Jueves, 02 de Mayo 2024

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Volver al aula

Por: Vania de Dios

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Volver al aula

“Ya les pica la casa”, dirían las abuelitas cuando ven a alguien que ya le urge salirse de donde vive… Sí, ya les pica la casa a miles de niños y niñas que después de año y medio están ansiosos por regresar a la escuela y ver a sus compañeros; que extrañan las clases en las aulas, con sus maestras y maestros frente a ellos, no tras una pantalla o mensajes de teléfono. Son 18 meses desde que el COVID-19 interrumpió la educación en primarias y secundarias de 19 países. 

Las clases presenciales también las piden mamás y papás que, con los hijos todo el tiempo en casa, se han visto obligados a dejar o han perdido su trabajo (en medio de una crisis económica mundial), que se han visto en la necesidad de buscar quién los cuide, arriesgarse a dejarlos solos en casa o, de plano, no han tenido más opción que sacarlos de la escuela. 

Esto sin contar los padres de familia que, literalmente, volvieron a repasar las materias que cursaron hace décadas para hoy poder explicarle a sus hijos sobre decimales, tablas de multiplicar, reglas gramaticales y demás habilidades, destrezas y conocimientos que -sin pandemia- estarían aprendiendo con sus profesores. Y el nivel de rezago es alarmante: según datos de Unesco y Unicef, hay más de 100 millones de infantes que ni siquiera alcanzarán el nivel mínimo en lectura.

En Jalisco, hasta el momento, sigue en pie el regreso a las clases presenciales. Un tema que se mantiene en el debate, sobre todo ahora con la presencia de la variante Delta del COVID-19, que es mucho más contagiosa y que ya está afectando considerablemente la salud de infantes y adolescentes. Habrá que esperar a lo que se decida en las siguientes semanas, tanto por parte de las autoridades como de los mismos padres de familia, quienes tendrán la última palabra de si envían o no a la escuela a sus pequeños.

La pandemia obligó a la suspensión de clases, perjudicando a más de 156 millones de estudiantes en el mundo, con grandes pérdidas para niños y jóvenes, de las que puede que nunca se recuperen. De acuerdo con ambos organismos internacionales, algunas de ellas tienen que ver no sólo con el menor aprendizaje y la disminución en el desarrollo de las habilidades sociales sino también con la angustia mental, así como la mayor exposición a la violencia y los abusos que sufren los menores permaneciendo todo el tiempo en casa (que se supone debería ser el lugar más seguro).

Y es que las escuelas son espacios donde los infantes tenían la posibilidad de acceder a algún tipo de ayuda cuando estaban enfrentando violencia dentro del hogar, ya que ahí podrían acercarse o platicarlo con sus amigos o profesores. Hoy la contingencia y el aislamiento también les quitaron esa posibilidad.

Otro de los impactos que ha tenido el cierre de escuelas está relacionado con adaptarse a los nuevos sistemas educativos, un verdadero reto para los infantes y también para los profesores. Los más afectados son todos aquellos y aquellas que viven en entornos con pocos recursos, comunidades desfavorecidas y en situación seriamente vulnerable, sin acceso a herramientas de aprendizaje a distancia,  como internet o siquiera a un dispositivo móvil.

Pero, con un virus que continúa fuera de control, ¿qué se necesita para volver a la escuela? ¿Será suficiente limitar el tamaño de la clase y escalonar horarios? ¿Alcanzarán las medidas de seguridad y la educación sanitaria, para prevenir que continúe la propagación del virus? Mientras tanto, a nivel internacional se prevé una catástrofe generacional sino se prioriza la recuperación de la educación, sea o no en las aulas.

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