Miércoles, 24 de Abril 2024

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Votar por privilegios

Por: Carlos María Enrigue

Votar por privilegios

Votar por privilegios

Si en estas elecciones usted no quiere votar por ya sabes quien, es frecuente que se le acuse de querer votar para mantener sus privilegios. Es una acusación parcialmente cierta, por lo menos por lo que toca a mi persona, y es que entre otros, quiero votar por conservar los siguientes privilegios:

(i) Por el privilegio de saber que en seis años, por bueno o malo que haya sido el presidente, existirá un relevo al transcurrir el término constitucional.

(ii) Por el privilegio de tener una inflación que no pase de un dígito, y no temer que se eleve a dos ¿a tres? ¿o a cuatro?

(iii) Por el privilegio de dejar las quejas presidenciales en un “ya sé que ustedes no aplauden”, en lugar de plagar de adjetivos a quien no esté de acuerdo, solo para después decir que las acusaciones de ladrones, canallas y miserables se hicieron con todo respeto.

(iv) Por el privilegio de que quien quiera invertir en México lo pueda hacer esperando, medianamente, que su inversión rinda frutos y no le sea arrebatada por el gobierno.

(v) Por el privilegio de que si la transformación que prometen se parece a las tres que la antecedieron, donde corrieron ríos de sangre, nos ahorremos tal transformación.

(vi) Por el privilegio de poder elegir de una variedad importante de productos, con abasto suficiente, y no de aquél que desde el poder público se determine es el adecuado.

(vii) Por el privilegio de mantener un esquema de división de poderes en los términos actuales y no temer que se crearán nuevas estructuras como Tribunales Constitucionales o Congresos Constituyentes alineados a una sola visión del país.

(viii) Por el privilegio de sabernos una economía competitiva y que somos un jugador serio a nivel mundial, con capacidad de asumir liderazgos en lugar de esconder nuestro – si se gusta magro en términos absolutos, pero importante cuando menos regionalmente – poderío.

(ix) Por el privilegio de saber que los egresados de una universidad o de una normal son capaces de desempeñar la labor por la cual recibieron un título, y no temer que lo hayan obtenido solo por aumentar artificialmente los números de un supuesto éxito educativo.

(x) Por el privilegio de encontrar honestidad en infinidad de personas e instrumentos gubernamentales, y no descansar esa virtud en una persona exclusivamente.

(xi) Por el privilegio de mantener a raya a los partidos eminentemente confesionales, minimizando la esfera de influencia religiosa dentro de la política, diluyéndola dentro de los variados intereses de un partido.

(xii) Por el privilegio de saber que en el país se impartirán clases de forma regular y que no habrá ausentismo de los profesores de forma recurrente.

(xiii) Por el privilegio de saber que se puede tener presidentes preparados, que superen sus propias limitaciones y no celebren el conformismo provincial.

(xiv) Por el privilegio de no otorgar una amnistía que, ofendiendo a las víctimas, no resuelva el problema de la violencia, pues las amnistías solo sirven en las guerras donde los bandos son claros y donde quien la otorga va ganando claramente, que no es el caso.

(xv) Por el privilegio que, de querer renunciar a mis privilegios para ayudar a los demás no le tengo que dar un cheque en blanco a nadie, lo puedo hacer de forma directa.

No me privilegia ni Duarte, ni Bejarano, ni Padrés. No me privilegia darle dinero a los partidos políticos por más que se denominen partidos o movimientos. No me privilegia la inseguridad ni las alianzas que tienen gobernantes con delincuentes. No me privilegian tantos dramas que se viven a diario en este país.

Pero sé, que a esos lacerantes dramas, se le puede sumar la pérdida de lo que sí está bien. Por eso votaré por mis privilegios.

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