cambio de propietario) tendría que darse hasta la segunda mitad del año, porque para poder vender todavía falta que Warner y Discovery se separen, pues hoy siguen siendo una sola corporación.

La venta a Netflix ha generado preocupaciones con fundamento en lo cultural, lo social y lo económico. Warner es un estudio que ha jugado un rol importante en la consolidación histórica del ritual fílmico: sus películas se han erigido como fenómenos de la cultura popular gracias a la pantalla grande, un espacio por el que Netflix ha mostrado nulo o poco interés; es más, a veces sus discursos y acciones hacen que uno piense que siente desprecio por las salas de cine. A lo mejor sin quererlo (la empresa de Bugs Bunny es, al fin y al cabo, un negocio), pero Warner ha alimentado y fomentado con sus largometrajes una de las más bellas experiencias colectivas, uno de los más hermosos actos comunitarios: ir al cine.

El temor es que Netflix deseche ese legado, que lo achique o desestime; sucede que la sensación en la industria es que a Netflix únicamente le interesa lo individual, el claustro doméstico, las pantallas de bolsillo. Para Netflix, las películas no son obras culturales, son “contenido”: una cosa que sirve para rellenar su vitrina. Esto es peligroso porque, en estos tiempos, con el tejido social tan desgarrado, con el mundo tan polarizado y dividido, el objetivo debe ser recuperar lo social, lo colectivo, lo común, lo nuestro. No fomentar el “yo” que promueven como única alternativa esquemas de consumo como el de Netflix. En streaming, el cine se ve, pero no se comparte (en el sentido humano, no “socialmediático”). En pos del dinero, hay quienes pugnan por desarticular lo que se debe preservar.

Warner ha sido un sello que ha puesto piezas en los cines, que ha puesto piezas en el streaming, en las consolas, en los móviles... en todas partes. ¿Podría pervivir tal legado con el nuevo dueño? De momento, Netflix dice que seguirá estrenando las películas de Warner en cines, pero reduciendo las ventanas de exhibición, que de por sí ya han sido estrujadas.

También hay preocupación dentro del negocio y en el ecosistema de empleos de las industrias creativas. Los sindicatos lo han expresado al decir que la compra, en la que el gran gigante del streaming absorbería a uno de sus principales competidores, amenaza empleos, salarios y condiciones laborales; asimismo, podría reducir la diversidad de historias y proyectos, encarecer precios y concentrar aún más el poder en pocas empresas. Y agregan: “Esto es lo que las leyes antimonopolio fueron diseñadas para prevenir [...] Esta fusión debe ser bloqueada”.

Una columna de opinión en Variety ponía en su encabezado: “¿Netflix quiere comprar… o matar a Warner?”. Entiendo la importancia de formular tal pregunta, ya que Netflix ha pugnado por cambiar el paradigma de cómo vemos cine. No por expandir las opciones, no por darnos “un plan B”, sino por privilegiar la alternativa que implica alienación, desapego de la otredad o soledad; la alternativa que implica “solo yo y los míos”.

El streaming es maravilloso, yo lo uso todo el tiempo. Pero no debe sustituir nunca al acto social, no debe reemplazar ninguna experiencia que nos enlace o conecte como humanos, que nos ponga a coexistir en un mismo espacio, con un mismo propósito, como, por ejemplo, ver una película al mismo tiempo, con desconocidos en una sala oscura. ¿Es buena idea entregarle lo “comunal” a lo “individualista”? Creo que no.

Empero, la trama sigue dando giros como en toda buena épica de Hollywood. El asunto se ha enrarecido al aparecer una nueva oferta por parte de Paramount, la cual se ha robustecido gracias a que ahora habría dinero vinculado a la familia Trump.

Este lunes, Paramount anunció su contraataque, diciéndole a Warner que están mejorando la propuesta de Netflix. En este momento, Netflix está dispuesto a comprar solamente Warner, HBO, HBO Max y sus catálogos de cine, televisión y gaming; pero Paramount dice “yo quiero todo eso” y más. Sí, Paramount quiere el paquete completo, que incluiría además CNN, TNT Sports, Discovery y Discovery+, lo cual no cubre la oferta de la plataforma de la “N”. Dicen los ejecutivos de Paramount que su oferta en turno es mucho, mucho mejor.

Puede que sea mejor en términos de dinero, pero tampoco es deseable. Primero, porque no se debería permitir que aquellos en el poder (o personas vinculadas a aquellos en el poder) tengan control sobre lo mediático ni lo cultural. Segundo, porque, para que el citado paisaje cultural y mediático sea más justo y diverso, necesitamos más jugadores, no menos. En ambos casos (con Netflix o Paramount, con melón o con sandía), se sigue poniendo el poder mediático al servicio de pocos. El escenario se va acercando al de las distopías de la ciencia ficción.

¿Qué pasará cuando las autoridades entren a dar luz verde o luz roja a la venta Netflix/Warner? ¿Qué camino tomará este relato de suspenso y conmoción? ¿Se respetarán las reglas antimonopolio? Apenas vamos en el primer capítulo de la primera temporada. Lo que lees aquí es mi reflexión inicial, con lo que se sabe hasta el momento. ¿Qué nuevos giros nos esperan? Sigamos informándonos, sigamos compartiendo nuestras reflexiones, pero, sobre todas las cosas, sigamos defendiendo lo colectivo.

Temas

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones