La escalada del conflicto en Medio Oriente en las pasadas dos semanas vuelve a poner la mirada sobre las armas nucleares. Como se sabe, el origen de este nuevo capítulo de la larga historia de conflictos en esta parte del mundo se desencadenó por la decisión unilateral de Israel de atacar instalaciones militares de Irán y especialmente instalaciones atómicas desde el pasado 12 de junio.Ante esto, Irán respondió lanzando varias rondas de misiles a varias ciudades de Israel, principalmente Tel Aviv. El conflicto escaló con la decisión del presidente Donald Trump de respaldar el ataque israelí y lanzar bombas especiales hacia tres reactores nucleares en Irán el pasado fin de semana. El país persa respondió al ataque estadounidense lanzando misiles a bases militares estadounidenses en Catar e Irak. Vale la pena recordar que el ataque de Israel inició bajo el supuesto de que Irán estaba a punto de culminar el proceso de enriquecimiento de uranio para terminar por fabricar bombas nucleares. Pero Irán ha afirmado siempre que su programa nuclear es sólo para fines civiles.Este conflicto nos permite recordar que la sociedad mundial está en riesgo por la existencia de varios miles de bombas nucleares que tienen en su poder un puñado de países. Fue Estados Unidos el primer país en tener una bomba nuclear. Justo están por cumplirse 80 años de que se detonó la primera bomba nuclear, el 16 de julio de 1945, en el desierto de Nuevo México.Dos semanas después de esta detonación, el presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, autorizó la detonación de estas armas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Según Estados Unidos, las bombas nucleares fueron necesarias para obligar a Japón a rendirse en la Segunda Guerra Mundial, aunque para muchos el lanzamiento nuclear ya no era necesario, pero se detonaron para demostrar al mundo que Estados Unidos ya era una potencia nuclear.En este momento, Estados Unidos tiene 5,277 bombas nucleares, poco debajo de Rusia, que tiene 5,449 bombas de este tipo. Según datos de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés), le siguen en posesión de bombas nucleares China con 600, Francia con 290, Reino Unido con 225, India con 180, Pakistán con 170, Israel con 90 y Corea del Norte con 50. Cinco países europeos albergan armamento nuclear de Estados Unidos: Italia (35), Turquía (20), Bélgica (15), Alemania (15) y Países Bajos (15). De acuerdo con ICAN, Bielorrusia mantiene un número indeterminado de armas nucleares de Rusia.En conjunto, estos países tienen más de 12,300 bombas nucleares capaces de destruir la vida humana y dañar el resto de la vida en el planeta. Según la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2017), las bombas nucleares son las más destructivas, inhumanas e indiscriminadas jamás creadas, pues una sola de ellas tiene el poder de destruir una ciudad de tamaño medio y matar a la mayoría de su población. Advierte ICAN que “el uso de menos del uno por ciento de las armas nucleares del mundo podría perturbar el clima global y amenazar con la muerte por inanición a largo plazo de hasta dos mil millones de personas en una hambruna nuclear”.Solo para tener una dimensión, ICAN sostiene que una sola bomba nuclear que hipotéticamente fuera lanzada sobre Nueva York causaría aproximadamente 583,160 muertes. Las bombas actuales tienen una capacidad de letalidad entre 20 y 30 veces mayor a las lanzadas en Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945. Todos los países que tienen armamento nuclear se han negado a firmar el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares.¿Quién decide tener o no armas nucleares? Las potencias que tienen ese armamento. Un caso muy claro del doble rasero sobre la producción de armamento nuclear es el caso de Israel, al cual Estados Unidos le permite producir y tener armas nucleares, pero no así a Irán, como acaba de confirmarse con los actuales ataques de Israel y Estados Unidos al país persa, confirmando el doble rasero occidental en términos de geopolítica mundial. Lo ideal sería que ningún país tuviera este armamento que pone en riesgo la subsistencia de la humanidad. El riesgo de su uso se intensifica en coyunturas como las actuales, con gobernantes tan impredecibles como Donald Trump.