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Seis tardes de toros en Madrid…

Por: Patricio Fernández Cortina

Seis tardes de toros en Madrid…

Seis tardes de toros en Madrid…

Parte I

Jueves 23 de mayo de 2019. Después de lo ocurrido la tarde del pasado miércoles en la Plaza de Toros de Las Ventas, en la que Andrés Roca Rey abrió la Puerta Grande y demostró por qué es el torero que manda en la actualidad, lo acontecido la tarde de ayer en esa misma plaza se volvió efímero, pasajero y pronto para el olvido. Una tarde en la que los toros de Jandilla simple y sencillamente traicionaron lo que de ellos podía esperarse luego de las corridas de Valencia, en la que para muchos el toro “Horroroso” merecía el indulto, y la de Sevilla, en la que Pablo Aguado emocionó con su torería y abrió la Puerta del Príncipe.

Así es la fiesta de los toros, en ocasiones una guapa sale fea sin previo aviso, como feos de juego salieron los cinco toros de Jandilla y el de Vegahermosa, que simple y sencillamente provocaron los bostezos del público que abarrotó Las Ventas. Huían a tablas, buscaban querencia, fueron débiles al caballo, peligrosos al dar de brincos y derrotes luego de los lances y pases que con dificultad intentaban darles los tres diestros: Sebastián Castella, Emilio de Justo y el joven Ángel Téllez, que confirmaba su alternativa.

Por eso, como ayer no hubo toros, valga entonces recordar lo bueno, y Madrid, ciudad palaciega y de mundo taurino de cepa, continúa embelesada por la faena del miércoles que Andrés Roca Rey confeccionó con poder, persistencia y temple al sexto toro de la ganadería de Parladé, y conmovida porque la faena la fraguó luego de que el primer toro de su lote, un sobrero del Conde de Mayalde, lo había enviado a la enfermería con una cornada de seis centímetros en el muslo derecho.

Ayer hacía calor en la plaza, pero más calor era el que sentían aún los madrileños en el alma por aquella faena de Roca Rey. Por su valor, por haber sometido y mandado a un toro noble, que en manos de otro probablemente no habría embestido, por haber toreado con la muleta rozando la arena, por una estocada perfecta, por abrir la Puerta Grande por segunda vez en su carrera, y por un Rey emérito que se puso de pie para aplaudir al torero. Por un presidente que no regateó las dos orejas al “extranjero”, porque ya va siendo hora de que se entienda que en los toros sólo hay una nacionalidad: la del más bello arte que condensa en sí la plasticidad, la pintura y la música, la literatura y la historia y la danza.

Esperemos que la tarde de hoy nos proporcione más hechos que destacar, de toros y toreros, porque una tarde como la de ayer nos obliga a echar mano del recuerdo, así haya transcurrido apenas un día de la gloria de Roca Rey en Las Ventas de Madrid. Eso nos permiten las expresiones artísticas como la tauromaquia, que tantos momentos de gozo nos da, aunque en otros nos enseñe la importancia de albergar la esperanza.

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