Le voy a poner un ejemplo. En diciembre de 1994, cuando estalló la crisis en el sexenio de Ernesto Zedillo, de pronto los mexicanos nos enteramos de que las reservas internacionales del Banco de México estaban prácticamente en ceros. El pánico se desató y el valor del dólar pasó de 3.5 pesos a 6, 7 y finalmente a 9 pesos por dólar.En 1994 las reservas internacionales se conocían en solo dos ocasiones en el año: una durante el informe presidencial y otra durante la convención nacional bancaria. En dicha convención era tradición que el gobernador del Banxico diera su conferencia sobre el estado de la economía y revelara el saldo actualizado de las reservas.Fuera de esos dos eventos públicos, el nivel de las reservas era un secreto y, por lo tanto, sujeto de especulación. La falta de transparencia provoca que los gobiernos tomen malas decisiones, perjudicando al grueso de la población.Hoy, usted se puede meter a la página del Banxico y conocer el saldo actualizado de las reservas internacionales del país casi en “tiempo real”. La información confiable y transparente sirve para que todos los agentes económicos tomen mejores decisiones. Tanto en el gobierno, como los privados.Eliminar la transparencia y la rendición de cuentas de parte de las oficinas y dependencias públicas, lo único que provocarán será que los mexicanos tengamos gobiernos cada vez peores. Y que las decisiones que se tomen con esa información poco transparente o falsa sean malas decisiones.México había ido transitando hacia un modelo en el que se buscaba mayor transparencia y confianza en la información económica que se genera. Contar con información creíble es indispensable para promover al país como destino de nuevas inversiones.A partir del gobierno de López Obrador se fue virando a un modelo de gobierno menos transparente con la información que debería de ser pública. Se eliminó el INAI como órgano autónomo y se cambió por una oficina que depende directamente del Poder Ejecutivo. ¿Resultado? El 99.6 % de los casos de solicitud de información son rechazados.Otro caso: AMLO involucró a las fuerzas armadas en la construcción de los “proyectos prioritarios”. A partir de entonces, a la Secretaría de la Defensa se le hizo costumbre marcar presupuestos, proyectos y contratos como asunto de “seguridad nacional” y con eso levantan un muro de opacidad en el manejo de miles de millones de pesos que ahora los mexicanos no estamos en condiciones de preguntar cómo se gastan.El problema, es que tal falta de transparencia no solo impide que los opositores les “busquen detalles” a las obras del presidente, sino que la falta de transparencia permite que la corrupción ocurra sin restricciones.Si bien la transparencia no es suficiente para garantizar un gasto público sin desvíos o desperdicios, un gobierno sin transparencia es mucho peor.Otro ejemplo: Pemex viene registrando caídas constantes en su producción petrolera desde hace años. Antes, gracias a la existencia de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), cualquiera podía seguirle la pista a la producción por cada uno de los pozos que explotaba Pemex. Hoy, a raíz de la desaparición de la CNH, la información detallada de la producción petrolera ha desaparecido.Simplemente nos hemos quedado sin autoridades autónomas que puedan certificar los números que genera Pemex. Hoy, ante la falta de transparencia, no nos queda más que creer en lo que Pemex nos quiera decir.Sin información ni transparencia, volvemos a los años 90´s, cuando una crisis que pudo haberse anticipado, se ocultó todo lo que se pudo hasta que estalló, provocando consecuencias más nocivas de las que hubiera causado de haberse tratado a tiempo y de forma transparente.Sin transparencia tendremos un peor gobierno.