Martes, 21 de Octubre 2025

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Salvatierra, otro Pueblo Trágico

Por: Jonathan Lomelí

Salvatierra, otro Pueblo Trágico

Salvatierra, otro Pueblo Trágico

Salvatierra, tercera ciudad colonial de Guanajuato, recibió la distinción de Pueblo Mágico en 2012. Desde el sábado pasado también es un Pueblo Trágico tras la masacre de once jóvenes en una posada. Se repite la historia violenta de otros Pueblos Mágicos, sin ir muy lejos, en Jalisco: Lagos de Moreno, Mazamitla, Tapalpa… 

Esta tragedia tiene ese rasgo imposible e inexplicable dentro de la taxonomía criminal. ¿Por qué un comando realizó 195 disparos contra medio centenar de jóvenes? El cinco por ciento de esas balas fueron letales; dejaron además 14 heridos. 

La versión oficial de Carlos Zamarripa, fiscal de Guanajuato, apunta a que los criminales intentaron ingresar a la posada, se los impidieron y regresaron a cometer la masacre. ¿Por qué la represalia desproporcionada? Sólo hay una explicación, la más sencilla: porque pueden. 

Piensen en la psicología criminal. Comparemos el caso -guardando las proporciones- con un automovilista que se pasa un alto cada mañana. La primera vez desobedece la luz roja tras cerciorarse de la ausencia de un agente vial que lo multe. Después lo hace de manera automática y rutinaria. 

Traslademos esa certeza -nadie te ve, por tanto, nadie te castiga- a la figura de un criminal que dispara contra un grupo de jóvenes con absoluta libertad. 

En el caso del automovilista, la ausencia de un tránsito en un crucero específico le permite pasarse el alto cada día. En el caso de Salvatierra, la ausencia del Estado en la mente del criminal lo habilita para quitarle la vida a un grupo de jóvenes por capricho. Insisto en que empleo esta comparación sólo como un recurso didáctico. 

La ruta de salida es clara. ¿Qué pasaría si nuestro hipotético automovilista se ve sorprendido por un agente vial? La infracción dejaría de cometerse. 

¿Qué pasaría si fueran castigados los responsables de la desaparición de los cinco jóvenes de Lagos de Moreno, los asesinos de Aristóteles Sandoval, el homicidio de los cinco estudiantes de Celaya a principios de mes y tantos otros en el país? 

En todos los casos, el acto criminal sólo tiene dos posibles génesis: el delincuente confía en la ceguera del “agente vial” o éste es su socio y compadre. 

Enviar más soldados con armas a vigilar ciudades enteras nunca será tan efectivo como procesar y castigar ejemplarmente a los homicidas. Disparar más balas y detener capos, lo hemos comprobado durante los últimos tres sexenios, nunca le harán entender a un delincuente que cruzar la línea hay consecuencias. De otra manera estamos condenados a que Salvatierra se repita todos los días. 

jonathan.lomeli@informador.com.mx

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