Jueves, 25 de Abril 2024

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Tan bien que íbamos

Por: Diego Petersen

Tan bien que íbamos

Tan bien que íbamos

Cuentan que Heriberto Navarrete, quien fuera ingeniero, coronel cristero y jesuita, en ese orden, iba de viaje con un grupo de maestrillos en un coche viejo y destartalado. En una subida el auto simplemente no quiso seguir, aventó las punterías, emitió un gran nueve de humo negro y tronó el motor. Mientras los otros pasajeros se quejaban y protestaban contra el maltrecho automóvil, Navarrete gritó con su voz chillona: “Tan bien que íbamos”. 

La escena pareciera una caricatura del discurso del fin de semana del presidente sobre la situación del país: mientras muchos veían que la economía iba en picada, que no había crecimiento, que el problema del crecimiento de la economía era estructural, el presidente simplemente dijo: “Tan bien que íbamos, y se nos presenta lo de la pandemia”.  

¿Íbamos bien? Si atendemos a los indicadores económicos y de creación de empleo el carro ya estaba parado antes de la pandemia y no parecía que fuera a arrancar con fuerza durante este año; la economía estaba más deteriorada que el auto de Navarrete y la pandemia solo terminó por arrollarla. Nadie puede poner en duda que la pandemia no estaba en el horizonte y que en sí misma es el golpe económico mundial más fuerte desde la gran depresión de 1929, lo que es discutible es si íbamos bien, como dice el presidente, o ya comenzábamos a pasar aceite antes del golpe del COVID-19.

No íbamos bien y los dos millones de empleos que ha prometido el presidente no se crearán por arte de magia

La discusión no es ociosa porque la recuperación no será la misma para una economía que venía creciendo que una que venía a la baja durante cinco trimestres consecutivos. La pandemia puede esconder los yerros del gobierno (y cada uno según su grado de animadversión o amor al presidente le dará más o menos importancia a este factor) pero sobre todo los problemas estructurales de la economía. Llevamos 20 años con crecimientos promedio de 2 por ciento con una tasa de crecimiento poblacional de 1.3 por ciento, lo cual, como lo señaló el actual presidente durante sus muchos años de opositor, era inaceptable y lo sigue siendo ahora. Pero un mediocre dos siempre será mejor que un menos 0.2. La pandemia se llevará al menos un millón de empleos. Con un crecimiento de dos por ciento tardaríamos más o menos 15 meses en crearlos, pero con el crecimiento de los últimos cinco trimestres nos llevaría casi todo el sexenio. 

No. No íbamos bien y los dos millones de empleos que ha prometido el presidente no se crearán por arte de magia ni sembrando arbolitos ni becando aprendices en las empresas. De un problema del tamaño como en el que estamos no se sale únicamente con el motor gubernamental, se requiere la participación de todos, pero pareciera que el presidente quiere manejar él solo.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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