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Un indulto de polémica

Por: Patricio Fernández Cortina

Domingo 12 de noviembre de 2017. Cuarta y última corrida de la primera parte de la temporada de la Plaza de Toros Nuevo Progreso, con una entrada de tres cuartos de plaza. A las cuatro de la tarde con cinco minutos, la banda de música tocó “Guadalajara”, y unos momentos después “La Marcha de Zacatecas”. Entre ambas ciudades está Aguascalientes, tierra de Luis David Adame, a quien las circunstancias y una buena faena, lo alzaron como el triunfador de la tarde.

Previo al inicio de la corrida, se dio un sentido homenaje al maestro Miguel Espinosa “Armillita Chico”, recientemente fallecido. El mundo taurino de Guadalajara despidió a un gran matador de toros, que toreó mil 330 corridas, cortó dos mil 415 orejas y recibió 157 rabos. Enorme trayectoria. Se apagó un alma, pero brilla una estrella en el cielo de los toreros.

Pablo Hermoso de Mendoza tuvo una tarde para el olvido. Los dos toros mansos y sin trapío de la ganadería de Marrón, no fueron materia prima, indispensable en esto del toreo. Al primero, un toro castaño distraído y de lento recorrido, le colocó deficientemente el rejón de castigo, sin más lidia interesante para matarlo con estocada trasera. Con el segundo toro la cosa fue peor, un toro manso y débil al que el rejoneador mató con un bajonazo. Nada qué decir. Con el rostro desencajado increpó al público, que con razón protestó su actuación.

Ginés Marín, a pesar de su corta edad, no mostró el hambre que todo torero debe tener para conquistar los ruedos. Si piensa salir así todas las tardes, América se le irá de las manos. Lidió dos toros de la ganadería de Villa Carmela. El primero, un negro bragado que se arrancó al caballo desde los medios, derribando al picador (que por cierto es el padre de Ginés), no tuvo bravura ni recorrido. La estocada no bastó, pero sin que el público lo pidiera, el torero dio la vuelta al ruedo. Al segundo, un cárdeno caribello que acometió con fuerza al caballo recibiendo buena vara, si bien se rajó, Ginés no intentó sacarle nada. Mala estocada y pinchazo. Ni la sombra del Ginés que salió por la Puerta Grande de Las Ventas en Madrid.

Luis David Adame fue tocado por la suerte y por las circunstancias. De su segundo toro, también de Villa Carmela, sólo destacó por espacio, el quite por zapopinas, pues mató muy mal. Su primer toro, de la misma ganadería, un negro entrepelado bragado, fue ciertamente un gran toro. Lo llevó al caballo por chicuelinas, le hizo un quite por tafalleras y gaoneras, rematando con revolera. Brindó al público y al maestro “Armillita Chico”, mirando al cielo. Lo toreó muy bien por naturales, con gran embestida del toro, que era bravo. Inició una tanda con vitolina, que cuajó con cinco derechazos con temple, cerrando con cambio de mano. Luego en redondo se pasó al toro con fuerza, rematando con pase de pecho. De pronto, al colocarse para matar, una parte numerosa del público pedía el indulto, y otra lo rechazaba.  

El reglamento es muy claro: el indulto no lo da el público, se concede a juicio exclusivo del juez, siempre que el toro haya superado las expectativas de bravura, nobleza y buen estilo, que le hubieran hecho merecedor al arrastre lento. Desde mi punto de vista, el toro era de arrastre lento, y la faena podría haber sido de dos orejas, siempre que Luis David lo hubiera matado bien. Pero así es esto de los toros, habiéndosele perdonado matar, salió triunfador. Una decisión que suscita polémica y que ahora envuelve al otro Adame. Estos hermanos que podrían escribir su paso reciente por Guadalajara: entre rabo e indulto.

El matador hidrocálido Luis David Adame se llevó la tarde ayer en la Nuevo Progreso al indultar a su primer toro, ante la protesta de un sector en los tendidos. EL INFORMADOR/G. Gallo

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