La noticia de la semana en el mundo de los automóviles fue la salida del Jefe Ejecutivo del Grupo Volkswagen AG, Matthias Mueller, luego de ocupar la silla de uno de los mayores fabricantes de automóviles del mundo por solo tres años. Al igual que pasó con Mike Fields en Ford Motor Company, Mueller dejó su trabajo luego haber haber traído números espectaculares a la empresa que dirigió, pese a que desde que asumió su puesto, VAG haya tenido que desembolsar nada menos que 25 mil millones de euros por concepto de multas y recompra de autos involucrados en el “dieselgate”, el escándalo en el que VW reconoció haber implementado un sistema para engañar las mediciones de emisiones de 11 millones de vehículos diesel. Su salida, al igual que la de Fields, muestra que a los accionistas el futuro les preocupa más que el presente. Y al igual que Ford, Volkswagen necesita reconsiderar su estrategia de mediano y largo plazo.Contrario a la tradición de la empresa, Matthias Mueller salió por ser demasiado antiguo en la compañía. Esa antigüedad para muchos implica que Muller sabía del problema del “dieselgate” y no actuó para frenarlo. La desconfianza contra VW es cada vez mayor y en esta ocasión el problema se concentra en Alemania, donde la marca ha visto su participación de mercado bajar alrededor de 5% en los últimos dos años. La tormenta puede aumentar debido a que varias ciudades deben sumarse a la prohibición de la circulación de autos que usan diesel.La solución inmediata para VW fue abandonar su estrategia jerárquica de promoción y nombrar como CEO a alguien prácticamente recién llegado a la empresa, el alemán Herbert Diess, quien llegó a VW un par de meses antes de que se hiciera público el escándalo, lo que hace más fácil pensar que él no estaba enterado del problema en septiembre de 2015, cuando todo detonó.En sus primeras declaraciones Diess dijo que le parecía saludable poner a un Jefe de Operaciones, una costumbre que no es tradicional en VW. También informó que la marca debe mirar con detenimiento su portafolio de marcas, prometiendo analizar con cuidado la necesidad de mantener las actuales. Más que la venta de marcas de autos, los medios de comunicación internacionales apuntan al desprendimiento del fabricante italiano de motocicletas Ducati y el de transmisiones Renk. Pero el hecho es que Diess piensa en una estructura más compacta para el grupo en el futuro, por lo que no se puede descartar que otras marcas sean puestas en venta, como la división de vehículos comerciales, por ejemplo.Diess tiene una inmensa tarea por delante. La empresa que cuenta con nada menos que 640 mil empleados en todo el mundo vive el desafío de recuperar la confianza del consumidor, algo que el nuevo Jefe Ejecutivo define como “un largo y difícil camino”.Para ello Volkswagen va no solo hacerse más compacta, sino fortalecer la estrategia de desarrollo de vehículos eléctricos y la conectividad, sino también podría asociarse a alguna empresa para dividir los enormes costos de desarrollo de vehículos autónomos.Diess, quien comenzó su carrera en el mayor proveedor de la industria automotriz del mundo, la alemana Bosch, estaba en BMW antes de pasar a VW, pero aparentemente ni siquiera su reconocida ambición, según antiguos compañeros suyos, fue capaz de prever una llegada tan rápida a la silla que es la más importante de Europa entre los fabricantes de automóviles. Falta ver ahora si tendrá la capacidad de dirigir la empresa hacia el futuro que inversionistas como la familia Piëch y el gobierno de Sajonia piensan que es el correcto para Volkswagen. Porque desde 2015 el camino de VW para hacerse el mayor fabricante del mundo ha estado opacado por el humo de 11 millones de vehículos diesel.
