Para mí es el mes más hermoso del año; paisajes nevados, el frío invernal, el chocolate caliente, los malvaviscos asados, las luces, el arbolito, el nacimiento, las pastorelas, las posadas… y una de las cosas que desgraciadamente casi se han perdido son el envío de las tarjetas navideñas.Muchas casas comerciales de antaño como Mayco, Dubín, Mueblería Hernán, Almacenes Favier, Joyería Gómez, Paviche, Centro Musical, El Diamante, Araiza, Almacenes Orozco, Casa Baeza, Casa Rubio, Almacenes Andalucía y, por supuesto, los grandes almacenes como Las Fábricas de Francia o El Nuevo París, por citar algunas de mi especial conocimiento, acostumbraban enviar a sus clientes y amigos tarjetas de Navidad con espléndidos grabados, reproducciones de obras maestras de la pintura universal, y con la infaltable leyenda: “Que pasen usted y los suyos una muy feliz Navidad y próspero año nuevo”.Las tarjetas que llegaban, orgullosamente las colocaban muchas familias entre las ramas de los arbolitos de Navidad, presumiendo así no solo sus compras o sus buenos créditos en las casas comerciales de la ciudad, sino el gozar de las preferencias de los comerciantes que se tomaban la molestia de mandar a su casa las tarjetas de Navidad.Pero no solo eran los comerciantes los que enviaban las tarjetas. Familiares y amigos se cruzaban los buenos deseos y, a finales de noviembre y principios de diciembre, las distintas imprentas ubicadas por el rumbo del Mercado Corona se llenaban de clientes que pasaban a escoger la tarjeta de Navidad que enviarían, eligiendo entre decenas de modelos y tamaños y con textos bíblicos o pensamientos alusivos a esta festiva temporada; había de distintos precios y en algunos lugares le decían a uno que fuera a algún otro mandadito al centro y en un rato más estarían listas.Y así era, íbamos a La Muñeca, a La Casa Colorada, a la Casa del Hortelano, y los devotos a visitar un ratito a Jesús Sacramentado en el Templo de la Merced, y media hora después ya estaba uno en la imprenta recogiendo las tarjetas de Navidad que incluían su correspondiente sobre, y casi de ahí se iba al Edificio de Correos que estaba en la Plaza de las Sombrillas, donde se encuentra hoy día la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz en Pedro Moreno y Colón, a depositarlas para que llegaran a tiempo.Era una costumbre muy bonita, pues permitía establecer lazos de comunicación y cercanía con amigos y familiares y darles el testimonio de nuestra amistad y cariño a través de esos pequeños detalles que encerraban el recuerdo de nuestra amistad y nuestro afecto.Enviarlas o recibirlas era motivo de gusto y alegría. De hecho, cuando un año no las recibíamos, entrábamos en preocupación si se trataba de alguien cercano, pues siempre nos llegaba y este año no, ¿Qué pasó? Y era momento propicio para pasar a visitarlo. Incluso, cuando no se recibían las tarjetas de parte de los establecimientos comerciales, iba uno a ver por qué lo habían borrado de la lista; lo dejaban sin palabras cuando, después de la consabida disculpa, le entregaban un calendario de bolsillo para la cartera o uno de los grandes que tenía aquellos hermosos cromos de Helguera que, sin duda, ustedes recordarán.Pero además de las tarjetas, Navidad traía consigo otras cosas. Por ejemplo, párrafos atrás hablaba de Casa Rubio. Estaba por la calle Colón, entre Madero y López Cotilla, si mal no recuerdo, y eran muy famosas sus canastas navideñas profusamente decoradas y con ultramarinos finos; era muy famoso ese establecimiento, tanto que aún recuerdo sus teléfonos en los años 60 del siglo veinte; eran el teléfono 3-23-24 y el teléfono 4-20-01, y aunque en otros lugares también vendían las canastas, eran las de Casa Rubio las mejores, las más famosas y las que hacían que las personas se lucieran obsequiándolas. Su lema era: “Casa Rubio sirve bien, no importa a quién”, no recuerdo si fue Publicidad Saiffe o Publicidad Orvañanos quien hizo popular el jingle.Perdonarán la confusión, pero ya me confirmarán o corregirán, pero creo que Joyerías Arreola obsequiaba un pavo en las compras navideñas; alguien me comentaba que era la Joyería Gómez, pero estoy casi seguro de que era la primera joyería mencionada la que obsequiaba el pavo de navidad. ¿Ustedes que opinan?¿Se acuerdan de los Pollos Dasero? Estaban en la esquina de las calles López Cotilla y Ocampo, y sus pollos eran muy famosos igual que las Pollerías Rizo, y en la época navideña, ofrecían un delicioso pollo relleno como alternativa más económica para la cena del veinticuatro, además que incluía ensalada de manzana, con piña y nuez, la navideña y con su correspondiente dotación de bolillitos así que teníamos la cena lista a precios accesibles.En las Escuelas y Colegios, más en estos últimos, eran famosas las Pastorelas, que en la temporada de la Navidad las presentaban como colofón a la mitad del período escolar, y muchos Colegios de la ciudad organizaban además las tradicionales Posadas que iniciaban el 16 de diciembre y terminaban justo el día de la noche buena, el 24 de diciembre, las verdaderas posadas que incluían no solo los cantos para pedir posada con los peregrinos con su vela en una semi obscuridad, sino los rezos, y las infaltables piñatas y los bolos; en aquellos tiempos era muy raro que el ponche contuviera alcohol; tejocotes, guayabas, caña, manzana, nuez y era de Jamaica o tamarindo, era un ambiente festivo, relajado pero siempre sin perder de vista su carácter religioso. Hoy día a las reuniones navideñas de empresas y amigos se les ha dado por llamarlas posadas equivocadamente, pues tienen todo menos eso, son momentos de cercanía y convivencia donde sin embargo domina el consumo de alcohol y han distorsionado por completo el concepto histórico religioso de las posadas.Hay mucho más que hablar sobre esta temporada. Recuerdo por ejemplo cuando La Colonial de Mexicaltzingo, ofrecía una gran alternativa para la compra de juguetes pues contaba con sistema de apartado y desde mediados de noviembre ya estaban en los aparadores para que los niños hicieran su cartita al Niño Dios.Pero ya tendré tiempo de compartir mis recuerdos con ustedes en otra oportunidad. Por ahora aquí cerramos esta página de mi libro, y espero me acompañen a abrir una nueva la próxima semana si Dios quiere aquí en EL INFORMADOR, y ahora le cambiamos porque hace frío, un chocolatito caliente y unos hot cakes.lcampirano@yahoo.com