Sábado, 27 de Abril 2024

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Ya no quiero cuidarte, mamá

Por: Salvador Camarena

Ya no quiero cuidarte, mamá

Ya no quiero cuidarte, mamá

Si alguien es capaz de encontrar una nota en ese laberinto indescifrable en que se ha convertido internet, esa es Alma Delia Fuentes, periodista como pocas. Ahora, sin embargo, ella ha creado una historia digna de ponerla en medio de toda conversación, de la política pública para el siguiente sexenio. 

Con el título de “Ya no quiero cuidarte, mamá”, Alma Delia publicó en asicomosuena.mx un podcast punzante y tierno a la vez. Es una conversación, nunca mejor dicho, trenzada con experiencias de dos hijas a quienes les cae encima el cuidado de un adulto mayor: sus respectivas madres.

Rocío González y Alma hablan desde dos extremos. La primera en tiempo pasado, pues su progenitora ha muerto, aunque el duelo sigue vivo; la segunda con una agobiante y nada despistada incertidumbre de lo que le deparará el futuro de su madre, cuyo cerebro ya emite signos ominosos.

No voy a echar a perder a los lectores y posibles escuchas nada más sobre esa historia en cuanto a lo que ahí ambas van desgranando. Solamente adelanto algo que Rocío dice una y otra vez, algo que quien no lo vive probablemente estará incapacitado para dimensionar, para comprender. 

En una cena reciente una persona contó que un familiar padecía Párkinson. Algunos de los asistentes pusieron la cara propia de quien escucha una frase en esperanto. Mas el rostro de un joven cambió totalmente: mi abuelo tuvo varios años, es terrible, dijo. Los del esperanto se quedaron igual. Suertudos.

Antes de hablar con Alma Delia, Rocío publicó en su cuenta de Twitter su alivio tras el fallecimiento de su madre luego de años de cuidarla 24x7. El entorno tuitero, saturado de petulancia, no se interesó en conocer su experiencia; sin miramiento esa tribuna de engreídos la juzgó y sentenció como mala hija. 

No pudieron ser más injustos con Rocío, cuyo mensaje esencialmente era y es “prepárense, no saben lo que les puede caer encima”. 

Algunos -lo digo yo- tendrán la suerte de esquivar un destino donde sus mayores se extinguen consumidos por enfermedades jodidamente destructivas antes que letales. Muchos otros tendrán que ser cuidadores/as.

Y si en todo momento ser mexicano es asumir que el Estado no existe salvo para cobrarte impuestos y complicarte la subsistencia, en pocas ocasiones son más claras las debilidades y carencias de las instituciones nacionales que cuando tu adulto mayor entra en la resbaladilla de la necesidad de cuidados.

No están preparados los bancos ni los notarios para ayudarles con sus trámites, ni los edificios para recibirlos en sillas de ruedas, ni las tiendas o farmacias para surtirles mercancías y medicinas. ¡Vaya, no están preparados ni los consultorios médicos, ni los programas sociales! Y las familias tampoco. 

La empatía que logran Rocío y Alma Delia ha provocado una cascada de mensajes. Como estos:

“No, bueno, esta historia es el paso a paso de lo que he vivido con mi mamá. Con varias diferencias, mi mamá es más mi hermana menor que mi mamá, así que me dejó tomar decisiones, tengo los recursos para pagar cuidadoras. Pero al principio fue una pesadilla, porque el cerebro es un misterio hasta para los mismos neurólogos”. 

“Temazo, yo ya cuidé pero tampoco quiero que me cuide mi hijo”. 

“Llevo más de siete años con una situación más o menos similar”.

“Qué maravilla, estoy riendo y llorando al mismo tiempo”. 

“Es tan fuerte, tan fuerte que no me atrevo a decir el nombre del podcast!!!!”

Exacto: hay realidades que no queremos ni nombrar, como el cuidado de nuestros adultos mayores. Ojalá fuera tema central en la elección.

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