Viernes, 26 de Abril 2024

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¡Sí, claro, por supuesto!

Por: Xavier Toscano G. de Quevedo

¡Sí, claro, por supuesto!

¡Sí, claro, por supuesto!

Qué difícil es hoy en día encontrar —sería como buscar una aguja en un pajar— a buenos, auténticos y añejos aficionados con los cuales poder conversar. Amigos que siempre se han mostrado firmes en sus convicciones a “La Verdadera Fiesta de los Toros” —y no a “la fiestecita de los toreros”— que orgullosos han caminando con paso firme, sin titubeos ni vacilaciones por más de cinco décadas —tiempos ya idos, desde nuestro añorado “Progreso”, o de igual forma, de los inicios de “La Monumental de Jalisco”—, pero que casi todos ellos lamentablemente han tomado ya el viaje eterno, dejando unos inmensos huecos que nunca serán llenados.

Mas sin embargo, tenemos que mirar hacia adelante —aunque nos cueste muchísimo trabajo— y no obstante que al llegar a los cosos ya no encontremos aficionados de cepa —esos que defendían con fuerza, a ultranza y con seguridad la autenticidad del espectáculo—  quizás sí, y muy probablemente, todavía queden esparcidos algunos en los tendidos, pero la soledad que se ve, es hoy inevitable. Ahora bien, en este nuevo siglo, para lograr llevar a cabo una conversación referente al auténtico Espectáculo Taurino, sí, sí lo encuentro un poquito complicado, y aunque me esfuerzo, prefiero y busco la forma de evitarlas —ya que La Fiesta tiene mucho bemoles— y lo mejor es contestar con la máxima cortesía a los nuevos conocidos diciéndoles: ¡Sí claro, por supuesto que tienes razón! Y así se logrará poner rápidamente punto final a cualesquier plática.

Y aunque pareciera actualmente algo inadmisible de aceptar, y por más que pretendan ocultar una realidad que a todo el público ya cautivo, y que acude con agrado al ¿“espectáculo taurino”? —Sí, con minúsculas— han sido ya bastantes las ocasiones en las que han salido afligidos y desilusionados de una fiesta que cada día muestras más signos de negatividad.

Así que, mientras los engaños y timos persistan —llevados a cabo con todo cinismo y descaro— continuarán matando los sueños —ya lo hicieron con los casi extintos aficionados—  del público que con “¡cierto gusto!” acude todavía a las plazas “pagando su boleto”, y que seguramente les gustaría algún día conocer cuál es el legítimo Espectáculo Taurino. Sin embargo, a todas luces se puede ver que estas ideas y principios, no tienen ningún significado, y jamás les han pasado por la mente a los promotores de espectáculo, actuantes, y negligentes ganaderos.   

Si ya de por sí la problemática social, económica y de inseguridad que vivimos en nuestro México es angustiante, aglutinándose estas dramáticas contrariedades a una insostenible corrupción —como nunca se ha visto en muchas décadas— de magnitudes inimaginables. Es por ello que nuestro agonizante espectáculo taurino, que forma parte de un segmento importante en la cultura y tradición de nuestra sociedad, obviamente que vive también inmerso en la misma situación, por la cual los “escasísimos” aficionados que aún sobreviven, no ven en sus autoridades de Gobierno, el más mínimo interés —seguramente ni enterados están— por escuchar y hacer caso a sus legítimos reclamos.        

Por ello insisto, que será una tarea “imposible” el recuperar y resarcir el grandísimo y nefasto daño ya ocasionado, en el tiempo que se ha perdido —más marcadamente en todos los años que van de este nuevo siglo— y que ya no tiene vuelta atrás. Así que, mientras la soberbia y altanería persistan, el panorama seguirá viéndose no sólo gris y con nubarrones, sino que absolutamente negro, por lo cual, TODO lo que se ve y sucede en los ruedos de nuestro México carece de importancia. Y aunque su petulancia no les permita aceptarlo, quiéranlo o no, únicamente volverá a brillar nuestro Espectáculo Taurino, cuando esté presente en las plazas; su Majestad el Toro Bravo.

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