Jueves, 28 de Marzo 2024

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Se llega sólo con personalidad

Por: Xavier Toscano G. de Quevedo

Se llega sólo con personalidad

Se llega sólo con personalidad

El domingo anterior fue un día importante, y nos produjo una gran satisfacción, el hecho de corroborar que en los años que han transcurrido del nuevo siglo, tan vacíos e intolerables para la fiesta, hay hechos agradables, y por fin tenemos en nuestras manos —y al alcance de todos— un libro que con mucho sutileza, nos introduce otra vez en nuestro mágico e inigualable Espectáculo Taurino.

Auténtico, lleno de verdad, y escrito con mucho valor, su autora nos lleva renglón a renglón a conocer cómo fue la historia de un hombre, su vida, su lucha, sus locuras de torero —¡vaya, qué hermosa locura la de esta profesión!— e igualmente nos muestra con toda realidad y valor, la intimidad del protagonista de la obra.

¡Bienvenido éste libro, es importante! Y con más razón en estos difíciles tiempos, en los cuales vemos cómo se vienen multiplicando día a día, un número ya incontable de artículos y comentarios divulgados en muchos medios de comunicación, que iniciándose en la península ibérica, también se han multiplicado en los países de nuestro continente en donde se vive el espectáculo taurino —así, en minúsculas— y que nos hablan todos ellos, de una fiesta enferma y agónica, que obviamente está colocando en alto riesgo su continuidad.

La sensación que nos inquieta grandemente a los aficionados, es un sentimiento de que nuestra fiesta hoy se encuentra en un total abandono y apatía por parte de las autoridades, y esto sí que es una grabe complicación, el escenario se vislumbra aterrador, acrecentándose con festejos que hoy distan mucho de parecerse a lo que en realidad es un auténtico Espectáculo Taurino. Y así, se han ido dando —principalmente en las últimas décadas, acentuándose mayormente en éste nuevo siglo— los acontecimientos tarde a tarde, pretendiendo las empresas hacer creer a los nuevos asistentes, lo sorprendente e interesante de “sus parodias”, y las “¡increíbles gestas!” de los actuales actores, no obstante lo mediocre de sus actuaciones, asociadas a una pobre y exigua personalidad, que hoy a nadie impacta.

¡Ser torero! Sí, ser verdaderamente torero, es un don, un privilegio, una responsabilidad que muy pocos han podido lograr. Porque ser matador de toros es una profesión que requiere de un espíritu de sacrificio fuera de lo común, dedicación absoluta, ambición de querer ser el mejor, “amor propio” para exigirse a sí mismo de que las cosas se hacen con verdad, y finalmente contar con una recia personalidad. Así, aunque algunos vistan el traje de seda y oro, y que probablemente en más de alguna ocasión —quizás porque no les ha quedado más remedio— se han visto en la necesidad de colocarse frente a la cara de un toro— y me estoy refiriendo al auténtico y verdadero toro bravo, con cinco años y sus astas integras, no por ello se le pude calificar de toreros.

Y es que, el ser torero es sinónimo de honestidad absoluta y total, a una profesión que no tiene paralelo, en la que se da el ciento por uno en cada tarde, en todas las plazas, ante todos los públicos y principalmente “ante TOROS” —grábenselo bien, TOROS— sin escatimar jamás el más mínimo esfuerzo. Ya lo decía el ganadero español Victorino Martín: “pegar pases casi todos, realmente torear es privilegio de unos cuantos”. Joselito, Belmonte, Gaona, el maestro Fermín, Garza, El Soldado, Manolete, Paquirri, o Manolo Martínez, cualquiera de ellos fueron auténticos expositores de las palabras de Victorino, además de poseer una grande personalidad.

Quiero agregar a la lista anterior con beneplácito, a otro “torero”. Y como decía al inicio de mi colaboración, su historia está muy bien relatada y puntualizada en el libro que lleva por título “El Arte más parecido al amor”. En él, su autora, nos narra, describe y descubre, la “personalidad” del TORERO, Mauro Liceaga, quien llenó páginas importantes durante una época de nuestra fiesta, y que estoy plenamente seguro, muchos aficionados de nuestra Perla de Occidente y de otras latitudes de nuestra geografía donde Mauro actuó, recordarán con grande alegría.

Hoy rememoro con total aprobación, los días de historia que en nuestra querida y añorada plaza de toros “El Progreso”, dejó escritas éste torero nacido en la Capital —hoy Ciudad de México— surgido de una importante dinastía de toreros, en la que Mauro Liceaga, con todo valor y entrega, aceptó y siempre privilegió durante su importante carrera en los ruedos: que en este sorprendente y mágico mundo de la tauromaquia, todo debe girar alrededor de su Majestad El Toro Bravo.

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