Miércoles, 03 de Septiembre 2025

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Desaparecidos: ni los veo ni los nombro

Por: Diego Petersen

Desaparecidos: ni los veo ni los nombro

Desaparecidos: ni los veo ni los nombro

Cuando, en una entrevista con algún periódico internacional (que eran los únicos que le importaban), le preguntaron a Carlos Salinas de Gortari, entonces presidente, qué opinaba de las protestas e interpelaciones de los diputados de izquierda (muchos de ellos hoy en el poder), el presidente respondió con un lacónico: “ni los veo ni los oigo”. La frase quedó en los anales de la política mexicana como sinónimo del desprecio de los presidentes hacia aquello que prefieren ignorar, lo que está fuera del campo de visión del poderoso que se siente con el derecho y la capacidad de decidir qué existe y qué no existe. Si yo, el presidente, ni los veo ni los oigo, ergo no importan.

Tres Doritos y seis presidentes después, la izquierda hace exactamente lo mismo de lo que se quejaba a finales de los años ochenta y principios de los noventa, con los desaparecidos. Claudia Sheinbaum no los ve, no los nombra, mucho menos los cuenta. No merecen siquiera ser una estadística del informe. Simple y llanamente no existen. Lo hace por la misma razón que lo hacía Carlos Salinas: porque el poder corrompe y envilece por igual, incluso a aquellos que dicen que no son iguales (una frase, por cierto, que encierra una enorme soberbia).

En el Primer Informe de la presidenta, al igual que en los de López Obrador, los desaparecidos no existen. No son, según ellos, parte de nuestra realidad. A base de negarlos, han logrado incluso que algunos de sus fanáticos de buena fe duden que este fenómeno exista, crean que es un ardid propagandístico de la oposición, no digamos los más “mala leche” del movimiento, comenzando por el exsecretario de Gobernación y hoy senador, Adán Augusto López, que de plano llega a sostener que se trata de un invento para golpear a la figura presidencial.

No se puede hablar de una mejora en la seguridad pública mientras no se contemple la desaparición como uno más de los actos de violencia criminal. El promedio de desaparecidos no localizados en el país en 2024 fue de 37 personas diarias; en 2025, ya en el sexenio de Sheinbaum, subió a 42. Cómo se puede decir que vamos bien en seguridad si no se atiende esta realidad que, por un lado, al invisibilizarse, esconde parte sustancial del fenómeno delictivo y, por otro, destroza a miles de familias en todo el país. Es, por decir lo menos, de lesa humanidad.

P.D. Vienen los informes de los alcaldes de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Ojalá ellas y ellos sí tengan la altura de miras y la honestidad de hablar de las y los desaparecidos en sus municipios.

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