Los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara sabemos que cada temporal las tormentas provocan diversos padecimientos, como inundaciones de calles, avenidas y túneles; inundación de casas con pérdidas de menaje y propiedades y, lamentablemente, personas fallecidas por las inundaciones. Tristemente, el actual temporal ha dejado ya 18 personas fallecidas.Pero este año ocurrió un hecho que debería consternarnos y no solo incluirlo como otra anécdota tapatía más. Se trata de los padecimientos y sufrimientos que vivieron miles de habitantes del Sur de la ciudad, especialmente de Tlaquepaque y Tlajomulco. La tarde del lunes 8 de septiembre se abatió una fuerte tormenta con rachas de viento y granizo. La fuerte tormenta provocó la inundación y el desbordamiento de Arroyo Seco, que a su vez provocó la inundación de diversas avenidas, entre ellas Adolf Horn y Concepción del Valle, y la inundación de casas en diversos fraccionamientos como Santa Cruz del Valle, Real del Valle, Villa Fontana, Los Sauces y Unión del 4.Pero la peor situación la vivieron miles de personas que se quedaron varadas en sus autos y otros más en unas 40 unidades de transporte público. Circuló en redes sociales una foto dentro de un camión con los pasajeros sentados en el piso de la unidad y recargados en las sillas para tratar de descansar. Muchos pasajeros pasaron hasta diez horas dentro de las unidades a causa de esta inundación, esto cuando hubo empatía de los choferes de los camiones y dejaron que los pasajeros pernoctaran en el autobús. Pero hubo choferes sin empatía que bajaron a los pasajeros.En un camión de la ruta 619, cerca de 50 pasajeros quedaron varados en la avenida Adolf B. Horn, de los cuales 15 decidieron bajarse y arriesgarse a caminar en la avenida inundada, pero los 35 que se decidieron quedarse se turnaron los asientos para permitir que los que estaban de pie pudieran sentarse a descansar o dormitar un rato.Cientos de personas más tuvieron que quedarse a dormir en sus autos debido a que la inundación los dejó varados y embotellados en ciertos cortes de la avenida Adolf B. Horn. Juan Pablo es uno de los vecinos de Tlajomulco que debió dormir en su auto: “Ya cada año es lo mismo; entonces, lamentablemente, tuvimos que dormir en el carro, tuvimos que dormir en nuestro vehículo porque ya no pudimos pasar. Exponernos a meter el carro donde sabemos que no se podía pasar, pues no, no quisimos darle más hacia adelante y nos quedamos aquí parados en nuestro vehículo a quedarnos a dormir, ¿no?”, dijo Juan Pablo a Milenio.En otro caso menos conocido, estudiantes y maestros de San José del Valle debieron dormir en su escuela. “Mucha gente de la preparatoria aquí a espaldas nos tocó dormir en la prepa por lo mismo, porque no había manera de cómo regresar a casa. Ahora sí que los maestros cancelaron clases y nos toca estar aquí”, relató Diego.Como ya dije, parece una anécdota tapatía más, pero imaginen lo que es quedar atrapado dentro del auto o del camión, en muchos casos sin bebidas, comida y posibilidades de un baño para desahogar las necesidades. Lo peor es que, salvo algunas patrullas de la Guardia Nacional y policías municipales, ni la autoridad municipal ni el gobierno del Estado tuvieron la empatía y sensatez para ordenar un operativo de ayuda y rescate de las cientos de personas varadas.Lo que más molestó a muchos afectados es que criticaron que el alcalde de Tlajomulco, Gerardo Quirino Velázquez, estaba más ocupado en preparar su primer informe de gobierno que en brindar ayuda a los vecinos. Ruth, una vecina de Villa Fontana, cuestionó: “En lugar de que Quirino esté dando su informe, yo creo que es más importante que se dé cuenta de lo que está pasando aquí, en Villa Fontana y otras partes”, señaló Ruth.Todo este rosario de padecimientos y sufrimientos no son producto de una fuerte tormenta, o de que la caída de una barda produjo el desbordamiento del Arroyo Seco. Estos sufrimientos, que se ceban en los más pobres o sectores que son obligados a habitar las periferias porque no pueden comprar una casa cara dentro del Periférico, son producto de políticas públicas de vivienda orientadas a la ganancia y la especulación y no a la satisfacción de derechos y necesidades. El sufrimiento de esa señora trabajadora que se vio obligada a pernoctar en el camión es producto de una clase política que se ha rendido a los intereses especulativos de las empresas inmobiliarias. Estos intereses especulativos impiden que la mayoría de la población tenga una vida digna.rubenmartinmartin@gmail.com