Sábado, 20 de Abril 2024

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Veintiuno por ciento

Por: Diego Petersen

Veintiuno por ciento

Veintiuno por ciento

Sería una elección poco concurrida. Tlaquepaque había sido ya el municipio con menos participación en la elección ordinaria. La extraordinaria, por experiencia, tendería a reducir aún más la votación. La esperábamos por debajo del 40 por ciento, pero nunca cerca del 20. Solo uno de cada cinco habitantes de Tlaquepaque salió a votar el domingo pasado en el que es quizá el proceso electoral con menor participación desde que tenemos democracia. En plata pura esto significa que solo 92 de cada mil habitantes de ese municipio (9.2%) votaron por quien será su nueva presidenta municipal, Citlalli Amaya.

¿Cómo se explica este abstencionismo? 

La primera razón que habría que explorar es el cansancio de los electores. Después de un proceso como el de junio pasado, con la anulación literalmente de último minuto por parte del Tribunal, quedó un amargo sabor de boca. La falta de consistencia de las resoluciones de los magistrados del TEPJF, que como fallan una cosa fallan la otra, lejos de darle certidumbre a la elección, como dicen en su publicidad, dejaron una gran interrogante. Soy un absoluto convencido de que los ministros de culto no deben participar en política, pero la argumentación para la anulación de la elección en Tlaquepaque fue sumamente endeble, y, sobre todo, la norma no se aplica de manera pareja y consistente en todas las elecciones. La sensación de manipulación y de que el ajuste de cuentas entre partidos estaba por encima de la voluntad popular fue mayor a los argumentos jurídicos.

La segunda razón que había que explorar son las campañas electorales que hicieron los partidos y candidatos para la elección extraordinaria: todas se centraron en el conflicto; ninguna volteó a ver a los ciudadanos de Tlaquepaque. Los partidos, particularmente Morena y MC, plantearon la elección extraordinaria como un agravio personal. Y bueno, resultó que el pueblo, ese al que apelaban ambos con tanta y tan sonora indignación, resultó que no estaba agraviado, estaba harto.

La tercera explicación habría que buscarla en algo más profundo y propio de la identidad de este municipio: la cultura caciquil. Tlaquepaque tiene una larga tradición abstencionista y registra históricamente elecciones muy poco concurridas, casi siempre por debajo del 50 por ciento. Sindicatos y grupos de poder acostumbraron a la población que la elección se decidía siempre en otra parte, en la mesa (en este caso literalmente una mesa en el mercado) donde líderes sindicales y poderes fácticos tomaban las decisiones. El voto fue perdiendo sentido y para muchos tlaquepaquenses nunca lo tuvo.

Veintiuno por ciento de participación debe ser un llamado de atención a todos los que, de una u otra manera -autoridades electorales, partidos, gobierno, medios de comunicación, organismos intermedios-, participamos en el concierto de la democracia. Desde donde se vea, es un fracaso.

diego.petersen@informador.com.mx

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